El dolor pélvico es un síntoma complejo que puede tener diversas etiologías, debido a la amplia gama de estructuras anatómicas implicadas en la región pélvica. Entre las causas más comunes se incluyen la adenomiomatosis, los fibromas uterinos, la enfermedad inflamatoria pélvica (EIP), un dispositivo intrauterino (DIU) mal posicionado, y diversas anomalías en los órganos pélvicos, que pueden incluir el intestino o la vejiga. Cada una de estas condiciones puede presentar características clínicas que se superponen, lo que hace que el diagnóstico sea un desafío.
Manifestaciones clínicas
En cuanto a los hallazgos clínicos, la historia médica de la paciente puede ser sugestiva de alguna de estas causas. Es crucial obtener una historia clínica detallada que indague sobre la aparición y duración del dolor, así como sobre posibles factores de riesgo asociados, como infecciones previas, antecedentes ginecológicos o cirugía pélvica. A través de la exploración física, es posible hacer un diagnóstico diferencial que ayude a orientar la causa subyacente del dolor. La evaluación de la presencia de dolor en áreas específicas, como la movilidad cervical, la sensibilidad uterina o la presión sobre los anexos, puede proporcionar pistas adicionales que guíen la atención médica hacia un diagnóstico específico.
Exámenes diagnósticos
El diagnóstico de las causas del dolor pélvico puede mejorarse con la realización de un examen físico dirigido. En casos de sospecha de enfermedad inflamatoria pélvica, se recomienda iniciar tratamiento antibiótico, especialmente en pacientes sexualmente activas que presenten dolor pélvico asociado a hallazgos de dolor a la movilidad cervical, sensibilidad uterina o dolor anexial, siempre que no haya una explicación alternativa clara para estos síntomas. La imagenología pélvica, como la ecografía, es útil para identificar fibromas uterinos u otras anomalías, mientras que la resonancia magnética puede ser aún más precisa para evaluar estructuras pélvicas y detectar adenomiomatosis, que se caracteriza por la presencia de glándulas y estroma endometrial dentro del miometrio. La laparoscopia, por su parte, resulta invaluable para el diagnóstico de la endometriosis u otras anomalías pélvicas que no son fácilmente visualizadas mediante técnicas de imagen convencionales.
Tratamiento
El tratamiento debe enfocarse en la causa subyacente del dolor. En el caso de la enfermedad inflamatoria pélvica, el tratamiento antibiótico es esencial y debe ser implementado de inmediato para prevenir complicaciones graves. Si los síntomas de dolor son intensos, persistentes o no responden al tratamiento médico inicial, puede ser necesaria una laparoscopia diagnóstica para explorar otras posibles causas. En cuanto al tratamiento quirúrgico definitivo, depende de los hallazgos intraoperatorios y de la etiología subyacente del dolor. Condiciones como la adenomiomatosis o la endometriosis pueden responder favorablemente a enfoques hormonales, aunque si estos tratamientos no son efectivos, la histerectomía se considera el tratamiento definitivo para aquellas pacientes que no tienen interés en conservar su fertilidad.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Parsons BA et al. Management of chronic primary pelvic pain syndromes. BJU Int. 2022;129:572. [PMID: 34617386]