La lesión de un nervio puede ocurrir a lo largo de su trayecto, siendo posible que sea comprimido, angulado o estirado por estructuras anatómicas adyacentes, especialmente en los puntos donde el nervio pasa a través de espacios estrechos. Este fenómeno, conocido como neuropatía por atrapamiento, ocurre cuando la presión sobre un nervio afecta su función normal. La comprensión de las causas subyacentes de estas lesiones aún no está completamente clara, ya que la contribución relativa de los factores mecánicos y de la isquemia (disminución del flujo sanguíneo) al daño local sigue siendo objeto de debate. Se sabe, sin embargo, que la compresión o el estiramiento de un nervio puede interrumpir la transmisión de señales nerviosas, lo que desencadena diversas manifestaciones clínicas.
En el caso de los nervios sensoriales o nervios mixtos, que contienen tanto fibras motoras como sensoriales, el dolor es un síntoma común y suele localizarse distalmente, es decir, en áreas alejadas de la lesión, lo que refleja la forma en que las señales nerviosas son alteradas y distribuidas. Sin embargo, las respuestas a la compresión nerviosa pueden variar considerablemente. Algunas neuropatías por atrapamiento no provocan síntomas evidentes, mientras que otras pueden resolverse de manera rápida y espontánea, sin intervención médica. En ciertos casos, los síntomas pueden volverse progresivamente más incapacitantes y angustiantes, lo que genera una mayor preocupación y demanda de tratamiento.
El déficit neurológico preciso que se manifiesta depende directamente del nervio involucrado y de la extensión de la lesión. Por ejemplo, si un nervio motor es comprimido, puede observarse debilidad muscular o atrofia, mientras que en el caso de nervios sensoriales, los síntomas pueden incluir dolor, entumecimiento o pérdida de sensación. Además, la percusión del nervio en el sitio de la lesión puede desencadenar sensaciones anormales, como parestesias, en la distribución distal del nervio afectado, lo que sirve como un indicador clínico importante de la localización del daño.
Es importante considerar que la neuropatía por atrapamiento puede ser la única manifestación de una polineuropatía subclínica, un trastorno donde múltiples nervios se ven afectados, pero cuyos síntomas no son lo suficientemente evidentes para ser detectados sin pruebas especializadas. Este escenario resalta la importancia de realizar estudios de conducción nerviosa, ya que son esenciales para excluir otras condiciones y para localizar con precisión la lesión focal. Los estudios de conducción nerviosa miden la velocidad y la amplitud de las señales eléctricas transmitidas a través de los nervios y pueden identificar alteraciones en su funcionamiento.
Recientemente, la ecografía neuromuscular ha emergido como una herramienta complementaria valiosa en este contexto. La ecografía permite visualizar de manera no invasiva las estructuras nerviosas y detectar cambios en la morfología o la compresión de los nervios, lo que facilita la evaluación de la neuropatía por atrapamiento y proporciona información adicional para un diagnóstico más preciso. Su uso está en aumento debido a su capacidad para ofrecer imágenes detalladas y ayudar en la planificación del tratamiento.
En los pacientes con neuropatía compresiva aguda, como la que puede ocurrir en individuos intoxicados, un ejemplo clásico es la parálisis del sábado por la noche, generalmente no se requiere tratamiento específico. La recuperación completa es común y, por lo general, ocurre dentro de un período de dos meses. Este fenómeno se debe, presumiblemente, a un proceso subyacente de desmielinización, que es la pérdida o daño de la mielina, la sustancia que recubre las fibras nerviosas y facilita la transmisión de los impulsos eléctricos. La desmielinización, en este contexto, puede ser reversible y no suele dejar secuelas permanentes. Sin embargo, en casos más graves, especialmente si la compresión ha sido muy prolongada o severa, puede ocurrir degeneración axonal, un proceso donde las fibras nerviosas mismas se dañan, lo que puede llevar a una recuperación más lenta o incluso incompleta. En tales situaciones, el daño al nervio es más extenso, y la capacidad para regenerarse puede verse comprometida, lo que resulta en una recuperación que puede ser parcial o, en algunos casos, nula.
Por otro lado, en las neuropatías compresivas o de atrapamiento crónicas, el tratamiento se centra principalmente en la prevención de factores agravantes y la corrección de cualquier condición subyacente sistémica que pueda estar contribuyendo al trastorno. Por ejemplo, en casos donde la compresión nerviosa se debe a la presencia de anomalías posturales, malas prácticas laborales o actividades que impliquen posiciones forzadas y repetitivas, es fundamental evitar dichas situaciones para prevenir la progresión de la lesión. Además, la corrección de condiciones sistémicas, como la diabetes o enfermedades metabólicas, que puedan afectar la función nerviosa, juega un papel crucial en el manejo de estas patologías.
En cuanto a las terapias locales, la infiltración de la región alrededor del nervio afectado con corticosteroides puede ser útil para reducir la inflamación y aliviar los síntomas. Los corticosteroides, al ser potentes agentes antiinflamatorios, pueden ayudar a reducir la hinchazón y la presión sobre el nervio, proporcionando un alivio sintomático y favoreciendo la recuperación. No obstante, en casos en los que el déficit neurológico sigue progresando, o cuando los estudios electrodiagnósticos revelan evidencias de denervación parcial en los músculos débiles, la cirugía de descompresión puede ser necesaria. Este procedimiento busca aliviar la presión sobre el nervio y restaurar su función. La intervención quirúrgica es especialmente indicada cuando hay un deterioro continuo del rendimiento neurológico, lo que sugiere que la compresión está afectando de manera más grave y sostenida la función nerviosa.
Aunque los tumores periféricos de nervios son poco frecuentes, pueden presentarse y, cuando lo hacen, típicamente causan mononeuropatía, un tipo de neuropatía que afecta a un solo nervio. Estos tumores pueden ser difíciles de diferenciar de las neuropatías por atrapamiento, aunque existen características que pueden ayudar a distinguirlos. La presencia de una masa palpable a lo largo del trayecto del nervio es uno de los indicios que puede sugerir un tumor periférico en lugar de una neuropatía por atrapamiento. Además, el diagnóstico preciso de la localización de la lesión es crucial, y puede lograrse mediante estudios electrofisiológicos apropiados y ecografía neuromuscular, los cuales permiten identificar con exactitud el sitio de la compresión o el tumor.
El tratamiento de los tumores periféricos sintomáticos generalmente implica la extirpación quirúrgica del tumor, siempre que sea posible. La cirugía se realiza con el objetivo de aliviar los síntomas y evitar que el tumor cause daño adicional al nervio, lo que podría resultar en un déficit neurológico irreversible. Sin embargo, la viabilidad de la extirpación dependerá de factores como el tamaño, la localización del tumor y la implicación de estructuras adyacentes.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
- Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
- Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.
- Rozman, C., & Cardellach López, F. (Eds.). (2024). Medicina interna (20.ª ed.). Elsevier España.

