La frambesia es la treponematosis endémica más común y se encuentra principalmente en regiones tropicales cálidas y húmedas, especialmente en zonas rurales con acceso limitado a servicios sanitarios. Esta distribución geográfica se debe en gran medida a factores ecológicos y sociales: el microorganismo responsable, Treponema pallidum subespecie pertenue, requiere un entorno cálido y húmedo para mantenerse viable fuera del cuerpo humano, facilitando así su transmisión por contacto directo. Además, las condiciones de hacinamiento, la falta de higiene y el contacto físico frecuente, especialmente entre niños, favorecen la propagación de esta infección.
A diferencia de la sífilis venérea, que se transmite principalmente por vía sexual, la frambesia se adquiere por contacto no sexual directo con lesiones infecciosas en la piel, habitualmente durante la infancia, aunque puede afectar a personas de cualquier edad.
Manifestaciones clínicas
La enfermedad se manifiesta inicialmente con una pápula indolora conocida como “frambesia madre”, que aparece entre tres y cuatro semanas después del contacto con la bacteria. Esta lesión primaria se ulcera posteriormente y suele acompañarse de linfadenopatía regional.
Entre seis y doce semanas después de la aparición de la lesión primaria, se desarrolla la fase secundaria, caracterizada por la aparición de múltiples lesiones cutáneas en forma de papilomas y pápulas sobreelevadas que exudan un exudado altamente contagioso. Estas lesiones pueden persistir durante meses o incluso años si no se tratan. Una manifestación particularmente dolorosa de esta etapa son las úlceras en las plantas de los pies, denominadas “frambesias cangrejo”, debido a que provocan un modo de andar característico, rígido y doloroso, semejante al de un cangrejo.
Si la infección persiste sin tratamiento, puede evolucionar hacia una fase tardía caracterizada por lesiones gumatosa profundas que afectan no solo a la piel, sino también a los tejidos subcutáneos. Estas lesiones destructivas pueden ocasionar deformidades permanentes, incluyendo acortamiento de los dedos, contracturas articulares y alteraciones óseas, hallazgos que pueden ser clínicamente similares a los observados en la lepra, lo que a veces complica el diagnóstico diferencial. A pesar de estas complicaciones, la afectación de órganos internos, como el sistema nervioso central o el corazón, es extremadamente infrecuente en la frambesia, a diferencia de lo que ocurre en otras formas de treponematosis como la sífilis.
Tratamiento
La frambesia rara vez resulta fatal, pero puede causar discapacidades físicas significativas y desfiguración si no se trata adecuadamente. Conscientes de su impacto sobre la salud pública en comunidades vulnerables, la Organización Mundial de la Salud ha lanzado una campaña global de erradicación de esta enfermedad, basada en la administración masiva de azitromicina, un antibiótico de amplio espectro, en las regiones endémicas. Esta estrategia busca no solo tratar a las personas infectadas, sino también cortar la cadena de transmisión comunitaria, con el objetivo final de eliminar la frambesia como problema de salud pública a nivel mundial.
El tratamiento de las treponematosis endémicas, un grupo de enfermedades crónicas causadas por bacterias del género Treponema, se basa fundamentalmente en la administración de antibióticos que actúan de manera eficaz contra estas espiroquetas. Entre estos, la penicilina en su forma de penicilina G benzatina representa la opción terapéutica de primera línea. Una única dosis intramuscular de 2.4 millones de unidades es, por lo general, suficiente para erradicar la infección en cualquiera de las fases clínicas de la enfermedad, ya sea en la etapa temprana o en sus manifestaciones más avanzadas. Esta eficacia se debe a la capacidad de la penicilina para alcanzar concentraciones sostenidas en el organismo que eliminan completamente al patógeno.
Sin embargo, en individuos que presentan hipersensibilidad a la penicilina, es necesario recurrir a alternativas terapéuticas. En estos casos, uno de los antibióticos recomendados es la tetraciclina, administrada por vía oral a una dosis de quinientos miligramos cuatro veces al día durante un período de diez a catorce días. Este régimen, aunque eficaz, tiene como desventajas una mayor duración del tratamiento, la necesidad de adherencia estricta y la posibilidad de efectos adversos gastrointestinales, lo que puede dificultar su implementación en comunidades con recursos limitados.
En los últimos años, la azitromicina, un antibiótico macrólido de administración oral, ha emergido como una alternativa prometedora para el tratamiento de la frambesia, especialmente en el contexto de programas de salud pública enfocados en el control o eliminación de la enfermedad. Ensayos clínicos controlados y aleatorizados han demostrado que una dosis única de azitromicina, administrada por vía oral a una dosis de treinta miligramos por kilogramo de peso corporal, no es inferior en eficacia a la penicilina G benzatina para el tratamiento de la frambesia en niños. Esta equivalencia terapéutica tiene implicaciones importantes, ya que la azitromicina, al no requerir inyecciones, resulta más fácil de administrar en campañas comunitarias masivas, reduce el riesgo de complicaciones asociadas con las inyecciones intramusculares, y mejora la aceptabilidad del tratamiento en poblaciones pediátricas.
Así, el desarrollo de esquemas terapéuticos eficaces, accesibles y adaptables al contexto epidemiológico y social de las regiones endémicas es esencial no solo para el control clínico de las treponematosis, sino también para su eventual erradicación como problema de salud pública. La evidencia acumulada apoya el uso flexible de diferentes antibióticos según las condiciones individuales y comunitarias, manteniendo siempre como objetivo la eliminación completa del patógeno y la prevención de las complicaciones a largo plazo.
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