Las lesiones del plexo lumbosacro constituyen una afección neurológica que puede surgir por diversas causas patológicas o traumáticas. Este conjunto de nervios, que se origina a partir de las raíces nerviosas lumbares y sacras, es esencial para la inervación motora y sensitiva de las extremidades inferiores, así como de algunas regiones del abdomen y la pelvis. Su afectación puede comprometer significativamente la calidad de vida del paciente debido al impacto en la movilidad y la sensibilidad.
Estas lesiones pueden desarrollarse en asociación con enfermedades sistémicas como la diabetes mellitus, en la que la neuropatía periférica es una complicación bien reconocida. En este contexto, la isquemia microvascular que afecta a los nervios puede desencadenar una lesión del plexo. Asimismo, procesos neoplásicos pueden infiltrar o comprimir el plexo lumbosacro, provocando disfunción neurológica progresiva. En los trastornos de la coagulación o en pacientes anticoagulados, puede producirse una hemorragia retroperitoneal que ejerza presión sobre el plexo, generando síntomas similares. Por otra parte, los traumatismos, tanto directos como indirectos, también representan una causa frecuente de este tipo de lesión.
En ocasiones, la lesión del plexo lumbosacro puede presentarse como un fenómeno aislado, sin una causa evidente. Este cuadro clínico es similar a la plexopatía braquial idiopática y se conoce como neuropatía radiculoplexopática lumbosacra no diabética. En estos casos, los síntomas predominantes suelen ser el dolor y la debilidad muscular, siendo más notorios que las alteraciones sensitivas. Esto sugiere un compromiso preferente de las fibras motoras, aunque también puede haber disfunción sensitiva dependiendo del grado y la localización de la lesión.
La presentación clínica de las lesiones del plexo lumbosacro es muy variable y depende tanto del nivel anatómico afectado como del patrón específico de compromiso neurológico. Pueden observarse signos motores como debilidad muscular localizada o generalizada en una extremidad inferior, signos sensitivos como parestesias o hipoestesia, y manifestaciones autonómicas si se afecta la inervación de estructuras pélvicas. La evaluación diagnóstica requiere una historia clínica detallada, un examen neurológico completo y, en muchos casos, estudios complementarios como la electromiografía y la resonancia magnética, que permiten delimitar la localización y la extensión de la lesión.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
- Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
- Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.
- Rozman, C., & Cardellach López, F. (Eds.). (2024). Medicina interna (20.ª ed.). Elsevier España.