¿Que hacer con las preguntas clínicas que no pueden responderse al momento?
¿Que hacer con las preguntas clínicas que no pueden responderse al momento?

¿Que hacer con las preguntas clínicas que no pueden responderse al momento?

En la práctica clínica, los médicos frecuentemente se enfrentan a la dificultad de gestionar una carga considerable de preguntas y problemas relacionados con los pacientes, lo que a menudo excede el tiempo disponible para resolverlos de manera efectiva. Este fenómeno es inherente a la naturaleza de la medicina, donde las decisiones deben tomarse rápidamente y la información debe ser procesada eficientemente, a pesar de la abundancia de datos disponibles. Cada paciente, con su historial clínico único, presenta un conjunto diverso de preguntas que requieren respuestas detalladas, pero el tiempo disponible para hacerlo es limitado. Este desajuste entre la cantidad de preguntas y el tiempo disponible para abordarlas implica que los profesionales de la salud deban aplicar estrategias prácticas para organizar y priorizar sus esfuerzos de manera efectiva.

Estrategia de registrar o guardar

La primera estrategia que se recomienda en este contexto es la de registrar o guardar las preguntas que surgen durante el proceso clínico. Dado que es común que el número de preguntas planteadas durante la consulta exceda el tiempo para abordarlas en ese momento, una de las acciones más útiles es encontrar métodos prácticos para registrar esas preguntas de manera eficiente. Este registro puede hacerse mediante notas electrónicas en el sistema de historia clínica, en aplicaciones específicas para la gestión del conocimiento o incluso en simples anotaciones rápidas. La clave de este enfoque es asegurarse de que las preguntas no se pierdan en el frenesí de la consulta, y que puedan ser recuperadas posteriormente para su revisión.

Este registro de preguntas no resueltas no solo evita que se olviden detalles importantes, sino que también permite al profesional organizar la información de manera más estructurada para su posterior análisis. Las preguntas que no se guardan corren el riesgo de convertirse en preguntas no contestadas, lo que puede implicar que se dejen de lado y no se resuelvan, afectando potencialmente la calidad del tratamiento y las decisiones clínicas que deben tomarse en el futuro. A través de un sistema eficaz de registro, las preguntas pueden ser catalogadas y ordenadas para su búsqueda y consulta más adelante, asegurando que todas las áreas importantes sean exploradas en su debido tiempo.

Estrategia de programar

La segunda estrategia, programar, se refiere a la toma de decisiones sobre cuándo es necesario obtener respuestas a las preguntas planteadas. No todas las preguntas tienen la misma urgencia ni requieren una respuesta inmediata. Al enfrentarse a un gran número de preguntas, es fundamental discernir cuáles son las que deben resolverse de manera prioritaria y cuáles pueden esperar hasta un momento posterior. Este proceso de programación involucra evaluar el impacto de cada pregunta en la toma de decisiones clínicas inmediatas y, en función de su relevancia y urgencia, decidir cuándo deben obtenerse las respuestas necesarias.

En muchos casos, reflexionar sobre la situación permite al médico identificar qué preguntas son realmente urgentes, aquellas que influirán directamente en las decisiones de tratamiento o diagnóstico que deben tomarse en ese mismo momento. Por ejemplo, si un paciente presenta un dolor agudo y no diagnosticado, una pregunta urgente podría ser ¿cuál es la causa probable de este dolor y qué intervenciones son necesarias para aliviarlo? Sin embargo, otras preguntas relacionadas con el bienestar general del paciente, como ¿qué ajustes a largo plazo pueden ser necesarios en el tratamiento?, podrían posponerse hasta la próxima cita, ya que no afectan la decisión inmediata. Al tener en cuenta estos factores, el médico puede administrar mejor el tiempo y los recursos para centrarse en las respuestas más críticas sin dejar de lado aquellas que pueden esperar.

Estrategia de seleccionar

La última estrategia es seleccionar, que implica decidir cuál de todas las preguntas formuladas o que podrían formularse requiere una atención prioritaria. Esta selección no es un proceso trivial, ya que con frecuencia surgen muchas preguntas que, aunque relevantes, no todas tienen la misma importancia o urgencia en relación con el estado del paciente o la toma de decisiones clínicas. Para tomar esta decisión, es necesario realizar un juicio de valor, considerando varios factores.

El primero de estos factores es la naturaleza de la enfermedad del paciente. Algunas enfermedades requieren una atención inmediata y, por lo tanto, las preguntas relacionadas con el diagnóstico y tratamiento de estas condiciones deben ser prioritarias. Por ejemplo, un paciente con un infarto agudo de miocardio demandará respuestas rápidas sobre su tratamiento de urgencia, mientras que un paciente con una condición crónica estable puede permitir una gestión más relajada de las preguntas que surgen en torno a su seguimiento a largo plazo.

El segundo factor relevante es la naturaleza de las propias necesidades de conocimiento. Algunas preguntas pueden estar relacionadas con áreas de conocimiento del médico en las que hay deficiencias, lo que hace que obtener respuestas a esas preguntas sea particularmente importante para el desarrollo profesional del médico. Por ejemplo, si un médico se encuentra con un tratamiento novedoso o una enfermedad rara, podría ser fundamental dedicar tiempo a investigar más profundamente sobre esos temas para mejorar su competencia y capacidad de toma de decisiones.

El tercer factor es la decisión clínica específica a la que se deben aplicar los conocimientos obtenidos. Algunas preguntas se vinculan directamente con decisiones críticas que deben tomarse en un plazo corto, como en el caso de intervenciones quirúrgicas, cambios de medicación urgentes o la elección de terapias que pueden afectar la vida del paciente. Otras preguntas pueden ser de naturaleza más exploratoria o preventiva, que, aunque valiosas, no afectan de manera inmediata las decisiones clínicas.

La función que desempeña el profesional en el proceso de decisión también juega un papel importante. Un médico que se encuentre trabajando en equipo con otros profesionales puede priorizar preguntas que requieran colaboración o que dependan de la consulta con especialistas, mientras que otro médico que sea el principal responsable de un paciente podría centrarse en las preguntas relacionadas con el manejo integral de ese paciente.

 

 

 

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Fuente y lecturas recomendadas:
  1. Straus, S. E., Glasziou, P., Richardson, W. S., & Haynes, R. B. (2019). Medicina basada en la evidencia (5.ª ed.). Elsevier.
  2. Arceo Díaz, J. L., Ornelas Aguirre, J. M., & Domínguez Salcido, S. (2010). Manual de medicina basada en evidencias. Editorial El Manual Moderno.
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Originally posted on 5 de diciembre de 2024 @ 1:25 AM

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