Un nódulo pulmonar solitario, a menudo denominado “lesión de moneda” debido a su forma redondeada y aislada, es una opacidad circunscrita en la imagen de tórax, generalmente de menos de 3 centímetros de diámetro, delimitada por un pulmón aparentemente normal. Su identificación en imágenes radiográficas o en tomografías computarizadas es un hallazgo importante que requiere una evaluación cuidadosa debido a la diversidad de su posible etiología.
Estos nódulos pueden ser clasificados en sólidos, subsólidos con vidrio esmerilado o de consistencia mixta. La mayoría de ellos son asintomáticos y se descubren incidentalmente durante estudios de imagen realizados por otras razones. Su aspecto redondeado y aislado en el contexto de un pulmón normal sugiere que están bien delimitados y no asociados con otras anomalías pulmonares.
Los nódulos pulmonares solitarios tienen un espectro amplio de posibles causas, desde benignas hasta malignas. Entre las causas benignas, los granulomas infecciosos son los más comunes y suelen representar la mayoría de los nódulos solitarios. Los granulomas pueden resultar de infecciones previas, como tuberculosis o histoplasmosis, y suelen ser detectados como opacidades redondeadas en el pulmón. Otros nódulos benignos, como los hamartomas, constituyen menos del 5% de los casos; estos son tumores no cancerosos compuestos por una mezcla de tejidos normales que crecen en una disposición anormal.
En contraste, los nódulos malignos, aunque menos frecuentes, presentan una preocupación mayor. La probabilidad de malignidad aumenta con la edad; los nódulos malignos son relativamente raros en individuos menores de 30 años, pero su incidencia crece con la edad. Los factores de riesgo como el tabaquismo, donde la probabilidad de malignidad se eleva en función del número de cigarrillos consumidos diariamente, también juegan un papel crucial. Además, pacientes con antecedentes de cáncer tienen una mayor probabilidad de desarrollar un nódulo pulmonar solitario maligno.
La evaluación de un nódulo pulmonar solitario tiene dos objetivos principales: identificar y resecar tumores malignos en pacientes que se beneficiarían de la intervención quirúrgica, y evitar procedimientos invasivos en casos benignos. Para lograr esto, se requiere una estrategia diagnóstica que incluya la consideración de características del nódulo, tales como tamaño, bordes, y patrón de crecimiento, así como la historia clínica del paciente, antecedentes de exposición a factores de riesgo y otras características individuales. La decisión de realizar una biopsia, una resección o simplemente observar el nódulo depende de una evaluación precisa de la probabilidad de malignidad. Esto permite optimizar el manejo clínico, maximizando los beneficios para el paciente y minimizando riesgos innecesarios.
Manifestaciones de malignidad
La evaluación de un nódulo pulmonar solitario para determinar su probabilidad de malignidad se basa en una combinación de datos clínicos y características radiográficas. La tomografía computarizada (TC) juega un papel crucial en esta evaluación debido a su capacidad para proporcionar una visión detallada del nódulo y de su entorno.
El primer paso en la evaluación es revisar estudios de imágenes anteriores. Comparar los estudios actuales con los anteriores permite calcular el tiempo de duplicación del nódulo, un marcador importante en la valoración de malignidad. El tiempo de duplicación se refiere al intervalo necesario para que el nódulo duplice su tamaño. Un tiempo de duplicación menor a 30 días sugiere una rápida progresión, que es más característica de procesos infecciosos o de crecimiento rápido como en ciertos tipos de cáncer agresivos. Por el contrario, un tiempo de duplicación superior a 465 días sugiere que el nódulo es estable y, por lo general, más probable que sea benigno.
Además de la evaluación temporal, las características radiográficas del nódulo son fundamentales. El tamaño del nódulo está estrechamente relacionado con el riesgo de malignidad. Estudios han demostrado que la tasa de malignidad varía significativamente con el tamaño del nódulo, siendo mucho más alta en nódulos grandes. Para nódulos de 2 a 5 mm, la tasa de malignidad es del 1%. En nódulos de 6 a 10 mm, la tasa aumenta al 24%. Nódulos de 11 a 20 mm presentan una tasa de malignidad del 33%, mientras que nódulos de 21 a 45 mm tienen una tasa de malignidad del 80%. Este incremento en la tasa de malignidad con el tamaño sugiere que los nódulos más grandes tienen una mayor probabilidad de ser malignos.
Las características de los bordes del nódulo también son indicativas. Un borde liso y bien definido es generalmente asociado con procesos benignos, mientras que los márgenes mal definidos o lobulares sugieren una mayor probabilidad de malignidad. La presencia de márgenes espiculados y un halo periférico, observados a través de la TC de alta resolución, están altamente correlacionados con malignidad. Estos hallazgos reflejan una posible invasión del tejido circundante, un signo común de cáncer.
La calcificación del nódulo es otra característica importante para la evaluación. Las lesiones benignas suelen mostrar una calcificación densa en un patrón central o laminado, que es típico de ciertos tipos de granulomas o hamartomas. En contraste, las lesiones malignas tienden a presentar calcificación más escasa, a menudo en forma de pequeños puntos o excéntrica, lo cual es menos estructurado y puede indicar crecimiento tumoral desorganizado.
Finalmente, la presencia de lesiones cavitarias también ofrece información diagnóstica. Las cavitaciones con paredes gruesas, especialmente aquellas con un grosor mayor a 16 mm, tienen una mayor probabilidad de ser malignas. Las características de estas cavitaciones, como su grosor y contorno, son mejor evaluadas mediante TC de alta resolución en comparación con la radiografía de tórax, que puede no proporcionar suficiente detalle para una evaluación precisa. La TC de alta resolución también es superior en la detección de linfadenopatía y la presencia de múltiples lesiones, factores adicionales que pueden influir en la probabilidad de malignidad.
Clasificación de probabilidad de malignidad del nódulo pulmonar solitario
En la evaluación de un nódulo pulmonar solitario, la asignación de una probabilidad específica de malignidad basada en datos clínicos y radiológicos es crucial para guiar las decisiones de manejo. Esta probabilidad se utiliza para determinar si se debe realizar una biopsia, una escisión quirúrgica, o seguir un enfoque de vigilancia. Existen modelos de predicción cuantitativa, como el modelo Brock y el modelo cooperativo VA, que integran diversas variables clínicas y radiológicas para estimar el riesgo de malignidad.
La asignación de una probabilidad continua de malignidad generalmente se agrupa en tres categorías principales:
- Baja Probabilidad de Malignidad (<5%): Para los pacientes que presentan una baja probabilidad de malignidad, como aquellos menores de 30 años, nódulos que han sido estables durante más de 2 años, o nódulos con patrones de calcificación benigna (por ejemplo, calcificación central o laminada), la estrategia recomendada es la vigilancia. La espera vigilante implica realizar estudios de imágenes en serie a intervalos regulares para monitorear cualquier cambio en el nódulo. La TC de alta resolución es particularmente útil para detectar pequeños cambios en el tamaño o la morfología del nódulo. En estos casos, la reconstrucción tridimensional de imágenes de TC proporciona una prueba más sensible para detectar un crecimiento sugestivo de malignidad. La vigilancia continua permite una detección temprana de posibles cambios que podrían indicar un aumento en el riesgo de malignidad, permitiendo una intervención oportuna si es necesario.
- Alta Probabilidad de Malignidad (>60%): Para nódulos con una alta probabilidad de malignidad, que supera el 60%, la recomendación general es proceder directamente a la resección quirúrgica después de una adecuada estadificación, siempre que el riesgo quirúrgico sea aceptable. En estos casos, las biopsias suelen tener una tasa de diagnóstico benigno específico bastante baja y, por lo tanto, no están indicadas como primera opción. La resección quirúrgica permite una evaluación histopatológica completa y proporciona una solución definitiva al problema, minimizando el riesgo de progresión del cáncer.
- Probabilidad Intermedia de Malignidad (5-60%): La gestión de nódulos con una probabilidad intermedia de malignidad es más controvertida y menos estandarizada. La decisión puede depender de una combinación de factores adicionales, incluidos la edad del paciente, el historial médico, los factores de riesgo y las características específicas del nódulo. En general, las opciones incluyen la realización de una biopsia para obtener una muestra de tejido, seguido de una evaluación adicional, o continuar con una vigilancia más estricta si se considera que la biopsia es demasiado invasiva o si el resultado de la biopsia no proporciona información concluyente. La decisión final debe ser personalizada y tomada en consulta con el paciente, considerando tanto los riesgos y beneficios del procedimiento invasivo como la probabilidad de que el nódulo sea maligno.
Biopsia del nódulo pulmonar
El enfoque tradicional para el diagnóstico de nódulos pulmonares solitarios involucra la obtención de una biopsia, que puede realizarse mediante broncoscopia o aspiración con aguja transtorácica (TTNA). Cada uno de estos métodos tiene sus ventajas y desventajas en términos de rendimiento diagnóstico, riesgos y complicaciones asociadas.
1. Broncoscopia:
La broncoscopia es una técnica en la que se utiliza un endoscopio para visualizar el interior de las vías respiratorias y obtener muestras de tejido del nódulo. El rendimiento diagnóstico de la broncoscopia varía ampliamente, con tasas de éxito que oscilan entre el 10% y el 80%, dependiendo de factores como el tamaño y la ubicación del nódulo. En general, la broncoscopia tiene un rendimiento más bajo para nódulos periféricos y de menor tamaño, especialmente aquellos menores de 2 cm. Esto se debe a que la broncoscopia es más efectiva en nódulos que están ubicados cerca de las vías respiratorias principales. Las complicaciones asociadas con la broncoscopia son relativamente raras, pero pueden incluir hemorragia o infección.
A pesar de sus limitaciones, se están investigando nuevas modalidades broncoscópicas para mejorar el rendimiento diagnóstico. La navegación electromagnética y la broncoscopia ultrafina son dos enfoques emergentes que buscan mejorar la capacidad para acceder a nódulos periféricos y mejorar la precisión diagnóstica. Sin embargo, el impacto de estas tecnologías en el rendimiento diagnóstico aún no está completamente claro y requiere más estudios para validar su efectividad en la práctica clínica.
2. Aspiración con Aguja Transtorácica (TTNA):
La TTNA es otro método común para obtener muestras de tejido de nódulos pulmonares. En este procedimiento, se utiliza una aguja fina para aspirar células del nódulo bajo guía de imágenes, generalmente mediante tomografía computarizada (TC). El rendimiento diagnóstico de la TTNA es generalmente superior al de la broncoscopia, con tasas de éxito que varían entre el 50% y el 97%. Sin embargo, la efectividad de la TTNA depende en gran medida del tamaño y la ubicación del nódulo, así como de la habilidad y experiencia del operador.
Una de las desventajas de la TTNA es la mayor tasa de complicaciones en comparación con la broncoscopia. El neumotórax, o acumulación de aire en la cavidad pleural, ocurre en hasta el 30% de los pacientes que se someten a TTNA, y aproximadamente un tercio de estos pacientes pueden requerir la colocación de un tubo torácico para drenar el aire acumulado. Además, la TTNA tiene una tasa significativa de falsos negativos, que puede llegar al 20-30%, lo que significa que en algunos casos la muestra puede no contener células malignas a pesar de que el nódulo sea canceroso.
Debido a estos desafíos, se han desarrollado enfoques alternativos para la obtención de muestras y el diagnóstico de nódulos pulmonares solitarios. Entre estos enfoques alternativos se encuentran técnicas como la biopsia líquida, que analiza células tumorales o ADN tumoral en fluidos corporales, y técnicas de imagen avanzadas que buscan mejorar la precisión de la localización y la caracterización del nódulo.
La elección entre broncoscopia y TTNA para el diagnóstico de nódulos pulmonares solitarios debe considerar la ubicación y el tamaño del nódulo, el rendimiento diagnóstico esperado, y los riesgos asociados con cada procedimiento. La broncoscopia es menos invasiva y tiene menos complicaciones, pero es menos efectiva para nódulos periféricos y pequeños. La TTNA, aunque más invasiva y con un mayor riesgo de complicaciones, generalmente ofrece un mejor rendimiento diagnóstico, especialmente para nódulos periféricos. La evolución de nuevas tecnologías y enfoques diagnósticos promete mejorar la precisión y reducir las complicaciones asociadas con estos procedimientos.
Tomografía por emisión de positrones y otras alternativas para evaluación de probabilidad de malignidad
La tomografía por emisión de positrones (PET) es una herramienta altamente eficaz para evaluar nódulos pulmonares debido a su capacidad para detectar un aumento del metabolismo de la glucosa, un rasgo característico de muchas lesiones malignas. La PET muestra una alta sensibilidad, que varía entre el 85% y el 97%, lo que significa que es capaz de identificar correctamente la presencia de cáncer en la mayoría de los casos. Su especificidad es moderada, entre el 70% y el 85%, lo que indica que aunque una PET positiva generalmente sugiere malignidad, no siempre garantiza que la lesión sea cancerosa.
La PET se ha integrado en muchos algoritmos diagnósticos para evaluar nódulos pulmonares cuando los hallazgos de la tomografía computarizada (TC) de alta resolución son inconclusos. Un resultado positivo en la PET incrementa considerablemente la probabilidad de malignidad, ayudando a dirigir las decisiones clínicas hacia una intervención más agresiva o una mayor evaluación. En contraste, una PET negativa puede excluir la presencia de la mayoría de los cánceres, dado que los tumores malignos tienden a mostrar una elevada captación de glucosa.
Sin embargo, la PET no está exenta de limitaciones. Puede dar lugar a falsos negativos, especialmente en casos de tumores con baja actividad metabólica, como ciertos tumores carcinoides y algunos adenocarcinomas mínimamente invasivos o in situ. En estos casos, a pesar de que la PET puede no detectar la malignidad, las imágenes de TC de seguimiento son recomendadas para monitorear el nódulo a intervalos regulares, asegurando que no haya signos de crecimiento que puedan indicar malignidad en una etapa posterior.
Además, la PET tiene desventajas adicionales. Su resolución espacial es relativamente baja para lesiones menores de 1 cm, lo que puede limitar su capacidad para detectar tumores muy pequeños. También es una prueba costosa y su disponibilidad puede ser restringida en algunos centros médicos, lo que puede afectar su implementación en la práctica clínica general.
La citología del esputo, una técnica diagnóstica que examina células en muestras de esputo para detectar cáncer, es conocida por su alta especificidad, lo que significa que es eficaz para confirmar la presencia de células cancerosas cuando estas están presentes. Sin embargo, su sensibilidad es limitada, lo que significa que no siempre detecta cáncer, especialmente en casos donde la cantidad de células malignas en el esputo es baja. Esta técnica se emplea principalmente para evaluar lesiones centrales y en pacientes que no son adecuados para procedimientos invasivos más riesgosos.
En el manejo de nódulos pulmonares solitarios con una probabilidad intermedia de malignidad, algunos centros optan por la resección utilizando cirugía toracoscópica asistida por video (VATS). Este enfoque minimiza la invasividad de la intervención quirúrgica en comparación con una toracotomía convencional. Durante el procedimiento, el cirujano puede realizar una sección congelada del nódulo para una evaluación rápida. Si el análisis revela malignidad, el cirujano puede proceder con una lobectomía y un muestreo de los ganglios linfáticos, ya sea utilizando técnicas toracoscópicas adicionales o, en algunos casos, convirtiendo el procedimiento en una toracotomía estándar si es necesario.
Este enfoque, aunque eficaz, es menos frecuente cuando se cuenta con un escaneo de PET preoperatorio. La PET puede proporcionar información valiosa sobre la actividad metabólica del nódulo, ayudando a guiar la decisión clínica y, a veces, evitando la necesidad de una resección quirúrgica inmediata en favor de un manejo menos invasivo. La información obtenida a partir de la PET puede reducir la incertidumbre en la evaluación preoperatoria y dirigir a los médicos hacia opciones de tratamiento más específicas basadas en la probabilidad de malignidad estimada.
Guía de decisiones
Cuando se enfrenta a la decisión sobre el manejo de un nódulo pulmonar solitario, es crucial proporcionar a cada paciente una estimación precisa de la probabilidad de malignidad del nódulo. Esta estimación debe basarse en una combinación de datos clínicos, resultados de imágenes y modelos de predicción, y debe ser comunicada de manera clara y comprensible. Además, es esencial considerar las preferencias individuales del paciente al tomar decisiones sobre el diagnóstico y el tratamiento.
Los pacientes pueden tener opiniones muy diferentes sobre su preferencia por un enfoque diagnóstico o terapéutico específico. Por ejemplo, un paciente puede preferir una estrategia que incluya una vigilancia más conservadora, como la observación y el seguimiento, si la probabilidad de malignidad es baja y se sienten cómodos con la idea de monitorear el nódulo a lo largo del tiempo. Sin embargo, otros pacientes pueden buscar un diagnóstico definitivo y estar más inclinados hacia un enfoque más invasivo, como una biopsia o una resección quirúrgica, para obtener una respuesta rápida y concluyente.
Por otro lado, un enfoque quirúrgico puede no ser la opción preferida para todos los pacientes, especialmente si la presencia de cáncer aún no está confirmada. La idea de someterse a una cirugía puede ser angustiante para algunos pacientes, y pueden preferir explorar primero métodos menos invasivos o esperar hasta que se confirme la malignidad con mayor certeza. La decisión de proceder con cirugía debe ser cuidadosamente discutida y justificada, considerando el equilibrio entre los beneficios de una intervención temprana y los riesgos asociados con la cirugía.
Para tomar una decisión informada, los pacientes deben estar plenamente conscientes de los riesgos y beneficios de todas las opciones disponibles. Esto incluye discutir los posibles efectos secundarios, complicaciones y la naturaleza invasiva de los procedimientos recomendados. Deben ser informados sobre las alternativas, como la observación, la biopsia o la cirugía, y cómo cada una de estas opciones se ajusta a sus necesidades y expectativas personales.

Fuente y lecturas recomendadas:
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Originally posted on 25 de agosto de 2024 @ 9:01 PM