Enfermedad tromboembólica venosa sin embolia pulmonar
El tratamiento de la trombosis venosa profunda y la embolia pulmonar depende de varios factores clínicos, siendo crucial la evaluación del riesgo del paciente en cuanto a complicaciones hemorrágicas y la capacidad para seguir un tratamiento ambulatorio. En el caso de la trombosis venosa profunda aislada, muchos pacientes pueden ser tratados de forma ambulatoria, ya que la condición, aunque potencialmente grave, generalmente no requiere hospitalización si el riesgo de sangrado es bajo y el paciente cuenta con un buen seguimiento. Esto es posible gracias a la disponibilidad de anticoagulantes orales directos y la monitorización periódica que permite un control adecuado de la evolución de la enfermedad sin necesidad de ingreso hospitalario.
Por otro lado, la embolia pulmonar es una condición más compleja que puede comprometer la vida del paciente dependiendo de la gravedad y la extensión de la obstrucción vascular. En estos casos, la estratificación de riesgo al momento del diagnóstico es fundamental, ya que permite clasificar a los pacientes en diferentes categorías de riesgo (bajo, intermedio o alto) en función de su inestabilidad hemodinámica, la carga trombótica y otros factores de comorbilidad. Esta clasificación orienta tanto el tratamiento específico, que puede incluir trombólisis, anticoagulación intensiva o intervención quirúrgica, como la decisión sobre si el paciente debe ser tratado en un entorno hospitalario o puede ser manejado de forma ambulatoria. El manejo adecuado de la embolia pulmonar no solo depende de la rapidez con que se diagnostique, sino también de la capacidad de identificar a los pacientes que presentan un riesgo vital inmediato, lo que guía el triage y las decisiones terapéuticas.
Pacientes con embolia pulmonar de bajo riesgo
Los pacientes con embolia pulmonar de bajo riesgo tienen una tasa de mortalidad relacionada con la embolia pulmonar inferior al 3%. Esta clasificación en bajo riesgo se ha establecido con base en herramientas de estratificación de riesgo que permiten predecir de manera precisa la probabilidad de que un paciente sufra complicaciones graves, como la muerte, dentro de los 30 días posteriores al diagnóstico. Entre estas herramientas, el índice de gravedad de la embolia pulmonar simplificado y la puntuación de Bova son particularmente efectivos para identificar a los pacientes que tienen un riesgo bajo de mortalidad relacionada con la embolia pulmonar en un plazo de 30 días. Estas escalas consideran diversos factores clínicos, como la edad del paciente, la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la saturación de oxígeno y la presencia de comorbilidades significativas, lo que permite una clasificación confiable del riesgo.
En el caso de los pacientes que obtienen cero puntos en el índice de gravedad de la embolia pulmonar simplificado y en la puntuación de Bova, el uso de los criterios de Hestia proporciona una herramienta adicional para evaluar la idoneidad de un tratamiento ambulatorio o la posibilidad de un alta temprana. Los criterios de Hestia consideran factores adicionales relevantes que pueden influir en la decisión de manejo, tales como la función renal y hepática, la necesidad de control de síntomas (por ejemplo, disnea o dolor torácico), y situaciones específicas como el embarazo, que pueden modificar la gestión clínica del paciente. Estos factores adicionales son cruciales porque, aunque el paciente pueda ser clasificado como de bajo riesgo según las puntuaciones mencionadas, ciertas condiciones preexistentes o complicaciones pueden aumentar el riesgo de deterioro clínico si no se supervisan adecuadamente.
El uso de estas herramientas de estratificación, que incluyen el índice simplificado de gravedad de la embolia pulmonar, la puntuación de Bova y los criterios de Hestia, permite tomar decisiones informadas sobre el tratamiento y la posibilidad de un alta anticipada o tratamiento ambulatorio. De este modo, los pacientes con embolia pulmonar de bajo riesgo, que de otro modo podrían requerir hospitalización prolongada, pueden ser manejados de manera más eficiente en un entorno ambulatorio, reduciendo la duración de la estancia hospitalaria y mejorando la calidad de vida sin comprometer su seguridad. Sin embargo, este enfoque debe ser cuidadosamente evaluado, considerando todos los factores de riesgo y las condiciones comórbidas del paciente para garantizar que el manejo fuera del hospital sea apropiado y seguro.
Embolia pulmonar aislada subsegmentaria
La embolia pulmonar aislada subsegmentaria es una forma particular de embolia pulmonar en la que los trombos están limitados a las ramas subsegmentarias de las arterias pulmonares. Este tipo de embolia pulmonar plantea desafíos en términos de tratamiento y manejo clínico, debido a que, en comparación con las embolias pulmonares más extensas, los pacientes con embolias subsegmentarias suelen presentar síntomas menos graves y, en muchos casos, no requieren intervención urgente. Sin embargo, la presencia de una embolia pulmonar subsegmentaria debe llevar a una evaluación detallada para descartar la trombosis venosa profunda, ya que esta última es un factor de riesgo clave para la progresión de la embolia pulmonar.
Uno de los factores que debe ser considerado en el manejo de los pacientes con embolia pulmonar subsegmentaria aislada es la identificación de factores de riesgo para la progresión o descompensación de la enfermedad. Factores tales como la necesidad de hospitalización, la administración de oxígeno, la presencia de cáncer activo, una historia previa de tromboembolismo venoso y la existencia de trombofilia conocida son indicadores que pueden aumentar el riesgo de que la embolia pulmonar subsegmentaria evolucione hacia una forma más grave o cause complicaciones adicionales. En estos casos, los pacientes requieren un seguimiento más cercano y un tratamiento más intensivo.
Por otro lado, los pacientes con embolia pulmonar subsegmentaria descubierta incidentalmente o sin síntomas evidentes, y que se encuentran en un bajo riesgo de progresión o recurrencia, pueden no requerir tratamiento anticoagulante inmediato, especialmente si no presentan trombosis venosa profunda. En estos casos, se puede optar por una estrategia de observación cercana, particularmente cuando el riesgo de sangrado es elevado. Esta decisión se basa en la premisa de que el tratamiento anticoagulante puede ser innecesario en aquellos pacientes en los que el riesgo de complicaciones hemorrágicas supera el beneficio de la anticoagulación, y donde la condición no está asociada a un riesgo inmediato de deterioro clínico.
No obstante, incluso en estos casos, es esencial realizar una evaluación continua del paciente. En particular, se recomienda realizar una ecografía de las extremidades inferiores a los 5-7 días para monitorizar la posible aparición de trombosis venosa profunda, dado que la ausencia de trombosis venosa profunda al momento del diagnóstico no garantiza que no se desarrolle posteriormente. Aunque los pacientes con embolia pulmonar subsegmentaria aislada y sin trombosis venosa profunda inicial pueden considerarse de bajo riesgo, es importante reconocer que el riesgo de recurrencia de la embolia pulmonar sigue siendo más alto que en la población general. Este riesgo es particularmente relevante en pacientes de edad avanzada y en aquellos con múltiples embolias pulmonares subsegmentarias detectadas al diagnóstico inicial, lo que sugiere una mayor predisposición a la formación de nuevos trombos en el futuro.
Pacientes riesgo intermedio de embolia pulmonar
Los pacientes con embolia pulmonar que se encuentran hemodinámicamente estables pero no se pueden clasificar de manera definitiva como de bajo riesgo requieren una evaluación adicional para determinar si presentan disfunción del ventrículo derecho. Este paso es fundamental para poder diferenciar entre los pacientes de riesgo bajo y los de riesgo intermedio alto en relación con la embolia pulmonar. La disfunción del ventrículo derecho es un factor crucial, ya que puede predecir un mayor riesgo de complicaciones graves, como el colapso cardiovascular o la muerte, a pesar de que la presión arterial en estos pacientes no sea críticamente baja.
El uso de la puntuación de Bova es particularmente útil para identificar a los pacientes con embolia pulmonar de riesgo intermedio alto, también conocida como embolia pulmonar submasiva. Esta clasificación incluye aquellos pacientes que tienen disfunción del ventrículo derecho, ya sea identificada a través de biomarcadores séricos como la troponina o mediante técnicas de imagen, como la tomografía computarizada (TC) o la ecocardiografía. La puntuación de Bova proporciona una forma efectiva de diferenciar entre los pacientes de riesgo bajo y los de riesgo intermedio alto, ya que aquellos con un riesgo intermedio alto requieren un monitoreo cercano debido a la posibilidad de deterioro clínico. Estos pacientes deben ser ingresados en unidades de cuidados más intensivos para un manejo adecuado.
En la tomografía computarizada de tórax, la relación entre el ventrículo derecho y el ventrículo izquierdo (RV/LV) puede ser utilizada como un marcador de la gravedad de la disfunción del ventrículo derecho. Un valor de esta relación inferior a 1.0 tiene una buena capacidad predictiva negativa, lo que significa que los pacientes con una relación RV/LV baja tienen un bajo riesgo de complicaciones adversas y podrían no requerir una intervención agresiva. Sin embargo, este indicador tiene la limitación de la variabilidad entre observadores, lo que puede afectar su interpretación clínica en algunos casos.
La ecocardiografía, por su parte, es una herramienta valiosa para evaluar la función del ventrículo derecho y puede ser más precisa en algunos contextos clínicos en los que hay dudas sobre la presencia de disfunción ventricular. Además, los biomarcadores séricos, como el péptido natriurético cerebral (BNP) y la troponina, son útiles principalmente por su valor predictivo negativo, es decir, si estos biomarcadores se encuentran en niveles normales, es probable que el riesgo de eventos adversos sea bajo, especialmente cuando se combinan con otros predictores clínicos y de imagen.
En pacientes con embolia pulmonar de riesgo intermedio alto, la tasa de mortalidad puede llegar hasta un 15%. Debido a este riesgo elevado, es esencial considerar cuidadosamente la opción de tratamiento con trombólisis en estos pacientes, particularmente en aquellos que presentan signos de inestabilidad hemodinámica o disfunción del ventrículo derecho. La trombólisis sistémica, que implica la administración de medicamentos para disolver el trombo, puede mejorar significativamente el pronóstico en pacientes seleccionados, aunque no está exenta de riesgos, principalmente por sus efectos hemorrágicos.
Para aquellos pacientes que no son candidatos ideales para trombólisis sistémica debido a contraindicaciones o un alto riesgo hemorrágico, las técnicas de trombólisis dirigidas por catéter pueden ser una opción viable, especialmente en centros con experiencia en este tipo de procedimientos. La trombólisis dirigida por catéter permite la administración de agentes trombolíticos directamente en el trombo pulmonar, lo que puede reducir el riesgo de complicaciones hemorrágicas en comparación con la trombólisis sistémica, al tiempo que mejora la eficacia del tratamiento.
Pacientes con alto riesgo de embolia pulmonar
Los pacientes con embolia pulmonar y inestabilidad hemodinámica persistente se clasifican como de alto riesgo, anteriormente conocidos como pacientes con embolia pulmonar masiva. Esta clasificación se basa en la presencia de una disfunción cardiovascular severa, que incluye hipotensión sostenida o shock, que resulta de la obstrucción significativa del flujo sanguíneo pulmonar debido a los trombos. La embolia pulmonar masiva es una de las formas más graves de esta condición y está asociada con una mortalidad temprana relacionada con la embolia pulmonar superior al 15%. En estos pacientes, la obstrucción masiva de las arterias pulmonares interfiere con el retorno venoso al corazón, lo que provoca una sobrecarga del ventrículo derecho, reduciendo el gasto cardíaco y llevando a una disminución de la perfusión sistémica, lo que puede resultar en fallo multiorgánico y un desenlace fatal si no se trata con rapidez.
El tratamiento de estos pacientes debe ser extremadamente agresivo y se debe realizar en unidades de cuidados intensivos (UCI), debido a la alta probabilidad de que la condición del paciente se deteriore rápidamente. El manejo inicial generalmente incluye la administración de trombólisis, que consiste en la disolución del trombo mediante agentes trombolíticos. Esta intervención es esencial para aliviar la obstrucción masiva de las arterias pulmonares y restablecer el flujo sanguíneo pulmonar. La trombólisis sistémica reduce la carga sobre el ventrículo derecho y mejora la hemodinámica global, lo que puede ser crucial para la supervivencia del paciente. Además, los pacientes de alto riesgo también requieren anticoagulación con heparina intravenosa para prevenir la formación de nuevos trombos y reducir la recurrencia de la embolia pulmonar.
La selección del anticoagulante inicial debe ser cuidadosamente considerada, tomando en cuenta diversas características del paciente. La función renal es un factor determinante, ya que algunos anticoagulantes tienen contraindicaciones o requieren ajustes de dosis en pacientes con insuficiencia renal. Asimismo, el riesgo inmediato de sangrado debe ser evaluado, ya que en algunos casos, el uso de trombólisis podría aumentar el riesgo de complicaciones hemorrágicas. Otros factores importantes incluyen el peso del paciente, que influye en la dosificación del anticoagulante, y la presencia de comorbilidades o condiciones clínicas que puedan afectar la elección del tratamiento, como el cáncer activo, que puede modificar la farmacocinética y la respuesta al tratamiento anticoagulante. En algunos escenarios, la localización del trombo, como en casos de trombosis proximal o bilateral, puede aumentar la gravedad de la embolia pulmonar y justificar un enfoque más agresivo.

Fuente y lecturas recomendadas:
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Originally posted on 27 de noviembre de 2024 @ 11:08 PM