Hipertensión de bata blanca, hipertensión enmascarada e hipertensión lábil
El término “hipertensión de bata blanca” describe un fenómeno clínico en el que los pacientes presentan niveles elevados de presión arterial en un entorno médico, como en una consulta con un médico, mientras que estas mediciones se encuentran dentro de límites normales cuando se realizan en el hogar. Esta discrepancia en las mediciones puede ser atribuida a una serie de factores, predominantemente psicológicos. La ansiedad y el estrés que muchas personas sienten al estar en un entorno clínico pueden activar respuestas fisiológicas que llevan a un aumento temporal de la presión arterial. Este fenómeno es conocido como reacción de lucha o huida, donde el sistema nervioso simpático se activa, liberando hormonas que aumentan la frecuencia cardíaca y la constricción de los vasos sanguíneos, lo que se traduce en un incremento de la presión arterial.
La hipertensión de bata blanca ha sido objeto de numerosos estudios que han demostrado que, aunque los niveles de presión arterial pueden ser elevados en la consulta, estos pacientes no presentan los mismos riesgos cardiovasculares que aquellos con hipertensión establecida, definida por mediciones consistentemente altas en múltiples ocasiones. Sin embargo, es importante destacar que el riesgo cardiovascular en los pacientes con hipertensión de bata blanca no es despreciable. Se ha observado que estas personas tienen una probabilidad mayor de desarrollar hipertensión crónica en el futuro en comparación con aquellos cuyos niveles de presión arterial son normales tanto en consulta como en el hogar.
La implicación clínica de esta condición resalta la importancia de un enfoque holístico en el manejo de la presión arterial. Los médicos deben considerar la posibilidad de la hipertensión de bata blanca al interpretar las mediciones de presión arterial en el consultorio, y es recomendable realizar monitoreos adicionales en el hogar para obtener una evaluación más precisa del estado de salud cardiovascular del paciente. Este enfoque puede ayudar a evitar diagnósticos erróneos y, por ende, intervenciones innecesarias en pacientes que, aunque muestran cifras elevadas en un entorno clínico, no presentan una hipertensión crónica real.
La “hipertensión enmascarada” se refiere a una situación en la que las mediciones de presión arterial realizadas en un entorno clínico, como en la consulta de un médico, son normales, mientras que las mediciones obtenidas en el hogar o en otras situaciones cotidianas revelan cifras elevadas. Este fenómeno es motivo de preocupación considerable en la práctica clínica, ya que puede llevar a una subestimación del riesgo cardiovascular del paciente.
A menudo, los individuos con hipertensión enmascarada pueden presentar una apariencia saludable durante las evaluaciones médicas, lo que puede hacer que tanto ellos como los profesionales de la salud subestimen la gravedad de su condición. Esta discrepancia en las mediciones puede ser el resultado de varios factores, incluidos el estrés y la ansiedad que pueden experimentar los pacientes en el entorno clínico, así como la variabilidad en su comportamiento diario y en sus hábitos de vida, que pueden influir en sus niveles de presión arterial en un contexto no clínico.
La relevancia clínica de la hipertensión enmascarada radica en su asociación con un riesgo cardiovascular que, en muchos casos, es comparable al de aquellos que padecen hipertensión establecida. Esto significa que los pacientes con hipertensión enmascarada pueden enfrentar un riesgo elevado de eventos cardiovasculares, como infartos de miocardio o accidentes cerebrovasculares, a pesar de que sus mediciones de presión arterial en el consultorio no reflejen esta amenaza. Diversos estudios han demostrado que la hipertensión enmascarada puede estar asociada con daño en órganos, tales como el corazón y los riñones, lo que agrava aún más la situación.
Dada esta situación, es crucial que los profesionales de la salud adopten un enfoque proactivo en la evaluación de la presión arterial. Esto incluye la realización de mediciones en múltiples contextos, así como el uso de dispositivos de monitoreo ambulatorio de la presión arterial o la autoevaluación por parte del paciente en su entorno cotidiano. Tal enfoque permite obtener una imagen más completa de la presión arterial del paciente y, en consecuencia, una evaluación más precisa de su riesgo cardiovascular.
La variabilidad de la presión arterial sistólica, comúnmente referida como hipertensión lábil, se caracteriza por fluctuaciones notables en los niveles de presión arterial a lo largo del tiempo, independientemente de la media de estas mediciones. Este fenómeno se ha convertido en un tema de interés creciente en la investigación cardiovascular debido a su potencial impacto en la salud y el pronóstico de los pacientes.
La hipertensión lábil se manifiesta como cambios abruptos y a veces impredecibles en los niveles de presión arterial, lo que puede ocurrir en respuesta a factores como el estrés emocional, la actividad física, cambios posturales o incluso variaciones diurnas. A pesar de que algunos pacientes pueden presentar una media de presión arterial sistólica que se encuentra dentro de los límites considerados normales, la existencia de una alta variabilidad en sus mediciones puede ser indicativa de un riesgo cardiovascular significativamente elevado.
Estudios han demostrado que esta variabilidad puede actuar como un predictor independiente de eventos cardiovasculares, lo que significa que su influencia sobre el riesgo de complicaciones, como infartos de miocardio o accidentes cerebrovasculares, no se limita a los valores promedio de presión arterial, sino que opera de manera autónoma. Esta relación ha sido observada en diversas poblaciones, y los mecanismos subyacentes pueden incluir la alteración en la regulación del tono vascular y la función endotelial, así como una mayor carga hemodinámica sobre el corazón y los vasos sanguíneos.
La importancia de la hipertensión lábil radica en su capacidad para reflejar la inestabilidad del sistema cardiovascular, lo que podría ser un signo de disfunción subyacente que no se revela a través de mediciones de presión arterial promedio. En este sentido, el reconocimiento de la hipertensión lábil como un factor de riesgo permite a los profesionales de la salud adoptar enfoques más integrales y personalizados en la evaluación y el manejo de los pacientes.
Es esencial que las estrategias de monitoreo de la presión arterial incluyan la evaluación de la variabilidad, ya que esto puede proporcionar información valiosa sobre el estado cardiovascular del paciente. La medición continua de la presión arterial, ya sea mediante dispositivos automáticos o monitoreo ambulatorio, puede ayudar a captar estas fluctuaciones y, en consecuencia, mejorar la identificación de individuos en riesgo.
Fuente y lecturas recomendadas:
- Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
- Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
- Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2024. McGraw Hill.
- Filippone EJ et al. Controversies in Hypertension I: the optimal assessment of blood pressure load and implications for treatment. Am J Med. 2022;135:1043. [PMID: 35636476]