Consideraciones en la nutrición e hidratación en pacientes graves

Consideraciones en la nutrición e hidratación en pacientes graves
Consideraciones en la nutrición e hidratación en pacientes graves Cuando un insecto estomacal afecta a una persona, probablemente no tenga ganas de comer, una pérdida de apetito que es parte de la respuesta normal del cuerpo a una enfermedad, pero que no se entiende bien. A veces comer menos durante la enfermedad lleva a una recuperación más rápida, pero otras veces --como cuando los pacientes de cáncer experimentan pérdida de apetito-- esta falta de ganas de comer puede ser mortal. ESPAÑA EUROPA MADRID SALUD GETTY

En pacientes graves, las consideraciones de nutrición e hidratación son fundamentales para garantizar el confort y la calidad de vida durante el proceso de enfermedad terminal. A menudo, las personas en esta situación pierden el apetito, lo que lleva a una disminución en la ingesta de alimentos y líquidos. Es crucial que los médicos y profesionales de la salud comuniquen adecuadamente a las familias que esta pérdida de interés por la alimentación y la hidratación no es indicativa de que el paciente esté muriendo de hambre o sed, sino que es parte natural del proceso de morir.

Es importante comprender que la falta de apetito y la disminución en la ingesta de alimentos y líquidos son respuestas fisiológicas normales en pacientes gravemente enfermos. En las etapas avanzadas de la enfermedad, el cuerpo puede perder la capacidad de absorber y utilizar los nutrientes de manera eficiente, lo que resulta en una reducción en la sensación de hambre y sed. Además, en el proceso de morir activamente, el cuerpo puede experimentar cambios metabólicos, como la cetonemia, que pueden inducir una sensación de euforia leve y analgesia, lo que disminuye aún más el deseo de comer y beber.

La atención en esta etapa se centra en proporcionar comodidad y alivio de los síntomas, en lugar de forzar la alimentación y la hidratación. La sed, por ejemplo, puede ser aliviada humedeciendo la boca con trozos de hielo, hisopos o paletas. Este enfoque busca mantener la comodidad del paciente y respetar su autonomía y dignidad, evitando intervenciones invasivas y potencialmente molestas.

Es importante que las familias comprendan que la pérdida de apetito y la disminución en la ingesta de alimentos y líquidos no significa abandono o falta de cuidado. Más bien, es una parte natural del proceso de morir y no debe interpretarse como sufrimiento o negligencia por parte del equipo médico o de cuidados paliativos. Las decisiones sobre la alimentación y la hidratación deben tomarse en consulta con el equipo médico y basarse en las necesidades y deseos del paciente, así como en los principios éticos de beneficencia y no maleficencia.

La nutrición artificial y la hidratación en pacientes al final de la vida plantean desafíos significativos y, en muchos casos, pueden no proporcionar los beneficios esperados, tanto para el paciente como para la familia. Varios factores contribuyen a esta conclusión, que incluyen consideraciones médicas, éticas y de calidad de vida.

En primer lugar, la administración de hidratación intravenosa puede llevar a complicaciones no deseadas en pacientes terminales. Aumentar la hidratación puede resultar en un aumento de las secreciones corporales, lo que puede ser difícil de controlar y contribuir a la incomodidad del paciente. Además, el exceso de líquidos puede conducir a complicaciones como edema pulmonar y acumulación de líquidos en espacios no deseados del cuerpo, lo que puede empeorar el estado del paciente en lugar de mejorarlo.

La alimentación enteral, que involucra la administración de nutrientes directamente al tracto digestivo, también puede no ser beneficiosa para pacientes al final de la vida. Puede causar efectos secundarios como náuseas y diarrea, lo que puede empeorar la calidad de vida del paciente en lugar de mejorarla. Además, existe un riesgo aumentado de aspiración, lo que puede llevar a complicaciones respiratorias graves.

La nutrición parenteral, que implica la administración de nutrientes a través de una vena, conlleva sus propios riesgos y complicaciones. Estos incluyen infecciones asociadas a la línea intravenosa, desequilibrios electrolíticos y la carga adicional de pruebas de laboratorio para monitorear los niveles de nutrientes en el cuerpo. Además, la administración de líquidos y nutrientes por vía intravenosa puede causar daño tisular y otras complicaciones relacionadas con la administración del tratamiento.

Además de los riesgos médicos asociados, la nutrición artificial y la hidratación pueden plantear dilemas éticos y de calidad de vida. En pacientes delirantes o con capacidad cognitiva disminuida, la administración de nutrición y líquidos artificiales puede requerir el uso de restricciones físicas o químicas para prevenir la eliminación involuntaria de líneas y tubos, lo que puede ser invasivo y contribuir al malestar del paciente.

Las personas al final de la vida tienen el derecho fundamental de decidir sobre su propio tratamiento, lo que incluye el derecho a rechazar la nutrición y la hidratación artificial. Esta decisión es compleja y va más allá de consideraciones médicas; también implica aspectos sociales, culturales y personales que deben ser tenidos en cuenta.

La nutrición y la hidratación no son solo procesos médicos, sino que también tienen un profundo significado social y cultural para los pacientes, sus familias y los profesionales de la salud. Por ejemplo, en algunas culturas, la alimentación y la hidratación pueden tener un simbolismo importante en términos de cuidado y respeto hacia el cuerpo, mientras que en otras, la aceptación de estas intervenciones puede percibirse como una obligación moral o religiosa. Por lo tanto, las decisiones sobre la nutrición y la hidratación artificial deben ser respetuosas con estas creencias y valores individuales y culturales.

Además, es crucial reconocer que la nutrición y la hidratación artificial no siempre logran los objetivos esperados y pueden no mejorar la calidad de vida del paciente al final de la vida. Es importante que los pacientes y las familias reciban información completa y precisa sobre los beneficios y riesgos de estas intervenciones, así como sobre las alternativas disponibles. La corrección de percepciones erróneas y la oferta de apoyo integral pueden ayudar a los pacientes y a las familias a tomar decisiones informadas y acertadas que estén en línea con sus valores y preferencias individuales.

Además, es esencial dar tiempo suficiente a los pacientes y a las familias para reflexionar sobre estas decisiones y discutirlas con sus seres queridos y profesionales de la salud. Esto puede ayudar a garantizar que las decisiones sean tomadas de manera informada y autónoma, teniendo en cuenta todos los aspectos relevantes para el paciente y su familia.

 
Anatomía del hígado

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