Protuberancia del disco óptico

Protuberancia del disco óptico
Protuberancia del disco óptico

La protuberancia del disco óptico, conocida como edema de papila o papiledema, es una condición oftalmológica caracterizada por el aumento patológico de la cabeza del nervio óptico en la región del fondo de ojo. Este fenómeno puede tener múltiples causas, tanto intraoculares como relacionadas con la presión intracraneal.

Entre las causas intraoculares de la hinchazón del disco óptico se incluyen la oclusión de la vena central de la retina, la uveítis posterior y la escleritis posterior. Estas condiciones pueden llevar a un aumento de la presión dentro del ojo y afectar directamente la cabeza del nervio óptico, provocando su edema.

Por otra parte, lesiones que afectan el nervio óptico también pueden desencadenar hinchazón del disco óptico. Entre ellas se encuentran la neuropatía óptica isquémica anterior, neuritis óptica, meningioma de la vaina del nervio óptico, así como infiltraciones por sarcoidosis, leucemia o linfoma. Estas condiciones pueden comprometer la integridad estructural o funcional del nervio óptico, resultando en su inflamación y edema.

El papiledema, un tipo específico de hinchazón del disco óptico, está predominantemente asociado con un aumento de la presión intracraneal. Esta condición puede ser bilateral y generalmente se manifiesta como un agrandamiento del punto ciego en el campo visual, sin una pérdida inicial de agudeza visual. Sin embargo, en casos severos agudos o crónicos, como en la hipertensión intracraneal idiopática o la oclusión del seno venoso cerebral, el papiledema puede causar una pérdida visual significativa y afectar el campo visual de manera más extensa.

El manejo del papiledema crónico incluye un monitoreo cuidadoso de la función visual, especialmente de los campos visuales, para detectar cualquier deterioro. En algunos casos, puede ser necesario considerar intervenciones como la derivación del líquido cefalorraquídeo o la fenestración de la vaina del nervio óptico para aliviar la presión sobre el nervio y preservar la función visual en pacientes con pérdida visual progresiva que no responde adecuadamente al tratamiento médico convencional.

En situaciones específicas de hipertensión intracraneal idiopática, donde el control de la presión intracraneal es crucial, pueden emplearse medicamentos como la acetazolamida para reducir la producción de líquido cefalorraquídeo y, en casos resistentes, procedimientos más invasivos como el stent del seno venoso transverso pueden considerarse para mejorar el flujo venoso y reducir la presión sobre el nervio óptico.

 

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