Lesiones del menisco
Lesiones del menisco

Lesiones del menisco

Los meniscos son estructuras cartilaginosas en forma de media luna ubicadas en la parte interna y externa de la articulación de la rodilla, y desempeñan un papel fundamental en la absorción de impactos dentro de la rodilla. Actúan como amortiguadores naturales, distribuyendo las cargas que se generan durante las actividades físicas y ayudando a reducir la presión sobre los huesos de la articulación, como el fémur y la tibia. Gracias a su capacidad para absorber y distribuir estas fuerzas, los meniscos protegen los componentes óseos y cartilaginosos de la rodilla, permitiendo un movimiento fluido y reduciendo el riesgo de daño articular.

Cuando ocurre una lesión en el menisco, ya sea por un traumatismo agudo o por movimientos repetitivos, se interrumpe su función de absorción de impactos. Esto puede dar lugar a una serie de síntomas, entre los cuales se incluyen dolor en la zona de la rodilla, sensación de chasquidos o clics durante el movimiento, e incluso una sensación de bloqueo, donde la rodilla parece no poder moverse completamente o se siente atascada. Estos síntomas pueden variar en intensidad dependiendo del grado de la lesión y de las estructuras afectadas.

Las lesiones en los meniscos pueden clasificarse en dos tipos principales: agudas y crónicas. Las lesiones agudas suelen ocurrir como resultado de un traumatismo directo o un movimiento brusco, como una torsión o un giro de la rodilla mientras se realiza una actividad física, y son más comunes en personas jóvenes que participan en deportes de alto impacto. Por otro lado, las lesiones crónicas son producto de un microtrauma repetido que se acumula con el tiempo, como los movimientos de flexión profunda o torsión continuos, que son frecuentes en actividades como el agacharse o girar de manera repetitiva. Este tipo de lesiones es más frecuente en personas de mayor edad, cuyo tejido cartilaginoso es más susceptible al desgaste.

Independientemente de la causa, cualquier daño en el menisco puede comprometer la funcionalidad de la rodilla y, si no se trata adecuadamente, puede dar lugar a complicaciones a largo plazo, como el desarrollo de artrosis en la articulación. El tratamiento varía según la gravedad de la lesión e incluye desde medidas conservadoras, como fisioterapia, hasta intervenciones quirúrgicas para reparar o incluso remover parte del menisco dañado.


Manifestaciones clínicas

El paciente con una lesión en el menisco puede presentar una marcha antálgica, caracterizada por una alteración en su patrón de locomoción debido al dolor. Esta marcha se manifiesta como una forma de evitar la carga excesiva sobre la rodilla afectada, lo que genera dificultad para realizar movimientos como agacharse. En muchos casos, el paciente puede referir episodios de atrapamiento o bloqueo de un fragmento meniscal, una sensación en la que la rodilla parece “trancarse” o no poder moverse libremente. Estos síntomas están relacionados con la presencia de fragmentos meniscales que interfieren con el movimiento normal de la articulación.

A nivel físico, uno de los hallazgos más comunes es la presencia de derrame articular, o acumulación de líquido en la cavidad de la rodilla, que puede ser evidente al examen clínico. Además, el paciente suele presentar sensibilidad localizada en la línea articular, que puede ser tanto medial como lateral dependiendo de qué menisco esté afectado. Es característico que los pacientes puedan señalar con precisión el área de mayor dolor a lo largo de la línea articular, lo que proporciona información clave para el diagnóstico. El hinchazón generalmente aparece dentro de las primeras 24 horas posteriores a la lesión, aunque también puede desarrollarse más tarde, dependiendo de la gravedad de la lesión.

Una de las particularidades de las lesiones meniscales es que rara vez causan el tipo de hinchazón inmediata que se observa en fracturas óseas o en desgarros de ligamentos. Esta diferencia puede dificultar la identificación clínica temprana de una lesión meniscal, ya que la hinchazón no es tan pronunciada ni tan rápida como en otras lesiones traumáticas. Además, las lesiones meniscales son comunes en personas con rodillas artríticas, lo que puede complicar aún más el diagnóstico, ya que el dolor podría originarse tanto de la lesión meniscal como de la artritis subyacente. La distinción entre ambas fuentes de dolor requiere un análisis cuidadoso del historial clínico del paciente y de los hallazgos físicos.

Para confirmar el diagnóstico de una lesión meniscal, se emplean pruebas provocativas que ayudan a reproducir el dolor característico. Algunas de las pruebas más utilizadas incluyen la prueba de McMurray, la prueba modificada de McMurray y la prueba de Thessaly, las cuales están diseñadas para evaluar la integridad del menisco y reproducir los síntomas de atrapamiento o bloqueo durante los movimientos de rotación y flexión de la rodilla.

En cuanto a los síntomas específicos, la mayoría de los desgarros meniscales sintomáticos provocan dolor intenso durante movimientos de flexión profunda, como al intentar agacharse, o durante movimientos como el «caminar como pato», donde la rodilla se encuentra en una posición de rotación forzada y carga repetitiva. Estos movimientos tienden a exacerbar el dolor debido al estrés adicional que se coloca sobre el menisco dañado, lo que pone de manifiesto la incapacidad de la rodilla para funcionar de manera normal debido a la lesión.


Exámenes diagnósticos

En la evaluación de las lesiones meniscales, las radiografías generalmente no muestran alteraciones significativas, ya que estas pruebas de imagen se centran principalmente en las estructuras óseas y no capturan con detalle los tejidos blandos como los meniscos. Sin embargo, en algunos casos, las radiografías pueden revelar signos indirectos que sugieren la presencia de una lesión meniscal o de un daño articular asociado. Estos hallazgos pueden incluir un estrechamiento del espacio articular, que es indicativo de un desgaste progresivo del cartílago articular, o cambios tempranos de artrosis (osteoartritis) en la rodilla. Además, en algunos casos, pueden observarse cuerpos libres dentro de la articulación, que son fragmentos de menisco u otros tejidos que se han desplazado dentro de la cavidad articular, lo que podría deberse a un desgarro meniscal.

Aunque las radiografías pueden proporcionar información útil sobre el estado general de la rodilla, no son suficientes para evaluar adecuadamente las lesiones meniscales, ya que estas estructuras no son visibles en las imágenes radiográficas convencionales. Es por esto que la resonancia magnética (RM) de la rodilla es considerada la herramienta diagnóstica más precisa y confiable para las lesiones meniscales. La resonancia magnética ofrece una visualización detallada de los tejidos blandos, lo que permite identificar con alta precisión la presencia de desgarros o daños en los meniscos. De hecho, la resonancia magnética tiene una sensibilidad de aproximadamente el 93% y una especificidad del 95%, lo que significa que es capaz de detectar casi todas las lesiones meniscales (alta sensibilidad) y también tiene una baja tasa de falsos positivos, lo que la hace una técnica altamente confiable para confirmar el diagnóstico.

La resonancia magnética no solo permite identificar la ubicación y extensión de los desgarros meniscales, sino que también puede evaluar el estado de las estructuras adyacentes, como los ligamentos, el cartílago articular y otros componentes de la rodilla, lo que facilita una evaluación integral de la articulación y ayuda a guiar el tratamiento adecuado. Por lo tanto, a pesar de que las radiografías pueden ser útiles para detectar signos indirectos de patología articular, la resonancia magnética sigue siendo el estándar de oro para el diagnóstico de las lesiones meniscales.


Tratamiento

El tratamiento conservador es una opción válida para los desgarros meniscales degenerativos en pacientes mayores, ya que estos desgastes meniscales suelen ser el resultado de un proceso de envejecimiento natural o de un daño acumulativo debido a microtraumatismos repetidos. En estos casos, el enfoque terapéutico se asemeja al utilizado en pacientes con osteoartritis leve de rodilla, e incluye el uso de analgésicos para el manejo del dolor y fisioterapia enfocada en el fortalecimiento muscular y la estabilidad del core. El objetivo es mejorar la función de la rodilla mediante la mejora del tono muscular y el control postural, lo que ayuda a reducir la carga sobre la articulación afectada y, por lo tanto, a disminuir el dolor y mejorar la movilidad.

Un estudio aleatorizado controlado (RCT, por sus siglas en inglés) demostró que la fisioterapia, en comparación con la meniscectomía parcial artroscópica, arrojó resultados similares a los seis meses. Sin embargo, es relevante señalar que alrededor del 30% de los pacientes asignados a fisioterapia exclusivamente requirieron cirugía dentro de los seis meses posteriores, lo que sugiere que, aunque la fisioterapia es efectiva para un número considerable de pacientes, no siempre es suficiente para todos los casos. Este hallazgo indica que, en algunos pacientes, los síntomas no mejoran adecuadamente con el tratamiento conservador y puede ser necesario recurrir a intervenciones quirúrgicas.

En estudios aleatorizados, se ha encontrado que la cirugía artroscópica no ofrece beneficios significativos sobre las intervenciones simuladas (procedimientos placebo) en pacientes con desgarros meniscales degenerativos, especialmente en aquellos con signos de osteoartritis evidentes en las imágenes. Estos estudios sugieren que, para los pacientes con degeneración articular avanzada, los beneficios de la cirugía artroscópica son limitados y, en muchos casos, las intervenciones no quirúrgicas como la fisioterapia pueden ser igualmente efectivas.

Además, otro RCT encontró que los pacientes con desgarros meniscales degenerativos pero sin signos de artritis en las imágenes, tratados conservadoramente con terapia de ejercicio supervisado, tuvieron resultados similares a los de aquellos tratados con artroscopia a los dos años de seguimiento. Este tipo de enfoque conservador, centrado en ejercicios guiados por un profesional, ha demostrado ser una opción viable y efectiva a largo plazo para muchos pacientes, con la ventaja de evitar los riesgos y complicaciones asociados a la cirugía.

En general, la estrategia de tratamiento inicial para los pacientes mayores con desgarros meniscales degenerativos debe ser la fisioterapia supervisada, ya que permite mejorar la función de la rodilla sin los riesgos asociados a una intervención quirúrgica. Si no se obtienen resultados satisfactorios con este enfoque conservador, entonces se puede considerar la cirugía, particularmente en casos de dolor persistente o pérdida funcional significativa.

Por otro lado, en pacientes jóvenes y activos que presentan desgarros meniscales agudos, especialmente aquellos con signos clínicos de desajuste interno de la rodilla, como atrapamientos y derrames, el tratamiento artroscópico es generalmente la mejor opción. Esto es particularmente cierto si no hay signos de artritis en las imágenes y si la rodilla experimenta bloqueo mecánico debido a un menisco desplazado. La reparación o el desbridamiento artroscópico del menisco permite restaurar la función de la articulación de manera eficaz y es más adecuado para estos pacientes, que buscan preservar su actividad física.

Es importante destacar que los desgarros en la raíz del menisco (donde el menisco se inserta en la parte posterior de la tibia) son una entidad clínica que, si no se tratan adecuadamente, pueden llevar a un deterioro articular acelerado y aumentar el riesgo de desarrollar osteoartritis prematura. En estos casos, se recomienda un tratamiento quirúrgico temprano para reparar la raíz del menisco antes de que se produzca un daño irreparable en el cartílago articular. La intervención quirúrgica temprana en estos desgarros es fundamental para prevenir el desgaste articular y preservar la función de la rodilla a largo plazo.

 

 

 

Homo medicus

 


 

Guías de estudio. Homo medicus.
Guías de estudio. Homo medicus.

¡Gracias por visitarnos!

Fuente y lecturas recomendadas:
  1. Krych AJ et al. Meniscal root injuries. J Am Acad Orthop Surg. 2020;28:491. [PMID: 31693530] Petersen W et al. A systematic review about long-term results after meniscus repair. Arch Orthop Trauma Surg. 2022;142:835. [PMID: 33913009]
Síguenos en X: @el_homomedicus  y @enarm_intensivo  Síguenos en instagram: homomedicus  y en Treads.net como: Homomedicus  

🟥     🟪     🟨     🟧     🟩     🟦

¿De cuánta utilidad te ha parecido este contenido?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.

Ya que has encontrado útil este contenido...

¡Sígueme en los medios sociales!

Si te fue útil este resumen, compártelo por favor!