La tos ferina, conocida científicamente como infección por Bordetella pertussis, es una enfermedad aguda que afecta principalmente las vías respiratorias. Esta infección se produce cuando la bacteria Bordetella pertussis invade el tracto respiratorio, provocando una inflamación severa y síntomas característicos de la enfermedad. La transmisión ocurre a través de pequeñas partículas o gotas respiratorias que una persona infectada expulsa al toser, estornudar o incluso al hablar, facilitando la propagación del microorganismo a personas susceptibles que se encuentran en proximidad.
El período de incubación, que es el tiempo desde la exposición a la bacteria hasta la aparición de los primeros síntomas, oscila entre aproximadamente una y dos semanas. Esta duración permite que la bacteria se multiplique y establezca la infección antes de que la persona infectada manifieste signos clínicos evidentes.
Es importante destacar que la tos ferina afecta con mayor frecuencia a niños pequeños, especialmente a aquellos menores de dos años, quienes representan alrededor de la mitad de los casos registrados. Esta vulnerabilidad se debe a que en edades tempranas el sistema inmunológico todavía está en desarrollo y la protección contra esta bacteria puede ser insuficiente.
Un aspecto crucial en el manejo y control de la enfermedad es que ni la infección natural ni la vacunación confieren una inmunidad permanente. Con el tiempo, la protección adquirida disminuye, lo que hace necesaria la administración periódica de dosis de refuerzo para mantener la defensa contra la bacteria. Debido a esta característica, las personas adultas, aunque hayan sido vacunadas o hayan pasado la enfermedad en la infancia, pueden volver a infectarse y actuar como reservorios silenciosos, contribuyendo a la transmisión del microorganismo a otros individuos más vulnerables, como los lactantes y personas no vacunadas.
Manifestaciones clínicas
La infección clásica por Bordetella pertussis se manifiesta a través de síntomas que suelen prolongarse alrededor de seis semanas, dividiéndose en tres etapas clínicas sucesivas, cada una con características definidas. La primera de estas fases es conocida como la etapa catarral, la cual comienza de forma gradual y poco evidente. Durante esta etapa inicial, los pacientes suelen experimentar síntomas respiratorios leves como lagrimeo, estornudos frecuentes y congestión nasal, acompañados de pérdida del apetito y una sensación general de malestar. Además, aparece una tos seca y persistente, que inicialmente se presenta principalmente durante la noche, aunque con el tiempo se vuelve más frecuente durante el día.
Posteriormente, la enfermedad progresa a la etapa paroxística, donde los episodios de tos se vuelven mucho más intensos y característicos. Estos ataques de tos consisten en una serie rápida y continua de accesos que terminan con una inspiración profunda y aguda, que da lugar al característico “gallo” o “whoop” que da nombre a la enfermedad. Esta fase es particularmente significativa por la severidad y frecuencia de las crisis de tos, las cuales pueden llegar a interferir con la alimentación, el sueño y el bienestar general del paciente.
Finalmente, alrededor de cuatro semanas después del inicio de la enfermedad, comienza la etapa de convalecencia. Durante esta fase, los episodios de tos se vuelven menos frecuentes y menos intensos, señalando una lenta recuperación del paciente. No obstante, aunque la intensidad disminuye, la tos puede persistir por semanas, afectando la calidad de vida durante este período de recuperación.
Es importante destacar que las manifestaciones típicas de la tos ferina pueden variar en adultos y en personas previamente vacunadas, quienes a menudo presentan formas atípicas de la enfermedad. En estos casos, la tos puede ser menos intensa y prolongarse más allá de dos semanas, lo cual puede ser una señal de alerta para sospechar la infección. Además, en algunos individuos la infección puede no manifestarse con síntomas evidentes, considerándose asintomática, mientras que en lactantes pequeños, especialmente en los primeros meses de vida, la enfermedad puede presentarse únicamente con episodios de apnea, sin tos ni otros síntomas clásicos, complicando el diagnóstico.
Exámenes diagnósticos
En la infección por Bordetella pertussis, es común observar un aumento significativo en el recuento de glóbulos blancos en la sangre, con valores que típicamente oscilan entre quince mil y veinte mil células por microlitro, lo que equivale a quince a veinte mil millones por litro. Este incremento se caracteriza particularmente por una elevación marcada en la proporción de linfocitos, un fenómeno conocido como linfocitosis, que refleja la respuesta inmunitaria específica del organismo frente a la infección bacteriana.
El diagnóstico definitivo de la tos ferina se basa en la identificación directa del agente causal, Bordetella pertussis. Esto se logra mediante el aislamiento de la bacteria a partir de muestras obtenidas del tracto respiratorio superior, específicamente mediante la toma de un hisopado nasofaríngeo. Para su cultivo, se emplean medios selectivos especiales, como el agar Bordet-Gengou, que permiten el crecimiento y la identificación de esta bacteria exigente en sus requerimientos nutricionales.
Además del cultivo tradicional, que aunque es el estándar diagnóstico puede requerir varios días para obtener resultados, en algunos laboratorios clínicos o departamentos de salud pública se dispone de métodos moleculares como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR). Esta técnica permite detectar de forma rápida y precisa el material genético de Bordetella pertussis en las muestras clínicas, facilitando un diagnóstico oportuno, especialmente en las fases iniciales de la enfermedad o en casos donde el cultivo no es viable.
Tratamiento
El tratamiento con antibióticos debe iniciarse de manera inmediata en todos los casos en los que se sospeche la presencia de infección por Bordetella pertussis, con el fin de controlar la proliferación bacteriana y reducir la transmisión de la enfermedad. Entre las opciones terapéuticas disponibles, se encuentran macrólidos como la azitromicina, que se administra en una dosis inicial de quinientos miligramos por vía oral durante el primer día, seguida de doscientos cincuenta miligramos diarios durante cuatro días adicionales. Otra alternativa es la claritromicina, que se prescribe a razón de quinientos miligramos por vía oral dos veces al día, durante un periodo de siete días.
Además, un esquema alternativo que ha demostrado eficacia es el uso de trimetoprima con sulfametoxazol, administrado en dosis de ciento sesenta a ochocientos miligramos, también por vía oral y dos veces al día, durante un curso de catorce días. Estos tratamientos no solo ayudan a reducir la carga bacteriana, sino que también acortan el tiempo durante el cual el paciente puede portar y transmitir la bacteria a otras personas. De igual manera, el uso adecuado de antibióticos puede disminuir la intensidad y la duración de los episodios de tos paroxística, aliviando de esta manera la sintomatología y facilitando la recuperación.
Estos mismos regímenes terapéuticos se emplean también como medida preventiva en personas que han estado en contacto cercano con un caso activo de tos ferina, especialmente si la exposición ocurrió dentro de las primeras tres semanas desde la aparición de la tos en el paciente índice. La profilaxis antibiótica en estos contactos tiene un papel fundamental para evitar la diseminación de la enfermedad, particularmente en grupos vulnerables o en entornos donde la propagación puede ser rápida y peligrosa.
Prevención
La vacuna acelular contra la tos ferina se recomienda de manera rutinaria para todos los lactantes, administrándose en combinación con las toxoides de difteria y tétanos, conformando así la vacuna conocida como DtaP. Esta estrategia vacunal busca proteger desde edades tempranas contra la infección causada por Bordetella pertussis, aprovechando la respuesta inmunitaria inducida por las toxinas inactivadas que componen la vacuna. Además, los lactantes y adultos susceptibles que hayan tenido una exposición significativa a casos confirmados deben recibir profilaxis mediante macrólidos orales, con el propósito de prevenir la manifestación de la enfermedad o reducir su gravedad.
Dado que los adolescentes y adultos pueden actuar como reservorios importantes para la transmisión de la tos ferina, se recomienda la vacunación de estos grupos etarios para controlar la propagación comunitaria. Específicamente, los adolescentes entre once y dieciocho años, preferentemente entre once y doce años, que hayan completado previamente la serie de vacunación con DTP o DtaP, deben recibir una dosis única de la vacuna Tdap como refuerzo. Esta dosis sustituye la administración tradicional de Td (vacuna contra toxoides de tétanos y difteria) y brinda protección adicional contra la tos ferina, ya que contiene los mismos componentes que DtaP pero con una cantidad reducida de toxoide diftérico y de antígenos acelulares de pertussis, de ahí la nomenclatura en minúsculas «-dap».
En cuanto a los adultos, independientemente de la edad, incluyendo aquellos mayores de sesenta y cuatro años, se recomienda la administración de una dosis única de Tdap para reforzar la inmunidad contra estas tres enfermedades. Particular atención merece la vacunación en mujeres embarazadas, quienes deben recibir una dosis de Tdap en cada embarazo, idealmente entre las semanas veintisiete y treinta y seis de gestación. Esta práctica busca maximizar la respuesta inmunitaria materna y favorecer la transferencia pasiva de anticuerpos protectores al recién nacido, brindándole una defensa temprana antes de que pueda recibir su propio esquema vacunal. En aquellas mujeres que no hayan sido vacunadas con Tdap previamente o que no hayan recibido la vacuna durante el embarazo, se recomienda la administración inmediata de Tdap en el período posparto para garantizar la protección materna y, por ende, indirecta del lactante.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Craig R et al. Asymptomatic infection and transmission of pertussis in households: a systematic review. Clin Infect Dis. 2020;70:152. [PMID: 31257450]
- Wilkinson K et al. Pertussis vaccine effectiveness and duration of protection—a systematic review and meta-analysis. Vaccine. 2021;39:3120. [PMID: 33934917]