Disonancia cognitiva
Disonancia cognitiva

Disonancia cognitiva

La práctica clínica es un ejercicio continuo y dinámico que involucra el uso de una vasta cantidad de conocimientos, tanto de fondo como en primer plano, para tomar decisiones informadas y proporcionar la mejor atención posible a los pacientes. Los conocimientos de fondo se refieren a la comprensión teórica de los trastornos, sus mecanismos biológicos y fisiopatológicos, los tratamientos disponibles y los principios generales que rigen la salud y la enfermedad. Por otro lado, los conocimientos en primer plano están más orientados a las decisiones prácticas y específicas que deben tomarse en el contexto clínico, considerando las particularidades de cada paciente.

El hecho de que los médicos, en su día a día, deban recurrir constantemente a estos dos tipos de conocimientos, a menudo de forma inconsciente, refleja la complejidad inherente al trabajo clínico. En cualquier consulta o intervención, el profesional de la salud debe integrar una amplia gama de información para hacer frente a los retos que plantea cada caso, de modo que, independientemente de su nivel de experiencia, siempre se verá confrontado con situaciones que requieren la aplicación simultánea de conocimientos adquiridos a lo largo de su formación y su práctica.

La resonancia cognitiva y su papel en la toma de decisiones clínicas

En situaciones clínicas, los médicos pueden experimentar lo que se conoce como resonancia cognitiva, un fenómeno que ocurre cuando la experiencia clínica se alinea con el conocimiento previamente adquirido. Esto se traduce en una sensación de confianza o reafirmación emocional y mental al aplicar conceptos o tratamientos que ya dominan. Por ejemplo, cuando un médico experimentado se enfrenta a un diagnóstico que ya ha manejado en múltiples ocasiones, la familiaridad con el trastorno y el tratamiento puede generar una respuesta emocional positiva, como un sentimiento de control o seguridad. Este proceso es útil porque refuerza la toma de decisiones y permite actuar de manera eficiente, reduciendo la incertidumbre y mejorando la capacidad para manejar el caso de manera efectiva.

La resonancia cognitiva, entonces, no solo se refiere a un proceso intelectual, sino también emocional. El médico, al aplicar un conocimiento familiar y probado, se siente emocionalmente respaldado por su propia experiencia. Este fenómeno de reafirmación es esencial en la práctica clínica, ya que otorga seguridad al profesional y contribuye a un enfoque más decidido en la gestión de la salud del paciente. No obstante, la resonancia cognitiva también puede generar una falsa sensación de certeza, que si no es adecuadamente reflexionada, puede llevar a la toma de decisiones precipitadas o a la subestimación de aspectos relevantes de un caso clínico.

La disonancia cognitiva y su influencia en la práctica clínica

En el otro extremo, cuando un médico se enfrenta a una situación o enfermedad para la que no posee los conocimientos suficientes, experimenta lo que se denomina disonancia cognitiva. Este fenómeno se produce cuando existe una disonancia entre lo que se sabe y lo que se necesita saber. En un escenario clínico, esto puede suceder cuando el profesional se enfrenta a un diagnóstico o tratamiento que desafía su comprensión previa, generando incomodidad emocional y mental. La disonancia cognitiva surge como una respuesta psicológica a la falta de conocimiento necesario para abordar eficazmente el problema que se presenta.

Por ejemplo, si un médico se encuentra ante un paciente con una enfermedad rara o poco común que no ha visto previamente, puede sentir que su conocimiento es insuficiente para enfrentar el caso de manera efectiva. Esto puede generar ansiedad o inseguridad, ya que la mente del profesional se ve obligada a confrontar sus limitaciones. Este proceso, aunque incómodo, es crucial para el aprendizaje, ya que obliga al médico a reconocer la necesidad de adquirir nuevos conocimientos o habilidades, a consultar con colegas más experimentados o a recurrir a recursos adicionales, como la literatura científica o guías clínicas actualizadas. La disonancia cognitiva es, en este sentido, una oportunidad de crecimiento profesional, ya que impulsa al médico a cuestionar su conocimiento y a buscar soluciones para superar las brechas de información.

Es importante señalar que la disonancia cognitiva no siempre se experimenta de manera consciente. A veces, los médicos pueden reconocer la falta de conocimiento sin estar plenamente conscientes de los mecanismos subyacentes de la disonancia. En otros casos, la disonancia puede generar una incomodidad emocional que se traduce en una búsqueda activa de información o una colaboración más estrecha con otros profesionales para enfrentar el desafío.

La ignorancia tranquila: desconocer lo que no se sabe

Finalmente, existe una situación en la que el médico puede encontrarse con un dilema o desafío clínico que requiere conocimientos que no posee, pero sin ser consciente de sus propias lagunas de conocimiento. En este escenario, el profesional sigue adelante con la atención del paciente sin darse cuenta de que está operando sobre una base de conocimiento incompleta. Esta ignorancia, conocida como ignorancia tranquila, puede ser peligrosa porque el médico no está consciente de que su comprensión del problema está incompleta. Como resultado, puede tomar decisiones basadas en información insuficiente o incorrecta, lo que podría comprometer la calidad de la atención que se brinda al paciente.

La ignorancia tranquila es particularmente insidiosa porque no genera la misma incomodidad emocional que la disonancia cognitiva. El médico puede no percatarse de que está trabajando con un conocimiento limitado y, por lo tanto, no siente la necesidad de cuestionar o actualizar su comprensión. Este tipo de ignorancia puede ocurrir debido a diversos factores, como la sobreconfianza en el propio juicio o la falta de exposición a nuevos conocimientos, especialmente en áreas de la medicina que evolucionan rápidamente. Además, la ignorancia tranquila puede ser más prevalente en profesionales con mayor experiencia, quienes, debido a la rutina y la familiaridad con situaciones comunes, pueden pasar por alto o subestimar aspectos importantes que necesitan ser abordados.

Para contrarrestar este fenómeno, es fundamental que los médicos se mantengan abiertos a la posibilidad de que su conocimiento sea incompleto y que busquen activamente retroalimentación y actualización continua. La práctica de la medicina basada en la evidencia y la participación en actividades de desarrollo profesional continuo son estrategias clave para evitar caer en la ignorancia tranquila.

El riesgo de ocultar la ignorancia en la práctica clínica

En el ámbito académico y profesional, especialmente en la medicina, es común que los estudiantes oculten sus ignorancias o lagunas de conocimiento, especialmente en contextos de alta presión, como las clases o las evaluaciones. Este comportamiento, aunque comprensible en las etapas iniciales de formación, puede tener ventajas a corto plazo, como la evitación de humillación o la preservación de la confianza personal. Sin embargo, a largo plazo, este patrón de ocultamiento se vuelve insostenible y, más aún, perjudicial cuando se traslada a la práctica clínica, donde las consecuencias de no reconocer nuestras carencias de conocimiento pueden afectar directamente a los pacientes.

La práctica clínica exige una capacidad crítica constante para evaluar y ajustar nuestros conocimientos en función de las necesidades de los pacientes. En este contexto, ocultar nuestras lagunas de conocimiento, como pudo haber sido tolerable en el entorno académico, es inaceptable cuando se trata de la atención médica. Los médicos tienen la responsabilidad de reconocer sus limitaciones, ya que las decisiones que toman, basadas en su comprensión de las enfermedades, los tratamientos y los diagnósticos, afectan directamente la salud y el bienestar de los pacientes.

El hecho de que un profesional no reconozca que carece de los conocimientos necesarios para enfrentar una situación clínica puede dar lugar a diagnósticos erróneos, tratamientos inadecuados e incluso daños a los pacientes. La capacidad para identificar cuándo nuestro conocimiento es insuficiente es una habilidad esencial que debe ser cultivada a lo largo de la carrera médica. La ignorancia que no se reconoce no solo impide el crecimiento del profesional, sino que también incrementa el riesgo de cometer errores, los cuales, en la medicina, pueden tener consecuencias graves y a veces irreversibles.

La disonancia cognitiva como motor de aprendizaje

Cuando nos enfrentamos a la disonancia cognitiva, es decir, cuando nos damos cuenta de que no sabemos algo y reconocemos nuestras lagunas de conocimiento, tenemos una oportunidad crucial de aprendizaje. Este estado de conciencia de nuestra ignorancia no debe ser visto como una debilidad o una amenaza, sino como un motor de crecimiento profesional. La disonancia cognitiva puede ser extremadamente poderosa si se maneja de manera adecuada, ya que nos empuja a llenar el vacío de conocimiento, a cuestionar nuestras creencias previas y a buscar información adicional.

Si bien esta experiencia puede ser incómoda emocionalmente, al ser consciente de nuestra ignorancia podemos transformarla en una oportunidad para aprender y mejorar. Este «espacio negativo», donde identificamos nuestras carencias, puede convertirse en un «espacio positivo» al ser transformado en preguntas clínicas bien formuladas. Por ejemplo, si un médico se enfrenta a un paciente con un trastorno raro o una condición poco común que no comprende completamente, la disonancia cognitiva puede generar la necesidad de buscar información, realizar investigaciones o consultar con colegas más experimentados, lo cual fortalece su conocimiento y le permite proporcionar un mejor cuidado.

Además, la capacidad para hacer preguntas de fondo o en primer plano es un componente clave del pensamiento crítico en medicina. Las preguntas de fondo permiten ampliar la comprensión teórica de una enfermedad, mientras que las preguntas de primer plano guían las decisiones prácticas sobre el tratamiento y manejo del paciente. Ambas son esenciales para un enfoque de atención de calidad, y la disonancia cognitiva, cuando se maneja correctamente, fomenta la formulación de estas preguntas, que son fundamentales para la resolución de los problemas clínicos.

Los peligros de no manejar bien la disonancia cognitiva

Sin embargo, no siempre manejamos bien la disonancia cognitiva. La incomodidad que esta provoca puede llevar a respuestas menos adaptativas, como la negación de nuestras carencias de conocimiento, el intento de ocultar nuestra ignorancia o, incluso, la reacción con emociones negativas como ira, miedo o vergüenza. Estos sentimientos pueden surgir cuando nos sentimos amenazados por la percepción de que nuestra incompetencia será descubierta o cuando el esfuerzo por resolver nuestras lagunas de conocimiento se percibe como una carga emocional o cognitiva abrumadora.

Por ejemplo, un médico experimentado que se enfrenta a un diagnóstico o tratamiento con el que no está familiarizado podría sentirse avergonzado por no saber la respuesta. En lugar de buscar activamente información o pedir ayuda, podría intentar «ocultar» su ignorancia, ya sea proporcionando respuestas incorrectas o no tomando las decisiones adecuadas. Esta actitud no solo es peligrosa para los pacientes, sino también para el propio desarrollo profesional, ya que impide el aprendizaje y la mejora.

La disonancia cognitiva mal manejada puede conducir a una serie de efectos perjudiciales en la práctica clínica, como la procrastinación en la búsqueda de información, la evitación de situaciones complejas, o incluso la autojustificación de decisiones incorrectas. La negación de la ignorancia puede generar un ciclo de estancamiento, donde el médico sigue tomando decisiones basadas en un conocimiento incompleto, sin avanzar hacia un mayor entendimiento de los problemas a los que se enfrenta.

El papel del auto-conocimiento y la reflexión

Una de las habilidades más poderosas que puede desarrollar un médico a lo largo de su carrera es la capacidad de autorreflexión. Ser consciente de nuestros propios pensamientos y conocimientos nos permite reconocer la disonancia cognitiva en el momento en que aparece, permitiéndonos identificar cuándo es necesario profundizar más en un área de conocimiento. La autorreflexión también nos ayuda a diferenciar entre las situaciones en las que nuestro conocimiento es insuficiente y las que, por el contrario, podemos manejar de manera competente.

El proceso de reconocimiento de nuestras limitaciones de conocimiento debe ser seguido por la acción: investigar, consultar, aprender. Los médicos deben desarrollar una mentalidad de aprendizaje continuo, en la que la disonancia cognitiva se perciba no como una amenaza, sino como un impulsor de la mejora profesional. En este contexto, las preguntas que surgen de la disonancia cognitiva se convierten en una herramienta poderosa para el crecimiento, ya que nos impulsan a buscar respuestas a través de la investigación clínica, la colaboración con otros profesionales y la consulta de literatura científica.

 

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Fuente y lecturas recomendadas:
  1. Straus, S. E., Glasziou, P., Richardson, W. S., & Haynes, R. B. (2019). Medicina basada en la evidencia (5.ª ed.). Elsevier.
  2. Arceo Díaz, J. L., Ornelas Aguirre, J. M., & Domínguez Salcido, S. (2010). Manual de medicina basada en evidencias. Editorial El Manual Moderno.
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Originally posted on 5 de diciembre de 2024 @ 1:06 AM

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