Los cánceres secundarios del testículo son infrecuentes debido a varias características anatómicas y fisiológicas que limitan la diseminación tumoral hacia este órgano. El testículo posee una barrera hemato-testicular especializada que restringe la entrada de células tumorales circulantes y protege el tejido testicular de agresiones externas, incluido el asentamiento metastásico. Además, la irrigación sanguínea y linfática del testículo es relativamente limitada en comparación con otros órganos, lo que reduce la probabilidad de que células malignas de tumores primarios en otras localizaciones logren establecerse y proliferar en el tejido testicular.
En hombres mayores de cincuenta años, el linfoma representa la forma más común de neoplasia secundaria testicular. Este tipo de linfoma puede manifestarse en tres contextos clínicos diferentes: primero, como una manifestación tardía de un linfoma sistémico ampliamente diseminado; segundo, como la presentación inicial de una enfermedad clínicamente oculta, en la cual la afectación testicular es el primer indicio detectable de malignidad; y tercero, como enfermedad primaria extranodal que se origina directamente en el tejido testicular. Este patrón sugiere que el tejido testicular puede ser un sitio de refugio o de manifestación secundaria en procesos linfoproliferativos, en parte por las particularidades inmunológicas del órgano.
La intervención quirúrgica conocida como orquiectomía radical es el procedimiento estándar para confirmar el diagnóstico histológico, permitiendo además la extirpación del tejido afectado. El pronóstico en estos casos está íntimamente relacionado con el estadio en que se encuentra la enfermedad, siendo más desfavorable en etapas avanzadas con afectación sistémica.
Por otro lado, la metástasis directa hacia el testículo desde tumores primarios localizados en otros órganos es un fenómeno raro. Cuando ocurre, el origen primario más frecuente es el cáncer de próstata, seguido en frecuencia por neoplasias de pulmón, tracto gastrointestinal, melanoma y riñón. Este patrón refleja la proximidad anatómica y las vías de diseminación preferenciales de estas neoplasias, aunque la barrera hemato-testicular y otras características protectoras del testículo continúan limitando en gran medida el establecimiento metastásico.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
- Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
- Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.
- Rozman, C., & Cardellach López, F. (Eds.). (2024). Medicina interna (20.ª ed.). Elsevier España.