El cáncer constituye una de las principales causas de mortalidad a nivel mundial, incluida en las estadísticas de los países desarrollados como una de las enfermedades con mayor impacto en la salud pública. Esta enfermedad se caracteriza por un crecimiento celular descontrolado, con potencial de invasión local y diseminación a órganos distantes. A pesar de los importantes avances médicos, el cáncer sigue siendo una causa frecuente de muerte debido a su diversidad biológica, la complejidad de su diagnóstico en etapas tempranas y la variabilidad en la respuesta a los tratamientos. Sin embargo, en las últimas décadas se ha observado una disminución sostenida en las tasas de mortalidad por cáncer, atribuible a múltiples factores interrelacionados que reflejan un abordaje integral de la enfermedad.
Entre los principales logros que han contribuido a esta disminución destaca la mejora en las estrategias de prevención, tanto primaria como secundaria. La identificación y el control de factores de riesgo, junto con la promoción de estilos de vida saludables, han reducido la incidencia de ciertos tipos de cáncer. Además, el desarrollo de programas de detección precoz, como las mamografías, las pruebas de antígeno prostático específico y las colonoscopias, han permitido diagnosticar tumores en fases más tempranas, cuando las posibilidades de curación son mayores. Paralelamente, el tratamiento oncológico ha evolucionado significativamente con el avance de la cirugía oncológica, la radioterapia más precisa, la quimioterapia dirigida, la inmunoterapia y las terapias hormonales, lo cual ha mejorado tanto la sobrevida global como la calidad de vida de los pacientes.
Estos avances han sido especialmente notorios en los cuatro tipos de cáncer más prevalentes: cáncer de próstata, cáncer de mama, cáncer de pulmón y cáncer colorrectal. En estos casos, las tasas de mortalidad han mostrado reducciones significativas, lo cual es un reflejo del éxito combinado de la prevención, la detección oportuna y la eficacia terapéutica. Como resultado, el número de personas que sobreviven al cáncer continúa en aumento, configurando una población creciente de sobrevivientes que requieren seguimiento a largo plazo y cuidados integrales.
Dentro de los factores de riesgo que pueden modificarse para reducir la incidencia del cáncer, el consumo de tabaco ocupa un lugar central. El tabaquismo es la causa prevenible más importante de muerte por cáncer, con evidencia científica que lo vincula causalmente con al menos doce tipos distintos de neoplasias malignas. La asociación más contundente se observa con el cáncer de pulmón, ya que se estima que más del ochenta por ciento de las muertes por esta neoplasia están directamente relacionadas con el consumo de cigarrillos. Ante esta realidad, la cesación del hábito tabáquico representa una intervención de alto impacto en la salud pública. Las estrategias para dejar de fumar deben iniciar con una intervención clínica personalizada; incluso una orientación breve y directa por parte del personal médico puede aumentar significativamente las probabilidades de abandono. La efectividad de estas intervenciones se potencia mediante terapias complementarias como el asesoramiento intensivo, el uso de terapia de reemplazo de nicotina (a través de parches, chicles, pastillas o inhaladores), y la administración de fármacos como el bupropión o la vareniclina, que han demostrado eficacia en la reducción del deseo de fumar y en el mantenimiento de la abstinencia.
Para la población que no consume tabaco, otros factores modificables igualmente relevantes en la prevención del cáncer incluyen la alimentación y la actividad física. Se ha documentado que una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, cereales integrales y pobre en grasas saturadas y alimentos ultraprocesados, se asocia con un menor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer. Asimismo, la práctica regular de ejercicio físico y el mantenimiento de un peso corporal saludable reducen el riesgo de múltiples neoplasias, entre ellas el cáncer de colon, el cáncer de mama posmenopáusico y el cáncer de endometrio. Estos hallazgos refuerzan la importancia de adoptar un enfoque integral en la prevención del cáncer, donde el estilo de vida del individuo juega un papel central en la reducción del riesgo y en la promoción de la salud a largo plazo.
Para la reducción efectiva del riesgo de desarrollar cáncer, es fundamental adoptar un conjunto de recomendaciones basadas en la evidencia científica que aborden diversos aspectos del estilo de vida y la exposición ambiental. En primer lugar, evitar el consumo de tabaco constituye la medida preventiva más significativa. El tabaco contiene múltiples compuestos carcinógenos que generan mutaciones en el ADN, promoviendo la iniciación y progresión tumoral en múltiples órganos, no solo en los pulmones, sino también en la cavidad oral, la laringe, el páncreas y la vejiga, entre otros. Por ello, eliminar este hábito nocivo es la piedra angular para la prevención del cáncer.
En segundo lugar, la actividad física regular desempeña un papel crucial en la modulación de diversos procesos biológicos que reducen el riesgo oncológico. La actividad física mejora la función inmune, regula el metabolismo hormonal y disminuye la inflamación crónica, todos factores vinculados con la carcinogénesis. Además, contribuye a mantener un peso corporal adecuado, lo cual es el tercer punto clave en la prevención. La obesidad y el sobrepeso se asocian con un aumento en la incidencia de varios tipos de cáncer, como el de mama posmenopáusico, colon y endometrio, debido a alteraciones hormonales y metabólicas que favorecen un ambiente propicio para el desarrollo tumoral.
La alimentación también desempeña un papel fundamental. Una dieta rica en frutas, verduras y granos enteros aporta una amplia variedad de nutrientes, antioxidantes, fibras y fitoquímicos que protegen contra el daño genético y la inflamación. Estas sustancias contribuyen a neutralizar radicales libres y mejorar la reparación del ADN, disminuyendo la probabilidad de mutaciones malignas. Por otro lado, se recomienda reducir el consumo de grasas saturadas y grasas trans, que están relacionadas con procesos inflamatorios y alteraciones metabólicas que pueden favorecer la carcinogénesis.
El consumo de alcohol debe ser limitado debido a su capacidad de generar metabolitos tóxicos, como el acetaldehído, que dañan el ADN y afectan la reparación celular. El alcohol incrementa el riesgo de varios cánceres, incluyendo los de boca, esófago, hígado y mama. Por último, la exposición excesiva a la radiación ultravioleta proveniente del sol es un factor de riesgo bien establecido para el desarrollo de cánceres cutáneos, incluyendo el melanoma, que es altamente agresivo. Es fundamental implementar medidas de protección solar, como el uso de ropa adecuada, sombreros, gafas y protectores solares de amplio espectro para minimizar esta exposición.
Otro factor relevante de riesgo modificable es la radiación ionizante utilizada en estudios diagnósticos radiográficos, especialmente en tomografías computarizadas. La radiación puede inducir daño en el material genético de las células, aumentando la probabilidad de transformaciones malignas a largo plazo. Por esta razón, se han implementado protocolos para estandarizar y limitar las dosis de radiación administradas durante estos procedimientos, así como criterios más estrictos para indicar su uso, priorizando siempre la realización de estudios cuando exista una clara justificación clínica y evitando la exposición innecesaria. Estas medidas son esenciales para reducir el riesgo asociado a la radiación médica sin comprometer la calidad diagnóstica.

Fuente y lecturas recomendadas:
- American Cancer Society. Cancer Facts & Figures 2023. https:// www.cancer.org/research/cancer-facts-statistics/all-cancerfacts-figures/2023-cancer-facts-figures.html
- Klein WMP et al. Alcohol and cancer risk: clinical and research implications. JAMA. 2020;323:23. [PMID: 31834355]
- Office of Disease Prevention and Health Promotion. Healthy People 2030. Tobacco use objectives: reduce current tobacco use in adults—TU-01. https://health.gov/healthypeople/ objectives-and-data/browse-objectives/tobacco-use/ reduce-current-tobacco-use-adults-tu-01. Siegel RL et al. Cancer statistics, 2024. CA Cancer J Clin. 2024;74:12. [PMID: 38230766]
- Erratum in: CA Cancer J Clin. 2024;74:203. [PMID: 38363123]