Chancroide
Chancroide

Chancroide

El chancroide es una infección de transmisión sexual causada por la bacteria Haemophilus ducreyi, un bacilo gramnegativo de forma corta. Esta microorganismo patógeno invade la piel y las mucosas del área genital, produciendo lesiones ulcerativas características de la enfermedad. Tras la exposición al agente infeccioso, el periodo de incubación —que corresponde al intervalo de tiempo entre la infección inicial y la aparición de los primeros síntomas— generalmente oscila entre cuatro y diez días. Durante este lapso, la bacteria se multiplica localmente y desencadena una respuesta inflamatoria que dará lugar a la formación de úlceras dolorosas, las cuales son distintivas del chancroide. La rapidez con que se manifiestan estos signos clínicos es un factor importante para el diagnóstico y tratamiento oportuno de la infección.

 

Manifestaciones clínicas

En el lugar donde la bacteria Haemophilus ducreyi penetra en la piel o mucosas, inicialmente se forma una lesión vesiculopustular, que consiste en pequeñas ampollas llenas de líquido y pus. Esta lesión evoluciona rápidamente y se rompe, dando lugar a una úlcera dolorosa de características blandas al tacto. La base de esta úlcera presenta necrosis, es decir, tejido muerto debido a la destrucción celular provocada por la infección y la inflamación. Alrededor de la lesión ulcerada, la piel muestra un enrojecimiento inflamatorio pronunciado, y los bordes de la úlcera tienden a estar socavados, es decir, parecen hundidos o despegados respecto a la piel circundante. Es frecuente que se presenten múltiples lesiones en la misma zona, fenómeno que ocurre como resultado de la autoinoculación, en la que el paciente, a través del rascado o contacto, extiende la infección a áreas adyacentes. Además, la infección suele asociarse con una inflamación de los ganglios linfáticos regionales, que por lo general afecta un solo lado del cuerpo. Estos ganglios linfáticos inflamados se caracterizan por ser dolorosos, estar agrupados en masas firmes y moderadamente aumentados de tamaño, y la piel que los recubre muestra también un enrojecimiento inflamatorio. Esta respuesta ganglionar refleja la reacción del sistema inmunológico ante la infección localizada.

 

Exámenes diagnósticos

El diagnóstico definitivo del chancroide se realiza mediante el aislamiento de la bacteria Haemophilus ducreyi a partir de una muestra tomada directamente de la lesión cutánea o mucosa. Para ello, se utiliza un hisopo estéril para obtener material de la úlcera activa, que posteriormente se siembra en un medio de cultivo especializado, diseñado para favorecer el crecimiento de este microorganismo exigente. Este procedimiento permite la identificación precisa del agente causal, confirmando la presencia de la infección. Sin embargo, dado que el cultivo puede no estar disponible en todos los contextos clínicos o puede requerir tiempo prolongado, el diagnóstico probable se establece con base en la evaluación clínica. Un caso probable de chancroide se considera cuando el paciente presenta una úlcera compatible con la enfermedad, independientemente de si existe inflamación de los ganglios linfáticos regionales o no, y siempre que se hayan descartado otras patologías con manifestaciones similares, como la sífilis o la infección por el virus del herpes simple, que son causas más frecuentes de úlceras genitales. La exclusión cuidadosa de estas enfermedades es fundamental para orientar el tratamiento adecuado y evitar complicaciones.

 

Diagnóstico diferencial

El diagnóstico diferencial del chancroide es esencial debido a la existencia de otras enfermedades que producen úlceras genitales con características clínicas similares, pero con etiologías y tratamientos distintos. Por ejemplo, la úlcera primaria de la sífilis, conocida como chancro sifilítico, se distingue típicamente por ser una lesión limpia, indolora, con una base firme y endurecida, además de bordes elevados y bien definidos. En contraste, la úlcera causada por el chancroide presenta una base blanda, no endurecida, y suele ser profunda y dolorosa. Las lesiones del chancroide también se caracterizan por tener bordes irregulares, serpiginosos, y con frecuencia están cubiertas por un exudado purulento debido a la inflamación intensa y la presencia de pus. Esta diferenciación clínica es crucial para un diagnóstico adecuado.

Además, es importante considerar que las infecciones simultáneas con otros patógenos de transmisión sexual, tales como Treponema pallidum (causante de la sífilis), el virus del herpes simple y el virus de la inmunodeficiencia humana, son muy comunes en pacientes con chancroide. Esta coexistencia puede complicar la presentación clínica y el manejo terapéutico. Asimismo, la úlcera del chancroide es susceptible a infecciones bacterianas secundarias, lo que puede agravar la lesión y prolongar la evolución de la enfermedad. Por lo tanto, una evaluación exhaustiva que contemple estas posibilidades es fundamental para establecer un diagnóstico correcto y ofrecer un tratamiento integral.

 

Tratamiento

El tratamiento del chancroide tiene como objetivo la erradicación del agente infeccioso, la resolución de las lesiones ulcerativas y la prevención de la transmisión a otras personas. Diversas opciones terapéuticas han demostrado ser altamente eficaces contra Haemophilus ducreyi, y pueden administrarse en esquemas de dosis única o en regímenes de múltiples dosis, dependiendo de las condiciones clínicas del paciente, la disponibilidad de medicamentos y la adherencia al tratamiento.

Entre los tratamientos de elección más prácticos se encuentran las opciones de dosis única, que permiten una administración sencilla y garantizan el cumplimiento terapéutico. En este sentido, una dosis oral única de azitromicina, en una cantidad de un gramo, o una única dosis intramuscular de ceftriaxona, de 250 miligramos, han demostrado ser altamente eficaces para eliminar la infección y favorecer la cicatrización de las lesiones. Estos regímenes son particularmente útiles en entornos donde el seguimiento clínico puede ser limitado o cuando se busca minimizar el riesgo de abandono del tratamiento.

Por otro lado, existen esquemas terapéuticos basados en la administración de múltiples dosis, que también son efectivos. Entre ellos se incluye el uso de eritromicina base, a razón de 500 miligramos por vía oral, tres veces al día durante un período de siete días. Otra alternativa válida es la ciprofloxacina, administrada por vía oral en una dosis de 500 miligramos dos veces al día, durante tres días consecutivos. Estos regímenes son útiles en contextos donde se requiere una opción terapéutica alternativa por razones de tolerancia, disponibilidad o resistencia bacteriana.

La elección del esquema terapéutico debe individualizarse, teniendo en cuenta factores como la gravedad de la infección, la presencia de coinfecciones de transmisión sexual, la posibilidad de adherencia al tratamiento y las contraindicaciones específicas de cada fármaco.

 

 

 

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Fuente y lecturas recomendadas:
  1. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). Immigrant, refugee, and migrant health: chancroid. 2017 Apr 6. https:// www.cdc.gov/immigrantrefugeehealth/guidelines/domestic/ sexually-transmitted-diseases/chancroid.html
  2. Roett MA. Genital ulcers: differential diagnosis and management. Am Fam Physician. 2020;101:355. [PMID: 32163252]
  3. Workowski KA et al. Sexually transmitted infections treatment guidelines, 2021. MMWR Recomm Rep. 2021;70:1. [PMID: 34292926]
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