La fiebre por garrapata de Colorado es una enfermedad febril bifásica de notificación obligatoria, causada por una infección con un reovirus, el cual es transmitido al ser humano a través de la picadura de la garrapata Dermacentor andersoni. Esta patología es considerada poco común, con un promedio anual de aproximadamente cinco casos, que afectan principalmente a hombres mayores de 40 años. Su distribución geográfica se restringe al oeste de los Estados Unidos y algunas regiones de Canadá, con una mayor incidencia durante la temporada de actividad de las garrapatas, que se extiende desde marzo hasta noviembre.
La enfermedad se presenta con mayor frecuencia en áreas cubiertas de hierba situadas entre los 1,200 y los 3,000 metros sobre el nivel del mar. En cerca del 90 % de los casos registrados, los pacientes refieren antecedentes claros de picadura de garrapata o exposición a zonas endémicas. La transmisión ocurre cuando la garrapata, al alimentarse, introduce el virus en el torrente sanguíneo del hospedador.
Clínicamente, la fiebre por garrapata de Colorado se caracteriza por un curso bifásico: una primera fase con fiebre, cefalea, mialgias y malestar general, seguida de un período de mejoría temporal y posteriormente una segunda fase febril que puede incluir síntomas neurológicos leves. El virus posee un tropismo particular por las células precursoras eritrocíticas en la médula ósea, lo que puede explicar la persistencia viral en la sangre durante varios días, incluso después de la resolución de los síntomas.
Este comportamiento viral plantea riesgos adicionales, como la posibilidad de transmisión por transfusión sanguínea, aunque los casos documentados por esta vía son escasos. El número de infecciones notificadas ha disminuido en los últimos años; entre 2010 y 2019, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) recibieron apenas 59 reportes de casos. En la actualidad, la mayoría de los casos provienen de los estados de Wyoming, Montana y Utah.
La vigilancia y la notificación obligatoria de esta enfermedad son fundamentales para su control, dado su potencial de transmisión y la posibilidad de subregistro, especialmente en regiones donde los síntomas pueden confundirse con otras enfermedades febriles transmitidas por vectores.
Manifestaciones clínicas
La fiebre por garrapata de Colorado presenta un período de incubación que oscila típicamente entre tres y seis días, aunque en raras ocasiones puede extenderse hasta diecinueve días. Esta etapa corresponde al intervalo entre la exposición al virus, a través de la picadura de la garrapata infectada, y la aparición de los primeros síntomas clínicos. El inicio de la enfermedad suele ser abrupto y se manifiesta con fiebre elevada, lo cual constituye uno de los signos más característicos del cuadro clínico inicial.
Los síntomas agudos son intensos y sistémicos. Destacan la mialgia severa, que frecuentemente afecta extremidades y espalda, así como cefalea intensa, fotofobia, anorexia, náuseas, vómitos y una marcada sensación de debilidad generalizada. Esta sintomatología refleja la naturaleza viral sistémica del proceso infeccioso y sugiere un compromiso significativo del estado general del paciente. No obstante, los hallazgos físicos suelen ser limitados. En algunos casos puede observarse un exantema tenue y transitorio, pero este no es un signo constante ni específico.
La fase aguda de la enfermedad suele resolverse espontáneamente en el transcurso de una semana. Sin embargo, en aproximadamente la mitad de los pacientes, la mejoría clínica inicial es seguida por una fase de remisión breve, tras la cual se produce una recaída. Esta recaída se caracteriza por la reaparición de fiebre y un resurgimiento completo de los síntomas iniciales, lo que se conoce como recrudescencia. Esta segunda fase sintomática suele durar entre dos y cuatro días. Este patrón bifásico, con una fase de mejoría intermedia seguida de un nuevo episodio febril, es una característica distintiva de la fiebre por garrapata de Colorado.
El diagnóstico diferencial es amplio, debido a la inespecificidad de los síntomas iniciales y su semejanza con otras enfermedades febriles. Deben considerarse entidades como la influenza, la fiebre maculosa de las Montañas Rocosas, diversas infecciones virales sistémicas y, en contextos epidemiológicos compatibles, las fiebres recurrentes. La diferenciación clínica requiere una cuidadosa evaluación del historial epidemiológico del paciente, incluyendo viajes recientes a zonas endémicas, exposición a garrapatas y características temporales de la fiebre.
Esta complejidad diagnóstica resalta la importancia del conocimiento clínico y epidemiológico para la identificación oportuna de la fiebre por garrapata de Colorado, especialmente en regiones donde coexisten múltiples enfermedades febriles transmitidas por vectores.
Exámenes diagnósticos
Durante el curso clínico de la fiebre por garrapata de Colorado, es común observar alteraciones hematológicas características. Entre ellas, destaca la leucopenia, la cual se acompaña de un desplazamiento hacia la izquierda en el recuento leucocitario, indicando un aumento en la proporción de formas inmaduras de neutrófilos en sangre periférica. Asimismo, es frecuente la presencia de linfocitos atípicos, que reflejan una respuesta inmunitaria activa frente a la infección viral. Estas anomalías hematológicas alcanzan su punto más bajo, o nadir, alrededor del quinto o sexto día después del inicio de la enfermedad, coincidiendo con el período de mayor actividad viral y mayor compromiso sistémico.
Además de la leucopenia, puede presentarse trombocitopenia, es decir, una reducción en el número de plaquetas en sangre. Esta alteración puede contribuir a la aparición de manifestaciones hemorrágicas leves, aunque no es una característica predominante ni grave en la mayoría de los casos. Estas alteraciones en los componentes sanguíneos reflejan el impacto del virus sobre la médula ósea, órgano donde se producen las células hematopoyéticas, y donde el virus infecta específicamente a los precursores eritrocitarios, alterando la producción normal de células sanguíneas.
Para el diagnóstico temprano de la infección, la reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (RT-PCR) se ha convertido en una herramienta fundamental, ya que permite detectar la presencia del material genético viral en la sangre durante la fase inicial de viremia. Esta técnica molecular es especialmente útil en las primeras etapas de la enfermedad, antes de que el sistema inmunológico haya generado una respuesta humoral detectable.
Posteriormente, a partir de las dos semanas después del inicio de los síntomas, es posible identificar anticuerpos específicos de tipo inmunoglobulina M mediante técnicas serológicas como el ensayo por captura ELISA o la prueba de neutralización por reducción de placas virales. La detección de IgM constituye el método diagnóstico más frecuentemente utilizado debido a su especificidad y facilidad de implementación en laboratorios clínicos. La presencia de estos anticuerpos indica una infección reciente y contribuye a confirmar el diagnóstico en casos en los que la fase de viremia ya ha disminuido y la carga viral es indetectable mediante técnicas moleculares.
Complicaciones
La fiebre por garrapata de Colorado, aunque generalmente se presenta como una enfermedad autolimitada y con un pronóstico favorable, puede ocasionalmente asociarse a complicaciones neurológicas y sistémicas graves, aunque estas son poco frecuentes. Entre las manifestaciones neurológicas, la meningitis aséptica representa una complicación que ocurre con mayor incidencia en la población pediátrica. Esta condición se caracteriza por una inflamación de las meninges sin evidencia de infección bacteriana, manifestándose clínicamente con síntomas como cefalea intensa, rigidez de nuca, fiebre y alteraciones del estado general.
En casos aún más raros, la infección puede progresar a encefalitis, una inflamación del tejido cerebral que puede producir síntomas neurológicos severos, incluyendo confusión, convulsiones, alteraciones en la conciencia y déficits neurológicos focales. La encefalitis implica un compromiso más profundo del sistema nervioso central y puede asociarse a un mayor riesgo de secuelas a largo plazo.
Asimismo, la fiebre hemorrágica, aunque excepcional, ha sido reportada en algunos casos, manifestándose con hemorragias cutáneas y sistémicas, lo que sugiere un compromiso más severo del sistema hematológico y vascular. Estas formas graves de presentación son excepcionales y no representan la evolución típica de la enfermedad.
Un aspecto importante a considerar es que el malestar general, la fatiga y la sensación de debilidad pueden prolongarse durante semanas o incluso meses después de la fase aguda de la enfermedad. Esta persistencia de síntomas puede afectar significativamente la calidad de vida de los pacientes, aunque no se asocia a daño orgánico irreversible.
Las fatalidades asociadas a la fiebre por garrapata de Colorado son extremadamente poco comunes, reflejando el carácter generalmente benigno y autolimitado de la infección. No obstante, la infección durante el embarazo representa una situación de riesgo particular. En estas circunstancias, se han documentado casos aislados de aborto espontáneo y la aparición de anomalías congénitas múltiples, lo que sugiere un potencial efecto teratogénico o un daño fetal secundario a la infección materna. Estas complicaciones obstétricas, aunque raras, subrayan la necesidad de un manejo cuidadoso y seguimiento estricto en mujeres embarazadas expuestas al virus.
Tratamiento
Actualmente, no existe un tratamiento específico aprobado para la fiebre por garrapata de Colorado. La terapia se basa fundamentalmente en el manejo sintomático y de soporte, orientado a aliviar los síntomas y prevenir complicaciones secundarias. En estudios experimentales realizados en modelos animales, el antiviral ribavirina ha demostrado cierta eficacia para reducir la replicación viral, sin embargo, su uso clínico en humanos no está establecido debido a la falta de ensayos clínicos que confirmen su seguridad y efectividad en esta enfermedad.
El manejo farmacológico en los pacientes afectados incluye la administración de antipiréticos para controlar la fiebre y mejorar el confort general. No obstante, es fundamental evitar el uso de salicilatos, como la aspirina, debido al riesgo aumentado de hemorragias. Esta contraindicación se relaciona con la posible aparición de trombocitopenia durante la infección, la cual disminuye la capacidad de coagulación sanguínea y aumenta la susceptibilidad a sangrados, especialmente en presencia de agentes farmacológicos que alteran la función plaquetaria.
En cuanto al pronóstico, la fiebre por garrapata de Colorado es típicamente una enfermedad autolimitada y benigna. La mayoría de los pacientes experimentan una recuperación completa sin secuelas significativas. La mortalidad es muy rara, y las complicaciones graves se presentan en un porcentaje mínimo de casos. Por lo tanto, el pronóstico general es favorable, siempre que se brinde un adecuado seguimiento clínico y manejo de los síntomas.
La prevención representa un pilar fundamental para el control de esta enfermedad, dado que la ausencia de tratamiento específico limita las opciones terapéuticas. La estrategia principal consiste en evitar la exposición a las garrapatas vectores, lo que implica tomar medidas de protección personal durante la temporada de actividad de estos artrópodos, que se extiende desde marzo hasta noviembre. Las garrapatas Dermacentor andersoni suelen habitar a altitudes elevadas, generalmente por encima de los 2,100 metros sobre el nivel del mar, en áreas cubiertas por arbustos como la artemisa (sagebrush).
Las medidas preventivas incluyen el uso de ropa protectora que cubra la piel, aplicación de repelentes adecuados, revisión frecuente del cuerpo para detectar y remover garrapatas adheridas, y evitar caminar por zonas con alta densidad de vegetación donde se encuentran estos vectores. Estas precauciones son especialmente recomendadas para personas que residen o realizan actividades recreativas o laborales en regiones endémicas. En conjunto, estas acciones contribuyen significativamente a disminuir el riesgo de infección por el virus causante de la fiebre por garrapata de Colorado.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Padgett KA et al. Colorado tick fever virus in the far west: forgotten, but not gone. Vector Borne Zoonotic Dis. 2022;22:443. [PMID: 35877087]
- Rodino KG et al. Tick-borne diseases in the United States. Clin Chem. 2020;66:537. [PMID: 32232463]