La cirrosis hepática es una enfermedad crónica del hígado que implica el reemplazo del tejido hepático sano por tejido cicatricial, lo que interrumpe las funciones normales del órgano. A medida que la enfermedad progresa, pueden surgir varias complicaciones graves que afectan el bienestar del paciente.
Una de las principales complicaciones es la hipertensión portal, que ocurre cuando la presión en la vena porta, que transporta sangre desde el tracto digestivo hacia el hígado, se eleva. Esto puede generar la aparición de varices en el esófago, las cuales son venas dilatadas que, si se rompen, pueden causar hemorragias graves. También puede provocar ascitis, que es la acumulación de líquido en el abdomen.
Las varices esofágicas son venas dilatadas y tortuosas en el esófago que se desarrollan como resultado de la hipertensión portal crónica, la cual ocurre en pacientes con cirrosis hepática. Cuando la circulación sanguínea a través del hígado se ve comprometida debido a una obstrucción en la vena porta, la presión dentro del sistema portal aumenta, lo que favorece la formación de varices. La ruptura de estas varices es una de las principales causas de sangrado gastrointestinal superior, y es particularmente grave debido a su riesgo de hemorragias masivas.
Además, la trombosis de la vena porta, una condición en la que se forma un coágulo en la vena porta, también puede causar varices, y es una complicación que puede ocurrir en el contexto de cirrosis hepática. Esta condición obstruye el flujo sanguíneo hacia el hígado, generando un aumento de la presión en el sistema portal. Si no se maneja adecuadamente, puede contribuir a un círculo vicioso de complicaciones, incluida la insuficiencia hepática.
La insuficiencia hepática, por su parte, puede ser precipitada por diversos factores, como el consumo excesivo de alcohol, infecciones y procedimientos quirúrgicos. La cirrosis hepática, en particular, es una de las principales causas de insuficiencia hepática, ya que el daño crónico al hígado interfiere con su capacidad para funcionar correctamente. En este contexto, las células de Kupffer, que son células especializadas del sistema inmunológico en el hígado, desempeñan un papel fundamental en la defensa contra infecciones. Sin embargo, la disfunción de estas células debido a la cirrosis puede reducir la capacidad del hígado para eliminar patógenos, lo que incrementa el riesgo de infecciones sistémicas.
Uno de los factores que agrava esta situación es el uso de inhibidores de la bomba de protones, medicamentos que se emplean comúnmente para reducir la acidez gástrica. Estos fármacos, al modificar el ambiente ácido del estómago, pueden alterar la barrera protectora frente a infecciones, y su uso prolongado en pacientes con cirrosis ha demostrado aumentar significativamente la mortalidad, en algunos casos hasta cuatro veces, debido a la predisposición a infecciones graves, incluidas las infecciones nosocomiales. Estas infecciones, adquiridas durante la hospitalización, son a menudo causadas por bacterias multirresistentes, lo que complica aún más el tratamiento. Entre las infecciones más frecuentes en estos pacientes se incluyen infecciones del torrente sanguíneo (bacteriemia), infecciones del tracto urinario, infecciones pulmonares, peritonitis bacteriana espontánea, infecciones por Clostridioides difficile e infecciones asociadas a procedimientos quirúrgicos o intervenciones médicas.
Además de las infecciones, los pacientes con cirrosis están en riesgo de desarrollar otras complicaciones, como la osteoporosis, que afecta entre el 12% y el 55% de estos pacientes. La pérdida de densidad ósea en la cirrosis puede ser consecuencia de varios factores, entre los cuales se incluyen alteraciones en el metabolismo del calcio y la vitamina D, así como la presencia de comorbilidades como el uso de fármacos esteroides y la desnutrición.
La cirrosis también incrementa el riesgo de desarrollar carcinoma hepatocelular, un tipo de cáncer hepático que se presenta con mayor frecuencia en pacientes con cirrosis crónica. La transformación maligna de las células hepáticas es facilitada por el daño celular persistente y la fibrosis hepática. En estos pacientes, la vigilancia regular para detectar el carcinoma hepatocelular es fundamental.
Finalmente, la hipertensión portal clínica significativa, definida por un gradiente de presión venosa hepática superior a 10 milímetros de mercurio, es una manifestación importante de la cirrosis avanzada. Esta condición puede dar lugar a la aparición de varices, ascitis (acumulación de líquido en la cavidad abdominal) y encefalopatía hepática (alteración de la función cerebral debido a la insuficiencia hepática). Estas complicaciones reflejan un deterioro generalizado de la función hepática y representan un desafío importante para el manejo clínico de los pacientes con cirrosis.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Tapper EB et al. Diagnosis and management of cirrhosis and its complications: a review. JAMA. 2023;329:1589. [PMID: 37159031]
- Zanetto A et al. Haemostasis in cirrhosis: understanding destabilising factors during acute decompensation. J Hepatol. 2023;78:1037. [PMID: 36708812]
Originally posted on 14 de enero de 2025 @ 1:56 AM