La gastroenteritis causada por Escherichia coli es un trastorno gastrointestinal que puede ser originado por distintos mecanismos patogénicos, dependiendo del tipo de cepa involucrada. Existen diversas categorías de E. coli que pueden inducir este tipo de enfermedad, cada una con sus características distintivas y formas de acción específicas.
Una de las cepas más comunes responsables de la gastroenteritis es Escherichia coli enterotoxigénica (ETEC). Esta cepa produce dos tipos de toxinas, conocidas como la toxina termolábil y la toxina termoestable. Estas toxinas son las que desencadenan los síntomas clínicos de la enfermedad, principalmente la diarrea acuosa. E. coli enterotoxigénica es una de las principales causas de la diarrea del viajero, una condición típicamente asociada con la ingestión de alimentos o agua contaminados durante los viajes a áreas con condiciones sanitarias deficientes.
Por otro lado, Escherichia coli enteroagregativa (EAEC) también está implicada en la diarrea acuosa, y se asocia con infecciones persistentes, especialmente en niños pequeños y personas inmunocomprometidas. Aunque las infecciones causadas por estas cepas son generalmente autolimitadas, pueden generar malestar significativo y afectar la calidad de vida de quienes las padecen.
Existen otras cepas menos comunes, como Escherichia coli enteroinvasiva (EIEC), que es más rara en países como Estados Unidos. A diferencia de las cepas enterotoxigénicas o enteroagregativas, EIEC tiene la capacidad de invadir las células epiteliales intestinales. Este tipo de invasión celular resulta en una infección más severa, caracterizada por la diarrea sanguinolenta y síntomas de disentería, similares a los causados por Shigella. La capacidad de estas cepas para invadir y destruir las células del tracto gastrointestinal puede generar un cuadro clínico más grave, con potenciales complicaciones.
En términos de diagnóstico, es importante señalar que, aunque las cepas como ETEC y EIEC no son rutinariamente aisladas mediante cultivos de heces debido a la falta de medios selectivos adecuados, pueden ser detectadas mediante pruebas moleculares avanzadas como la PCR multiplex en muestras fecales. Esta tecnología permite identificar de manera más precisa y rápida los agentes patógenos responsables de la infección.
En cuanto al tratamiento, aunque la mayoría de los casos de gastroenteritis por E. coli suelen ser autolimitados, en algunos casos se puede administrar terapia antimicrobiana para reducir la duración de los síntomas. Por ejemplo, el tratamiento con azitromicina oral, en dosis de 1000 mg en una sola toma o 500 mg diarios durante tres días, puede acortar el curso clínico de la enfermedad, especialmente en los casos más graves o en personas en riesgo. Sin embargo, la mayoría de los pacientes se recupera sin necesidad de antibióticos, ya que la infección tiende a resolverse por sí sola en un corto período de tiempo.
La infección por Escherichia coli productor de toxina Shiga (STEC) es una condición que puede manifestarse de diversas maneras, desde una portación asintomática hasta cuadros graves que incluyen diarrea, colitis hemorrágica, síndrome urémico hemolítico (SUH) o púrpura trombocitopénica trombótica (PTT). La toxina Shiga, producida por ciertas cepas de E. coli, juega un papel fundamental en la patogénesis de la infección, ya que se une a las células endoteliales y desencadena una serie de eventos que pueden afectar tanto al sistema gastrointestinal como a otros órganos, principalmente los riñones.
Una de las cepas más conocidas y responsables de la mayoría de los casos de infección por STEC en Estados Unidos es E. coli O157:H7. Esta cepa ha estado vinculada a brotes de diarrea y síndrome urémico hemolítico relacionados con el consumo de carne de hamburguesa poco cocida, harina cruda, jugo de manzana sin pasteurizar y espinacas contaminadas. Sin embargo, existen otras cepas de E. coli productor de toxina Shiga que también pueden causar enfermedades graves, como E. coli O104:H4, que ha sido responsable de brotes importantes en los últimos años. Además, la cepa E. coli O145 ha estado asociada con el consumo de lechuga contaminada.
En general, la infección por STEC puede comenzar con síntomas leves, como diarrea acuosa, que posteriormente puede evolucionar hacia una colitis hemorrágica. En algunos casos, el cuadro clínico progresa hacia el desarrollo de síndrome urémico hemolítico, una complicación grave caracterizada por la destrucción de los glóbulos rojos, insuficiencia renal aguda y alteraciones en la coagulación. Además, la púrpura trombocitopénica trombótica, que involucra la formación de microtrombos en los vasos sanguíneos, puede complicar aún más el curso de la enfermedad.
Los individuos más vulnerables a desarrollar formas graves de la enfermedad son los niños pequeños y los adultos mayores. En particular, el síndrome urémico hemolítico es más común en los niños, quienes pueden experimentar una rápida progresión hacia insuficiencia renal aguda si no reciben un tratamiento adecuado. La identificación de las cepas de STEC, sin embargo, puede resultar desafiante, ya que algunas cepas no presentan características distintivas fácilmente detectables en los cultivos de rutina.
Se recomienda que todas las muestras de heces enviadas para análisis en pacientes con diarrea aguda adquirida en la comunidad sean cultivadas simultáneamente para detectar E. coli O157:H7 y probadas para la presencia de toxinas Shiga. Esto es fundamental para identificar cepas no O157 de STEC, como E. coli O145, que pueden ser responsables de enfermedades graves.
Es importante destacar que el tratamiento antimicrobiano no altera el curso de la infección por STEC y, en algunos casos, puede aumentar el riesgo de desarrollar síndrome urémico hemolítico. Por lo tanto, el tratamiento es principalmente de apoyo, dirigido a aliviar los síntomas y a monitorear las posibles complicaciones, especialmente en los casos más graves. En aquellos pacientes que desarrollan síndrome urémico hemolítico o púrpura trombocitopénica trombótica asociada con una enfermedad diarreica, se debe considerar la infección por STEC y realizar una evaluación diagnóstica para confirmarla.
Las infecciones confirmadas por E. coli productor de toxina Shiga deben ser notificadas a las autoridades de salud pública, ya que los brotes de estas infecciones pueden tener un impacto significativo en la salud pública y requieren medidas de control para prevenir la propagación.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Tack D et al. Preliminary incidence and trends of infections with pathogens transmitted commonly through food— Foodborne Diseases Active Surveillance Network, 10 U.S. Sites, 2016–2019. MMWR Morb Mortal Wkly Rep. 2020;69: 508. [PMID: 3235295]