¿Qué es la difteria?
La difteria es una enfermedad infecciosa aguda causada por la bacteria Corynebacterium diphtheriae. Esta enfermedad puede afectar a personas de cualquier edad, pero es más común en niños menores de 5 años y en adultos mayores no vacunados.
La difteria es una enfermedad que ha afectado a la humanidad durante siglos. Los primeros informes escritos de la difteria se remontan al siglo V a.C., en la antigua Grecia. Sin embargo, la identificación del agente infeccioso que causa la difteria no se logró hasta finales del siglo XIX.
En 1883, el médico alemán Edwin Klebs identificó la bacteria que causa la difteria y la llamó Bacillus diphtheriae. Más tarde, en 1884, el médico suizo Friedrich Löffler descubrió que la toxina producida por la bacteria es la causa de los síntomas característicos de la enfermedad, incluyendo la formación de una membrana gruesa en la garganta.
Estos descubrimientos sentaron las bases para el desarrollo de una vacuna contra la difteria, que fue desarrollada por el bacteriólogo francés Albert Calmette y su colega Camille Guérin en 1919. La vacuna, conocida como la “vacuna antitífica”, fue la primera vacuna efectiva contra la difteria.
Etiología
Corynebacterium diphtheriae es una bacteria Gram-positiva, no esporulada y aerobia, que causa la enfermedad conocida como difteria en seres humanos. Tiene una forma bacilar o de bastón, y su tamaño puede variar de 1 a 8 micrómetros de longitud y de 0.3 a 0.8 micrómetros de ancho.
La bacteria es capaz de producir una exotoxina, conocida como toxina diftérica, que es la causa de la mayoría de los síntomas asociados con la difteria. La toxina se produce a través de un sistema de bacteriófago (virus que infecta bacterias), y es liberada en el tejido circundante, lo que causa inflamación y la formación de una membrana grisácea en la parte posterior de la garganta.
C. diphtheriae es una bacteria patógena estrictamente humana y se transmite por contacto directo con personas infectadas o portadoras de la bacteria, así como por el contacto con objetos contaminados con la bacteria como juguetes, ropa o utensilios.
Fisiopatología
La toxina diftérica es producida por C. diphtheriae en su fase lisogénica, cuando se encuentra infectada por un bacteriófago que le transfiere el gen de la toxina. La toxina diftérica es liberada en el tejido circundante y puede ingresar a la sangre, donde se distribuye por todo el cuerpo y puede causar daño en diferentes órganos y sistemas.
La toxina diftérica actúa de varias maneras. Primero, inhibe la síntesis de proteínas en las células, lo que afecta la función de muchos órganos y sistemas. También causa inflamación y daño en los tejidos, lo que puede llevar a la formación de una membrana gruesa y grisácea en la parte posterior de la garganta, que puede obstruir las vías respiratorias y causar dificultad para respirar.
Además, la toxina diftérica puede afectar el corazón y los riñones, causando inflamación y daño en estos órganos y potencialmente conduciendo a problemas cardíacos y renales. También puede causar daño neurológico, especialmente en casos graves de la enfermedad.
Manifestaciones clínicas de la difteria
La difteria puede afectar el sistema respiratorio, el corazón, el sistema nervioso y la piel. Los síntomas pueden variar desde leves hasta graves y potencialmente mortales, y pueden incluir:
- Fiebre
- Dolor de garganta
- Dificultad para tragar
- Tos seca
- Piel pálida o azulada
- Falta de aire
- Fatiga y debilidad
- Inflamación del corazón y nervios
¿Qué es la difteria?
Exámenes complementarios
El diagnóstico de la difteria se realiza a través de una combinación de signos y síntomas clínicos, junto con pruebas de laboratorio y gabinete.
Algunos de los exámenes de laboratorio utilizados para el diagnóstico de la difteria incluyen:
- Cultivo bacteriano: se toma una muestra de la membrana de la garganta y se cultiva en un medio de cultivo para identificar la presencia de Corynebacterium diphtheriae.
- Prueba de la toxina diftérica: se realiza una prueba en sangre para detectar la presencia de la toxina diftérica en el cuerpo.
- Pruebas serológicas: se pueden realizar pruebas serológicas para detectar anticuerpos contra la toxina diftérica en la sangre.
- Pruebas de imagen: se pueden realizar radiografías y tomografías computarizadas (TC) para evaluar la extensión de la inflamación y la obstrucción de las vías respiratorias.
Complicaciones
La difteria puede causar varias complicaciones graves que pueden poner en peligro la vida del paciente. Algunas de las complicaciones más comunes de la difteria incluyen:
- Obstrucción de las vías respiratorias: la difteria puede causar inflamación y formación de membranas en la garganta y las vías respiratorias, lo que puede dificultar la respiración y provocar obstrucción de las vías respiratorias.
- Insuficiencia cardíaca: la toxina diftérica puede dañar el corazón y provocar insuficiencia cardíaca.
- Parálisis: la toxina diftérica también puede dañar los nervios y provocar parálisis en los músculos de la garganta, la cara, los brazos y las piernas.
- Infecciones secundarias: las personas con difteria también pueden desarrollar infecciones secundarias, como neumonía, otitis media y sinusitis.
Las complicaciones de la difteria son más frecuentes en pacientes no vacunados o en aquellos que no reciben tratamiento adecuado. La difteria puede causar la muerte.
Tratamiento
El tratamiento de la difteria se basa en la administración de antibióticos para erradicar la infección bacteriana y en la aplicación de antitoxina diftérica para neutralizar la toxina producida por la bacteria.
Los antibióticos más comúnmente utilizados en el tratamiento de la difteria son la penicilina G y la eritromicina. Estos medicamentos se administran por vía intravenosa y son eficaces para eliminar la bacteria de la garganta y otras partes del cuerpo donde pueda estar presente.
La penicilina G es el antibiótico de elección para el tratamiento de la difteria y se administra en dosis altas por vía intravenosa. La eritromicina también es eficaz contra la bacteria y se administra por vía oral en dosis altas durante al menos 14 días.
La dosis de penicilina G para el tratamiento de la difteria es de 1,2 a 2,4 millones de unidades (MU) por vía intravenosa cada 6 horas durante 10-14 días. En los pacientes con alergia a la penicilina, se puede utilizar eritromicina en una dosis de 500 mg por vía oral cada 6 horas o 15-20 mg/kg por vía intravenosa cada 6 horas durante 10-14 días.
Es importante mencionar que la dosis de los antibióticos y la duración del tratamiento pueden variar según la edad, el peso, el estado clínico del paciente y la gravedad de la enfermedad.
En algunos casos, se pueden utilizar otros antibióticos como la clindamicina o la azitromicina en pacientes que no pueden recibir penicilina o eritromicina debido a alergias o intolerancia.
La antitoxina diftérica es un suero que se administra por vía intravenosa y que contiene anticuerpos específicos contra la toxina producida por Corynebacterium diphtheriae. La antitoxina diftérica es capaz de neutralizar la toxina en la sangre y evitar que cause daño en los tejidos.
La administración de antitoxina diftérica es fundamental en el tratamiento de la difteria, ya que puede prevenir complicaciones graves y reducir la mortalidad. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la antitoxina diftérica puede desencadenar reacciones alérgicas en algunos pacientes.
Además de los antibióticos y la antitoxina diftérica, los pacientes con difteria también pueden requerir otros tratamientos de apoyo, como oxígeno suplementario, líquidos intravenosos y cuidados intensivos en caso de complicaciones graves.
Es importante que el tratamiento de la difteria se inicie lo antes posible para evitar complicaciones y reducir el riesgo de propagación de la enfermedad a otras personas.
Prevención
La vacuna DPT es altamente efectiva en la prevención de la difteria, así como de la tos ferina y el tétanos. Sin embargo, la vacunación completa es fundamental para la protección de la salud pública y la prevención de brotes de difteria en las comunidades.
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