Fibrosis, precursor de la cirrosis hepática
La cirrosis hepática es una condición en la que el hígado experimenta cambios patológicos crónicos y progresivos debido a diversas causas. Aunque las causas de la cirrosis pueden variar, hay características patológicas comunes que se observan en todos los casos de cirrosis, independientemente de la causa subyacente. Estas características incluyen la degeneración y necrosis de los hepatocitos, el reemplazo del tejido hepático normal por tejido fibroso y la formación de nódulos regenerativos, y finalmente la pérdida de la función hepática.
- Degeneración y necrosis de los hepatocitos: Los hepatocitos son las células funcionales principales del hígado, responsables de llevar a cabo muchas de sus funciones esenciales. Con el daño hepático crónico, los hepatocitos se ven sometidos a estrés y pueden sufrir degeneración, lo que afecta su estructura y función normal. Con el tiempo, algunos hepatocitos pueden morir debido a la necrosis, lo que contribuye a la pérdida de tejido hepático funcional.
- Reemplazo del parénquima hepático por tejido fibrótico: La respuesta inflamatoria del hígado a la lesión crónica desencadena la acumulación de tejido cicatricial fibroso (fibrosis). El tejido fibroso se forma como parte del proceso de reparación, pero en la cirrosis, la acumulación de cicatrices supera la capacidad del hígado para regenerarse, lo que conduce a una alteración significativa de la estructura normal del órgano.
- Formación de nódulos regenerativos: A medida que la fibrosis avanza, se forman nódulos regenerativos en el hígado. Estos nódulos son áreas en las que el tejido hepático intenta regenerarse para compensar la pérdida de células funcionales. Sin embargo, debido a la continua presencia de factores dañinos y a la proliferación de tejido cicatricial, la regeneración es desorganizada y anormal, lo que lleva a la formación de nódulos irregulares.
- Pérdida de la función hepática: Con el tiempo, el hígado va perdiendo progresivamente su capacidad funcional debido a la disminución del tejido hepático sano y funcional y al reemplazo por tejido cicatricial y nódulos regenerativos. Esto afecta a muchas funciones hepáticas críticas, como la síntesis de proteínas, el metabolismo de nutrientes, la detoxificación de sustancias, la producción de bilis y la regulación de procesos inmunológicos.
La fibrosis hepática es un paso clave en la evolución de todas las enfermedades hepáticas crónicas hacia la cirrosis. Es una respuesta natural del hígado ante el daño para intentar reparar el tejido dañado. Sin embargo, cuando la agresión persiste, la fibrosis se convierte en un proceso patológico descontrolado y excesivo, alterando la arquitectura normal del hígado y comprometiendo su función. Con el tiempo, esta progresión conduce a la cirrosis, que es la etapa final y común de diversas enfermedades hepáticas crónicas. La identificación temprana de la fibrosis y la intervención adecuada en las causas subyacentes son fundamentales para prevenir la progresión hacia la cirrosis y para mantener la función hepática y la calidad de vida del paciente.
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