Los condones, tanto masculinos como femeninos, son métodos anticonceptivos que, además de proporcionar una forma de control de la natalidad, ofrecen protección frente a infecciones de transmisión sexual (ITS), incluyendo el VIH. Su funcionamiento se basa en la barrera física que impiden que los espermatozoides lleguen al óvulo, en el caso del condón masculino, o que el esperma entre en la vagina en el caso del condón femenino. La protección que ofrecen varía dependiendo del material con el que están fabricados, así como de su correcto uso.
El condón masculino, que generalmente está hecho de látex, poliuretano o membrana animal, actúa como una barrera que cubre el pene durante el acto sexual. Los condones de látex y poliuretano son altamente efectivos en la prevención tanto del embarazo como de muchas infecciones de transmisión sexual (ITS), incluyendo el VIH. En el caso de los condones de membrana animal, estos solo ofrecen protección contra el embarazo y no tienen eficacia en la prevención de ITS, ya que permiten la transmisión de virus y bacterias debido a sus poros más grandes que los de los condones de látex o poliuretano. Esto subraya la importancia de elegir el material adecuado, especialmente para la protección contra el VIH y otras ITS.
Cuando se utiliza un espermicida, como la espuma vaginal, junto con el condón, la tasa de fallo con uso perfecto puede llegar a ser tan baja como un 2%. Esto significa que, en un escenario ideal donde el condón se utiliza de manera consistente y correcta, las probabilidades de embarazo son muy bajas. Sin embargo, con el uso típico, que incluye errores humanos, la tasa de fallos aumenta a un 13%. Esta tasa refleja las dificultades que pueden surgir debido a factores como la falta de colocación adecuada del condón, el deslizamiento del mismo durante el acto sexual, o incluso la rotura del condón. Además, la sensación que experimentan algunos usuarios durante el acto sexual puede verse reducida por la presencia del condón, lo cual puede ser una de las desventajas percibidas, aunque esto es un efecto secundario menor frente a los beneficios que ofrece en términos de prevención.
Una advertencia importante en cuanto al uso de condones de látex es que no deben ser utilizados con lubricantes a base de aceite. Los lubricantes oleosos pueden degradar el látex, lo que reduce la eficacia del condón y aumenta el riesgo de roturas. Por tanto, se recomienda el uso de lubricantes a base de agua o silicona, que no afectan la integridad del material.
Por otro lado, los condones femeninos representan un método anticonceptivo controlado por la mujer. Estos condones están fabricados generalmente de poliuretano o nitrilo sintético y son insertados en la vagina antes del acto sexual. Su eficacia varía dependiendo del uso, con tasas de fallo reportadas entre el 5% y el 21%. Esto indica que, aunque el condón femenino ofrece una opción valiosa para la protección contra el embarazo y las ITS, su eficacia depende en gran medida de la correcta colocación y del uso adecuado. El condón femenino es el único método anticonceptivo controlado por la mujer que brinda una protección significativa tanto contra el embarazo como contra las infecciones de transmisión sexual, lo que lo convierte en una herramienta útil en el control de la salud sexual femenina.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Beksinska M et al. Male and female condoms: their key role in pregnancy and STI/HIV prevention. Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol. 2020;66:55. [PMID: 32007451]