Enfermedad ocular alérgica

Enfermedad ocular alérgica
Enfermedad ocular alérgica

La enfermedad ocular alérgica, como su nombre sugiere, es una condición ocular que se desencadena por una reacción alérgica a ciertos alérgenos en el medio ambiente. Esta afección es bastante común y puede presentarse de varias formas, todas relacionadas con la respuesta exagerada del sistema inmunológico a sustancias aparentemente inofensivas, como el polen, el polvo, los ácaros del polvo, los pelos de animales, los productos químicos en el aire o los alimentos.

Las formas más comunes de enfermedad ocular alérgica incluyen la conjuntivitis alérgica estacional y perenne. La conjuntivitis alérgica estacional ocurre principalmente durante ciertas estaciones del año cuando los niveles de polen son altos, mientras que la conjuntivitis alérgica perenne puede ocurrir durante todo el año y generalmente está relacionada con alérgenos como el polvo y los ácaros del polvo.

La enfermedad ocular alérgica comparte una base común con otras condiciones alérgicas como el asma, la rinitis alérgica y la dermatitis atópica. Estas condiciones se consideran parte de un espectro de enfermedades alérgicas, conocido como atopía. La atopía se caracteriza por una predisposición genética a desarrollar reacciones alérgicas exageradas a sustancias comunes en el entorno. Por lo tanto, es común encontrar que una persona con enfermedad ocular alérgica también pueda tener asma, rinitis alérgica o dermatitis atópica, o una combinación de estas.

La patogénesis de la enfermedad ocular alérgica implica una serie de pasos. En primer lugar, el alérgeno ingresa al ojo y entra en contacto con la conjuntiva, la membrana mucosa que recubre la superficie interna del párpado y la parte blanca del ojo. Esto desencadena una respuesta inmunológica en la que se liberan mediadores inflamatorios, como la histamina, que causan enrojecimiento, picazón, hinchazón y lagrimeo excesivo.

 

Manifestaciones clínicas

Los síntomas de la conjuntivitis alérgica son diversos y pueden variar en intensidad dependiendo de la persona afectada y la gravedad de la reacción alérgica. Los síntomas más comunes incluyen picazón, desgarro, enrojecimiento, secreción fibrosa, y en casos más severos, fotofobia (sensibilidad a la luz) y pérdida visual. Estos síntomas pueden interferir significativamente con la calidad de vida y el bienestar de los individuos afectados.

La conjuntivitis alérgica puede presentarse en dos formas principales: estacional y perenne. La conjuntivitis alérgica estacional, comúnmente conocida como fiebre del heno, suele manifestarse durante ciertas estaciones del año, como la primavera o el verano, cuando los niveles de polen y otros alérgenos ambientales son altos. Por otro lado, la conjuntivitis alérgica perenne puede ocurrir durante todo el año y está asociada con alérgenos persistentes en el entorno, como el polvo y los ácaros del polvo.

La queratoconjuntivitis vernal es una forma más grave y crónica de conjuntivitis alérgica que tiende a manifestarse en la infancia tardía o la adolescencia temprana. Suele ser estacional, con una preferencia por la primavera. Los signos clínicos característicos incluyen hiperemia conjuntival (enrojecimiento) y edema, con quimosis (edema de la conjuntiva) a veces marcada y de inicio repentino. Además, se pueden observar grandes papilas con apariencia de “adoquines” en la conjuntiva del párpado superior, y pueden aparecer folículos en el limbo (la zona donde la córnea se encuentra con la esclerótica).

Por otro lado, la queratoconjuntivitis atópica es una forma crónica de conjuntivitis alérgica que suele afectar a adultos. En esta condición, tanto la conjuntiva del párpado superior como la inferior muestran signos de inflamación, como conjuntivitis papilar. Los casos más graves pueden presentar fibrosis conjuntival, lo que resulta en acortamiento del fondo de saco conjuntival y deformidades en el párpado, como entropión con trichiasis (inversión del borde del párpado y las pestañas hacia el ojo). Durante las exacerbaciones de la queratoconjuntivitis vernal y atópica grave, es común observar complicaciones en la córnea, como ulceración refractaria, lo que puede aumentar el riesgo de infecciones oculares secundarias, como la queratitis por herpes simple.

 

Tratamiento

Enfermedad ocular alérgica leve y moderadamente grave

El tratamiento de la enfermedad ocular alérgica leve a moderadamente grave implica la aplicación de agentes antiinflamatorios tópicos, entre los que se incluyen los estabilizadores de mastocitos y los antihistamínicos. Estos fármacos actúan directamente sobre los mecanismos de la respuesta alérgica en el ojo, reduciendo la liberación de mediadores inflamatorios como la histamina. Los estabilizadores de mastocitos, como el cromoglicato de sodio y la lodoxamida, previenen la activación y degranulación de los mastocitos, mientras que los antihistamínicos, como la azelastina y la olopatadina, bloquean los receptores de histamina en el tejido ocular, aliviando así la picazón y la inflamación.

Además de estos tratamientos tópicos, se pueden considerar vasoconstrictores tópicos en casos seleccionados. Sin embargo, su uso se limita debido a la eficacia limitada y los posibles efectos secundarios, como la hiperemia de rebote y la conjuntivitis folicular. Los vasoconstrictores, que incluyen la efedrina, la nafazolina, la tetrahidrozolina y la fenilefrina, pueden emplearse en combinación con antihistamínicos para aliviar temporalmente la hinchazón y la congestión ocular.

En situaciones en las que los síntomas persisten o son graves, puede ser necesario recurrir a antihistamínicos sistémicos. Estos medicamentos, como la loratadina administrada por vía oral, actúan en todo el cuerpo para reducir la respuesta alérgica sistémica y pueden proporcionar un alivio adicional de los síntomas oculares.

Además del tratamiento farmacológico, se enfatiza la importancia de evitar los alérgenos específicos desencadenantes siempre que sea posible. Esto puede lograrse mediante la adopción de medidas como el cierre de ventanas durante las temporadas de alta concentración de polen, la utilización de cubiertas de colchón y almohadas antiácaros del polvo, y la limitación del contacto con mascotas en caso de alergia.

 

Exacerbaciones agudas y enfermedad ocular alérgica grave

Los corticosteroides tópicos juegan un papel crucial en el manejo de las exacerbaciones agudas de la queratoconjuntivitis vernal y atópica, condiciones que se caracterizan por una inflamación severa y crónica del ojo. Estos fármacos son eficaces para controlar la respuesta inflamatoria exagerada asociada con estas enfermedades alérgicas, aliviando así los síntomas y previniendo complicaciones a largo plazo.

La keratoconjuntivitis vernal y atópica son trastornos inflamatorios crónicos que pueden ser desencadenados por alérgenos ambientales en individuos predispuestos genéticamente. Durante las exacerbaciones agudas de estas condiciones, la inflamación ocular puede ser intensa, causando síntomas graves como picazón, enrojecimiento, hinchazón y secreción. En tales casos, los corticosteroides tópicos son esenciales debido a su potente acción antiinflamatoria.

Los corticosteroides tópicos, como la dexametasona, la prednisolona y la fluorometolona, actúan al suprimir la respuesta inmune del cuerpo y reducir la producción de mediadores inflamatorios. Esto ayuda a aliviar los síntomas de manera rápida y efectiva, controlando la inflamación y previniendo daños oculares graves, como úlceras corneales y opacidades.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que los corticosteroides tópicos no están exentos de efectos secundarios potenciales. Por lo tanto, su uso debe ser monitoreado de cerca por profesionales del cuidado de los ojos. Algunos efectos secundarios adversos incluyen:

  • Cataratas: El uso prolongado de corticosteroides tópicos puede aumentar el riesgo de desarrollar cataratas, que son opacidades en el cristalino del ojo que pueden afectar la visión.
  • Glaucoma: Los corticosteroides tópicos pueden aumentar la presión intraocular, lo que puede llevar al desarrollo de glaucoma, una enfermedad ocular caracterizada por daño al nervio óptico y pérdida de visión.
  • Exacerbación de la queratitis por herpes simple: En individuos con antecedentes de infección por herpes simple en el ojo, el uso de corticosteroides tópicos puede desencadenar una exacerbación de la infección viral, lo que puede provocar complicaciones graves.

Para minimizar el riesgo de efectos secundarios, se recomienda utilizar el corticosteroide tópico de menor potencia que sea efectivo para controlar la inflamación ocular. Además, se pueden considerar alternativas como la ciclosporina tópica o el tacrolimus, que también han demostrado ser eficaces en el tratamiento de la queratoconjuntivitis vernal y atópica sin los mismos efectos secundarios asociados con los corticosteroides.

En casos de queratoconjuntivitis atópica grave que no responde adecuadamente al tratamiento tópico, puede ser necesario recurrir a corticosteroides sistémicos u otros tratamientos inmunosupresores para controlar la inflamación y prevenir complicaciones graves.

 

Homo medicus


 
Anatomía del hígado

Anatomía del hígado

Síguenos en X: @el_homomedicus  y @enarm_intensivo    

🟥     🟪     🟨     🟧     🟩     🟦

APRENDER CIRUGÍA

¿De cuánta utilidad te ha parecido este contenido?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.

Ya que has encontrado útil este contenido...

¡Sígueme en los medios sociales!

Avatar del usuario

Homo medicus

Conocimiento médico en evolución...

También te podría gustar...