Embarazadas portadoras de virus de hepatitis B y C
Embarazadas portadoras de virus de hepatitis B y C

Embarazadas portadoras de virus de hepatitis B y C

La hepatitis B es una infección viral crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo, siendo aproximadamente 350 millones de personas portadoras crónicas de este virus. La hepatitis B puede transmitirse a través de fluidos corporales, y las mujeres embarazadas que son portadoras del virus de la hepatitis B (VHB) representan un grupo de alto riesgo para la transmisión vertical del virus a su bebé.

La transmisión vertical de la hepatitis B, es decir, de madre a hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia, es una preocupación fundamental. La probabilidad de que ocurra esta transmisión es considerablemente alta si la madre es portadora tanto del antígeno de superficie de la hepatitis B (HBsAg) como del antígeno “e” de la hepatitis B (HBeAg). En estas circunstancias, el riesgo de que el bebé adquiera la infección durante el parto es notablemente mayor.

Para prevenir la transmisión vertical del virus de la hepatitis B, se recomienda la realización de un tamizaje universal para la detección del HBsAg en todas las mujeres embarazadas, ya que esto permite identificar a las portadoras crónicas del virus. Si se detecta la presencia de estos antígenos, existen intervenciones específicas para reducir el riesgo de transmisión al recién nacido. Una estrategia efectiva es la administración inmediata de inmunoglobulina específica contra la hepatitis B y la vacuna contra la hepatitis B, que deben ser administradas intramuscularmente al recién nacido poco después del parto. Esta vacunación se complementa con dosis adicionales de la vacuna a los 1 y 6 meses de edad para asegurar la protección continua.

En casos donde la carga viral en la madre es alta, particularmente si la carga viral supera los 10^6 a 10^8 copias por mililitro de suero, se ha demostrado que el tratamiento antiviral durante el embarazo puede reducir significativamente la posibilidad de transmisión al bebé. El tratamiento recomendado incluye el uso de tenofovir disoproxil fumarato, que se administra a una dosis de 300 mg por vía oral una vez al día, comenzando entre las semanas 28 y 32 del embarazo y continuando hasta el momento del parto. Este es el tratamiento de primera línea, pero también se pueden usar otros medicamentos como lamivudina o telbivudina, aunque estos no tienen tanta evidencia de eficacia como el tenofovir.

Es importante resaltar que este tipo de terapia antiviral es generalmente seguro durante el embarazo, aunque aún faltan datos de seguimiento a largo plazo sobre sus posibles efectos secundarios. Además, es crucial que las mujeres embarazadas con hepatitis B crónica reciban un seguimiento adecuado durante su gestación, lo que incluye pruebas bioquímicas hepáticas y la evaluación de su carga viral, para monitorear la evolución de la enfermedad y ajustar el tratamiento si es necesario.

Es relevante también señalar que la hepatitis B no es una contraindicación para la lactancia materna. A pesar de que el virus puede estar presente en la leche materna, el riesgo de transmisión al bebé a través de la lactancia es bajo, especialmente si el bebé ha recibido la inmunización adecuada al nacer. En cuanto al tratamiento antiviral administrado a la madre durante el embarazo, no es necesario continuar este tratamiento después del parto, salvo indicación médica específica.

La infección por el virus de la hepatitis C representa la infección crónica muy común transmitida por sangre. A pesar de que el tamizaje basado en factores de riesgo permite identificar a un número significativo de mujeres infectadas, este enfoque no detecta aproximadamente el 50% de los casos, lo que justifica la recomendación de realizar un tamizaje universal durante el embarazo. El objetivo de este tamizaje es identificar a todas las mujeres embarazadas que puedan estar infectadas con el virus de la hepatitis C, ya que el diagnóstico temprano puede ayudar a prevenir la transmisión vertical y optimizar el manejo de la madre y el bebé.

La tasa promedio de infección por el virus de la hepatitis C en los recién nacidos de madres que son positivas para la infección, pero negativas para la infección por el virus de inmunodeficiencia humana, es de aproximadamente 5 a 6%. Sin embargo, cuando las madres están coinfectadas con los virus de la hepatitis C y de la inmunodeficiencia humana, la tasa de transmisión al bebé aumenta significativamente, alcanzando entre el 10% y el 11%. La principal variable asociada con el riesgo de transmisión vertical del virus de la hepatitis C es la presencia de material genético del virus (ARN del virus de la hepatitis C) en la madre en el momento del parto. Cuanto mayor es la carga viral en la madre, mayor es el riesgo de que el virus se transmita al bebé durante el proceso del parto.

En cuanto al tratamiento de la infección por hepatitis C durante el embarazo, actualmente no se recomienda la utilización de medicamentos antivirales. Medicamentos como el interferón y la ribavirina se consideran contraindicados durante la gestación debido a los posibles riesgos para el feto. Si bien algunos tratamientos antivirales directos, como la combinación de ledipasvir y sofosbuvir (Harvoni), han mostrado ser seguros en estudios realizados en animales, no se recomienda su uso en embarazadas fuera de un contexto de ensayo clínico controlado. Esto se debe a que no existen suficientes datos sobre la seguridad y eficacia de estos tratamientos durante el embarazo en humanos.

En cuanto a las intervenciones durante el parto, no se recomienda realizar una cesárea exclusivamente debido a la historia de hepatitis C en la madre, ya que no se ha demostrado que esta medida reduzca el riesgo de transmisión vertical del virus. Además, durante el trabajo de parto, es importante evitar la ruptura temprana de las membranas y la colocación de un electrodo en el cuero cabelludo fetal si es seguro hacerlo, debido al riesgo potencialmente desconocido de un aumento en la transmisión vertical del virus a través de estas intervenciones. No obstante, este riesgo sigue siendo incierto y requiere una evaluación individualizada basada en la situación clínica de cada paciente.

En relación con la lactancia, la infección por el virus de la hepatitis C no es una contraindicación para amamantar al recién nacido. Aunque el virus puede estar presente en la leche materna, el riesgo de transmisión al bebé a través de la lactancia es considerado bajo, y las autoridades médicas recomiendan que las madres con hepatitis C continúen amamantando a sus hijos, salvo que existan otras complicaciones o infecciones asociadas que puedan contraindicarlo.

 

 

Homo medicus

 


 

Guías de estudio. Homo medicus.
Guías de estudio. Homo medicus.

¡Gracias por visitarnos!

Fuente y lecturas recomendadas:
  1. Dotters-Katz SK et al. Society for Maternal-Fetal Medicine Consult Series No. 56: hepatitis C in pregnancy-updated guidelines: replaces Consult No. 43. Am J Obstet Gynecol. 2021;225:B8. Reaffirmed August 1, 2022. [PMID: 34116035]
Síguenos en X: @el_homomedicus  y @enarm_intensivo  Síguenos en instagram: homomedicus  y en Treads.net como: Homomedicus  

🟥     🟪     🟨     🟧     🟩     🟦

¿De cuánta utilidad te ha parecido este contenido?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.

Ya que has encontrado útil este contenido...

¡Sígueme en los medios sociales!

Si te fue útil este resumen, compártelo por favor!