El quiasma óptico es una estructura anatómica esencial en el sistema visual humano, desempeñando un papel crucial en la transmisión y procesamiento de la información visual en el cerebro. Este componente del sistema nervioso central se ubica de manera estratégica sobre el diafragma selar, delante del infundíbulo del hipotálamo. En su proximidad se encuentran varias estructuras importantes, como el tercer ventrículo y el propio hipotálamo, lo que subraya su relevancia no solo en la visión, sino también en la regulación de procesos fisiológicos vinculados a la homeostasis y el ritmo circadiano.
Los nervios ópticos, que se originan en las células ganglionares de la retina de cada ojo, transportan la información visual hacia el quiasma óptico. Estos nervios contienen las fibras que transmiten las señales generadas por la estimulación de la luz en la retina, y su recorrido culmina en el quiasma óptico, donde se lleva a cabo un proceso fundamental para la correcta interpretación visual: el cruce parcial de las fibras nerviosas. Este fenómeno, conocido como decusación, implica que las fibras procedentes de la mitad nasal de la retina (es decir, las que se encuentran más cercanas a la nariz) se cruzan al lado opuesto del cerebro, mientras que las fibras de la mitad temporal (las que están más cercanas a las sienes) continúan hacia el mismo hemisferio cerebral. Esta disposición asegura que la información visual proveniente de ambos ojos se integre adecuadamente.
El cruce de las fibras en el quiasma óptico es fundamental para la percepción visual binocular, es decir, la capacidad del cerebro para combinar las imágenes obtenidas de cada ojo en una sola imagen coherente. Esta integración es esencial para la percepción de la profundidad y la visión tridimensional, dos aspectos clave para la interpretación precisa del entorno. Sin esta organización del cruce de las fibras, los seres humanos no podrían experimentar correctamente la estereopsis, que es la habilidad para percibir la distancia entre objetos a partir de las pequeñas diferencias en la imagen que cada ojo recibe.
Una vez que las fibras han cruzado el quiasma óptico, continúan su trayecto a través de los tractos ópticos, que se dirigen hacia las áreas cerebrales responsables de procesar la información visual, especialmente la corteza visual primaria en el lóbulo occipital. Allí, la información se procesa en un nivel más complejo, permitiendo la percepción consciente y la interpretación de los estímulos visuales. Además, la organización precisa del cruce de fibras en el quiasma óptico facilita la correcta formación de una imagen unificada del campo visual de ambos ojos, permitiendo que el cerebro coordine y procese eficientemente la información recibida de cada ojo.



Originally posted on 17 de septiembre de 2023 @ 3:05 PM