El arte de la lectura
El acto de leer, es el proceso por el cual la mente, sin ayuda del exterior, se eleva gracias al poder de sus propios recursos.
Debe adquirirse la capacidad para leer cosas diferentes a velocidades también diferentes, las adecuadas, no todas a la mayor velocidad posible.
Cuando leemos demasiado deprisa o demasiado despacio no comprendemos nada.
No es necesario saberlo todo acerca de un tema para comprenderlo; en muchas ocasiones, la existencia de demasiados hechos representa un obstáculo tan grande como la existencia de demasiados pocos.
Un lector es mejor que otro en proporción a su capacidad para una mayor actividad en la lectura y con un mayor esfuerzo.
Se produce auténtica comunicación cuando lo que el escritor desea que se reciba llega a posesión del lector.
El éxito en la lectura será determinado por el grado de recepción de todo lo que el escritor tenía intención de comunicar.
Existe una diferencia más profunda que la ya señalada entre la lectura para obtener información y la lectura para obtener comprensión.
No existe dificultad alguna de carácter intelectual a la hora de obtener nueva información en el transcurso de la lectura si los hechos nuevos pertenecen a la misma categoría que los que ya se conocen.
La desigualdad inicial en la comprensión. El escritor debe ser «superior» al lector en cuanto a la comprensión, y su libro debe transmitir de forma legible las percepciones que posee y de las que carecen sus lectores potenciales.
En segundo lugar, el lector debe ser capaz de superar esta desigualdad en cierta medida, quizá en pocas ocasiones plenamente, pero aproximándose a la igualdad con el escritor. En la medida que se aproxime a la igualdad se logrará claridad de comunicación.
La lectura persigue otro gran objetivo además de obtener información y comprensión: el entretenimiento. Este tipo de lectura es la que plantea menos exigencias y la que requiere menos esfuerzos.
Estar informado equivale simplemente a conocer algo. Ser culto significa saber además en qué consiste todo: por qué es de tal manera, qué conexiones tiene con otros hechos, en qué aspectos es igual que otras cosas, en cuáles diferente y así sucesivamente.
Siempre ha habido ignorantes cultivados que han leído demasiado y no demasiado bien.
Si bien el profesor puede ayudar a sus alumnos de muchas formas, son los alumnos quienes tienen que aprender. El conocimiento tiene que crecer en su mente para que se produzca el aprendizaje.
Se realizan menos esfuerzos mentales cuando se lee con el fin de informarse o de entretenerse que cuando se trata de comprender para descubrir algo, porque éstos son los tipos de lectura menos activos, lo que no puede aplicarse a la lectura más activa, que requiere un esfuerzo de comprensión.
En el arte de la lectura hemos de incluir todas las destrezas del arte del descubrimiento sin ayuda: deseo de observar, una memoria preparada para realizar sus funciones, amplia imaginación y, naturalmente, una mente educada en el análisis y la reflexión.
Al escuchar se aprende de un profesor que está presente, mientras que al leer se aprende de un profesor ausente. La educación continua depende fundamentalmente de los libros, de la lectura sin la ayuda de profesor.
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