Hipertensión resistente al tratamiento

Hipertensión resistente al tratamiento
Hipertensión resistente al tratamiento

La hipertensión resistente es una condición médica compleja en la cual los pacientes no logran alcanzar un control adecuado de su presión arterial a pesar de seguir un tratamiento farmacológico completo y adecuado, que generalmente incluye al menos tres medicamentos, entre ellos un diurético. Este término se aplica específicamente a pacientes que siguen las indicaciones médicas pero no logran los resultados esperados en términos de presión arterial.

La adherencia al tratamiento es un factor crucial en el manejo de la hipertensión, y desafortunadamente, es un problema común en la práctica clínica. Se estima que hasta el 50% de los pacientes con hipertensión resistente no cumplen completamente con su tratamiento, ya sea de manera parcial o completa. Esto puede deberse a una variedad de razones, que van desde la complejidad del régimen de medicamentos hasta los efectos secundarios percibidos o reales, así como factores socioeconómicos o de estilo de vida.

Es fundamental que los médicos que tratan la hipertensión resistente realicen una evaluación exhaustiva de la adherencia del paciente al tratamiento antes de avanzar en cualquier otra intervención. Además, es importante descartar la llamada “hipertensión de bata blanca”, que se refiere a la elevación de la presión arterial solo en el entorno clínico debido al estrés o la ansiedad asociados con la visita médica. Para ello, se recomienda realizar mediciones de la presión arterial fuera del entorno clínico, ya sea a través de monitoreo ambulatorio o domiciliario, para obtener una imagen más precisa de la presión arterial del paciente en su vida diaria.

Una vez confirmada la adherencia al tratamiento y descartada la hipertensión de bata blanca, el médico debe explorar otros factores que podrían contribuir a la hipertensión resistente. Esto puede incluir la identificación y manejo de factores de riesgo cardiovascular modificables, como el sobrepeso u obesidad, el consumo de alcohol, el tabaquismo, la falta de actividad física, así como el manejo de otras condiciones médicas concurrentes, como la apnea del sueño o la enfermedad renal.

En última instancia, si persiste la hipertensión resistente a pesar de una adecuada adherencia al tratamiento y el manejo de los factores exacerbantes, es crucial buscar causas subyacentes identificables de la hipertensión.

Las causas de la hipertensión resistente son diversas y pueden implicar una combinación de factores fisiológicos, conductuales y ambientales. Para entender completamente estas causas, es importante analizarlas detalladamente:

  • Medición inadecuada de la presión arterial: La medición incorrecta de la presión arterial puede conducir a diagnósticos erróneos y a una gestión inadecuada de la hipertensión.
  • No adherencia al tratamiento: La falta de cumplimiento con el régimen de medicamentos prescrito es un problema común en el manejo de la hipertensión, lo que puede resultar en un control inadecuado de la presión arterial.
  • Sobrecarga de volumen y seudotolerancia: El exceso de líquidos en el cuerpo y la seudotolerancia (una disminución en la efectividad de los medicamentos con el tiempo) pueden contribuir a la hipertensión resistente.
  • Ingesta excesiva de sodio: El consumo elevado de sodio puede causar retención de líquidos y aumento de la presión arterial en algunas personas.
  • Retención de volumen debido a enfermedad renal: La disfunción renal puede provocar una acumulación de líquidos y un aumento de la presión arterial.
  • Terapia diurética inadecuada: La dosis o el tipo de diurético utilizado pueden no ser suficientes para controlar la presión arterial en algunos pacientes.
  • Causas inducidas por medicamentos u otras: Algunos medicamentos, como los AINE, los esteroides, ciertos anticonceptivos orales, entre otros, pueden aumentar la presión arterial o interferir con la eficacia de los medicamentos antihipertensivos.
  • Condiciones asociadas: La obesidad y el consumo excesivo de alcohol pueden contribuir a la hipertensión resistente al aumentar la carga hemodinámica y los niveles de presión arterial.
  • Causas identificables de hipertensión: Además de los factores mencionados anteriormente, existen condiciones médicas subyacentes, como enfermedades renales, endocrinas o cardiovasculares, que pueden desempeñar un papel en el desarrollo de la hipertensión resistente.

El tipo de diurético utilizado en el tratamiento de la hipertensión resistente es un aspecto crucial que el médico debe considerar cuidadosamente, especialmente en relación con la función renal del paciente. Esto se debe a que algunos diuréticos pueden tener efectos diferentes en la función renal y en el equilibrio electrolítico del paciente.

La aldosterona, una hormona producida por las glándulas suprarrenales, desempeña un papel importante en la regulación del equilibrio de sodio y potasio en el cuerpo, así como en el mantenimiento de la presión arterial. En algunos casos de hipertensión resistente, se ha observado un aumento en los niveles de aldosterona, lo que puede contribuir a la resistencia al tratamiento antihipertensivo.

En estos casos, los bloqueadores de los receptores de aldosterona, como la espironolactona o la eplerenona, pueden ser una opción terapéutica efectiva. Estos medicamentos actúan bloqueando la acción de la aldosterona en los riñones, lo que resulta en una disminución de la retención de sodio y agua, y en una reducción de la presión arterial.

Además, la amilorida, un diurético ahorrador de potasio, también puede ser útil en el tratamiento de la hipertensión resistente, especialmente en pacientes que presentan niveles bajos de potasio en sangre o que están en riesgo de desarrollar hipopotasemia debido al uso de otros diuréticos.

Por otro lado, la ablación del nervio simpático renal es una opción terapéutica que se está investigando para el tratamiento de la hipertensión resistente. Este procedimiento implica la destrucción selectiva de los nervios simpáticos que inervan los riñones, lo que puede reducir la actividad del sistema nervioso simpático y, en consecuencia, disminuir la presión arterial. Sin embargo, se necesitan más estudios clínicos para evaluar completamente la seguridad y eficacia de esta intervención antes de que pueda integrarse rutinariamente en la práctica clínica.

 

 

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