Las competencias no cognitivas juegan un papel fundamental en la formación integral de un cirujano, ya que le proporcionan una serie de habilidades y capacidades que trascienden el dominio específico de la técnica quirúrgica. Estas competencias abarcan aspectos como la comunicación efectiva, la empatía, la toma de decisiones éticas, el trabajo en equipo y la gestión del estrés, entre otros, los cuales son esenciales para interactuar adecuadamente con los pacientes, sus familiares y el resto del equipo médico. Si bien la habilidad técnica en cirugía es indiscutible, el ejercicio de esta disciplina también depende de una serie de aptitudes sociales y emocionales que le permitan al cirujano integrarse de manera efectiva al entorno laboral y humano que lo rodea.
El contexto global actual está marcado por una creciente diversidad cultural, sociológica y económica. En este entorno, cada región del mundo alberga a comunidades con identidades y necesidades distintas, pero lo que realmente conecta a todos los seres humanos es una capacidad común: la de vincularse a nivel emocional, afectivo y profesional. Esta capacidad, esencialmente humanística, se encuentra en el núcleo de todas las interacciones y actividades humanas, incluyendo, por supuesto, la práctica quirúrgica. Es por esto que el cirujano no solo debe dominar la ciencia de la cirugía, sino también desarrollar un conjunto de competencias que le permitan conectar de manera genuina con otras personas, desde el ámbito familiar hasta el profesional.
En este sentido, las competencias no cognitivas son cruciales para que el cirujano pueda desempeñar su labor de manera plena, eficiente y ética. Estas competencias incluyen habilidades de liderazgo, como la capacidad de inspirar confianza, motivar a su equipo de trabajo y tomar decisiones responsables que favorezcan siempre el bienestar del paciente. Además, le permiten actuar de manera consciente y reflexiva en situaciones complejas, considerando no solo los aspectos técnicos de la cirugía, sino también los contextos emocionales y sociales en los que se enmarca su intervención. Esto implica que el cirujano no se limite únicamente a ser un experto técnico, sino que se convierta en un líder ejemplar que promueva el bien común tanto dentro como fuera del quirófano.
El desarrollo continuo de estas competencias profesionales personales tiene un impacto directo en el comportamiento y las relaciones humanas del cirujano. En un entorno clínico, donde se requiere tomar decisiones rápidas y precisas, las habilidades interpersonales y emocionales juegan un papel crucial. La capacidad de comunicar información de manera clara y comprensible, la empatía para escuchar y comprender a los pacientes y sus familias, así como la habilidad para trabajar de manera colaborativa con otros profesionales de la salud, son elementos que no solo aumentan la eficacia del tratamiento quirúrgico, sino que también contribuyen a la seguridad y bienestar del paciente.
Para garantizar que estas competencias se mantengan vigentes y efectivas, es necesario que el cirujano se someta a un proceso de capacitación continua, que no solo contemple la actualización técnica de la cirugía, sino también el fortalecimiento de estas competencias personales. La formación constante no debe ser vista como una obligación únicamente relacionada con el conocimiento de nuevas técnicas quirúrgicas, sino como un compromiso ético y moral con la colectividad y con la salud de los pacientes que dependen de su experticia. De hecho, el entrenamiento en competencias no cognitivas es tan esencial como el perfeccionamiento de las habilidades técnicas, pues el cirujano que se forma constantemente en ambas áreas puede ofrecer una atención integral, segura y de calidad.
Además, el éxito del cirujano no depende solo de sus habilidades individuales, sino de su capacidad para operar dentro de un ecosistema médico colaborativo. La medicina moderna exige un enfoque multidisciplinario en el que los profesionales de la salud trabajan en equipo para ofrecer el mejor tratamiento posible a los pacientes. El cirujano exitoso es aquel que no solo se destaca por sus habilidades quirúrgicas, sino que también sabe trabajar de manera eficiente con otros médicos, enfermeras, anestesiólogos y personal administrativo. Este enfoque colaborativo favorece la creación de un entorno profesional donde la ética, la seguridad y el respeto mutuo prevalecen, lo que redunda en mejores resultados para los pacientes y, a su vez, en una experiencia de trabajo más gratificante para los profesionales involucrados.
Habilidades de comunicación
El ejercicio de la cirugía no solo exige habilidades técnicas y conocimientos específicos, sino también un alto grado de profesionalismo y liderazgo. Este enfoque integral es esencial para garantizar una práctica quirúrgica exitosa, tanto en términos de la intervención en sí misma como en la relación con los pacientes y los equipos de trabajo. La importancia de la formación continua en estos aspectos es cada vez más evidente, sobre todo en un entorno sanitario que está en constante cambio, marcado por la creciente influencia de las redes sociales, la telemedicina y las innovaciones tecnológicas. Estas dinámicas han transformado la manera en que los cirujanos deben comunicarse con sus pacientes y con sus colegas, lo que obliga a los profesionales a adaptarse para mantener su relevancia, eficacia y calidad en el ejercicio de su práctica quirúrgica.
La comunicación efectiva es una de las competencias fundamentales que el cirujano debe dominar y perfeccionar a lo largo de su carrera. Esta habilidad no solo implica transmitir información clara y precisa sobre el diagnóstico y el tratamiento, sino también ser capaz de escuchar activamente a los pacientes, comprender sus preocupaciones y responder a sus inquietudes de manera empática y profesional. En un contexto donde las redes sociales juegan un papel preponderante, el cirujano debe saber cómo interactuar con los pacientes y sus familias de manera ética, respetuosa y segura, entendiendo las complejidades de la interacción digital. A través de plataformas como la telemedicina, el cirujano puede ofrecer consultas, seguimiento postoperatorio y educación sobre el cuidado en el hogar, lo que requiere habilidades comunicativas adaptadas a estos nuevos formatos.
Sin embargo, la comunicación del cirujano no debe limitarse únicamente a la relación con los pacientes. En el entorno quirúrgico, la colaboración efectiva con otros profesionales de la salud es igualmente crucial. La práctica quirúrgica de calidad depende en gran medida de la coordinación entre el cirujano y los diferentes miembros del equipo, lo cual requiere un flujo constante de información, tanto antes como durante y después de la intervención. En este sentido, la actualización continua de los conocimientos y las técnicas es indispensable para mantener altos estándares de atención y garantizar la seguridad del paciente.
En el equipo quirúrgico, los principales colaboradores del cirujano son las enfermeras, los asistentes médicos y, especialmente, los anestesiólogos. Cada uno de estos profesionales desempeña un rol fundamental en el proceso quirúrgico. Las enfermeras, por ejemplo, no solo realizan tareas de apoyo técnico, sino que también proporcionan cuidados cruciales durante todo el proceso quirúrgico, desde la preparación del paciente hasta la vigilancia postoperatoria. Su comunicación con el cirujano y con el resto del equipo es esencial para asegurar que se sigan los protocolos de seguridad y que el paciente reciba la atención necesaria en cada fase de la intervención.
Por otro lado, los anestesiólogos tienen una función crítica al garantizar que el paciente esté en condiciones óptimas durante la cirugía. La administración de anestesia requiere una vigilancia constante y precisa, lo que exige una comunicación constante con el cirujano sobre cualquier cambio en el estado del paciente. La coordinación entre el cirujano y el anestesiólogo es indispensable para que la operación se lleve a cabo de manera segura, minimizando los riesgos de complicaciones.
El éxito de la práctica quirúrgica depende en gran medida de la interacción continua y eficaz de todos los miembros del equipo. Los sistemas en los que el cirujano ejerce su práctica profesional deben estar diseñados para fomentar esta comunicación, lo cual puede lograrse a través de reuniones regulares, plataformas tecnológicas para compartir información en tiempo real, y protocolos claros de actuación conjunta. Estos sistemas no solo mejoran la seguridad del paciente, sino que también optimizan el rendimiento del equipo quirúrgico, permitiendo una atención más ágil, eficiente y coordinada.
Un aspecto fundamental de este proceso de comunicación y colaboración es la constante revisión de la calidad de la práctica quirúrgica. Las sesiones de evaluación y retroalimentación son esenciales para mantener altos estándares profesionales, ya que permiten a los cirujanos reflexionar sobre sus actuaciones, identificar áreas de mejora y actualizar sus conocimientos. Estas revisiones deben formar parte integral de la vida profesional del cirujano, contribuyendo a su desarrollo continuo y asegurando que se mantenga al día con las mejores prácticas y las innovaciones en el campo de la cirugía. Este proceso también incluye la discusión de los resultados obtenidos, lo que no solo fortalece la autocrítica y el aprendizaje, sino que también fomenta un entorno de trabajo colaborativo y de mejora continua dentro del equipo quirúrgico.
Para lograr un tratamiento quirúrgico exitoso, el cirujano debe mantener una comunicación fluida y constante con todo el personal de quirófano. Desde el momento en que el paciente es recibido en el área quirúrgica hasta su recuperación postoperatoria, cada miembro del equipo tiene un rol fundamental en el cuidado y la seguridad del paciente. Esta interacción no solo está orientada a la ejecución técnica de la cirugía, sino también a la vigilancia del estado general del paciente, la gestión de cualquier complicación que surja y el aseguramiento de que todos los procedimientos se realicen conforme a los estándares establecidos.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Townsend, C. M., Beauchamp, R. D., Evers, B. M., & Mattox, K. L. (2022). Sabiston. Tratado de cirugía. Fundamentos biológicos de la práctica quirúrgica moderna (21.ª ed.). Elsevier España.
- Brunicardi F, & Andersen D.K., & Billiar T.R., & Dunn D.L., & Kao L.S., & Hunter J.G., & Matthews J.B., & Pollock R.E.(2020), Schwartz. Principios de Cirugía, (11e.). McGraw-Hill Education.
- Asociación Mexicana de Cirugía General. (2024). Nuevo Tratado de Cirugía General (1.ª ed.). Editorial El Manual Moderno.