La miocardiopatía dilatada es una condición en la cual el músculo cardíaco se debilita y se dilata, afectando la capacidad del corazón para bombear sangre de manera eficiente. Este trastorno puede desarrollarse en mujeres durante el último mes de embarazo o en los seis meses posteriores al parto, y su prevalencia se estima en aproximadamente 1 de cada 3000 a 4000 nacimientos vivos. Este fenómeno, conocido como miocardiopatía periparto, se encuentra en un contexto clínico particular que presenta varias características y factores de riesgo.
Uno de los factores de riesgo asociados a esta condición es la preeclampsia, una complicación del embarazo caracterizada por la hipertensión y la presencia de proteínas en la orina. Esta condición no solo puede comprometer la salud de la madre y el feto, sino que también se ha vinculado con un mayor riesgo de desarrollar miocardiopatía dilatada. La preeclampsia induce cambios fisiológicos en el sistema cardiovascular de la madre, que pueden predisponerla a una disfunción cardíaca posterior.
Los embarazos múltiples, como los gemelares, también incrementan el riesgo de desarrollar miocardiopatía dilatada. Esto puede explicarse por la mayor carga hemodinámica que enfrenta el corazón de la madre, ya que debe suministrar sangre no solo a un, sino a varios fetos. Esta sobrecarga puede llevar a una adaptación maladaptativa del corazón, resultando en dilatación y disfunción del músculo cardíaco.
Adicionalmente, la raza negra se ha identificado como un factor de riesgo significativo. Esta asociación es compleja y puede estar relacionada no solo con factores genéticos, sino también con el impacto del racismo y la marginalización social. Las disparidades en el acceso a atención médica, las diferencias en la calidad de la atención recibida y los efectos del estrés crónico asociado a la discriminación pueden contribuir a un mayor riesgo de complicaciones en el embarazo, incluida la miocardiopatía dilatada. Este aspecto resalta la importancia de considerar no solo los factores biológicos, sino también los determinantes sociales de la salud al evaluar el riesgo de esta condición.
El curso de la miocardiopatía dilatada asociada al embarazo presenta una notable variabilidad entre los pacientes, lo que implica que la evolución de la enfermedad puede diferir considerablemente de una mujer a otra. En general, la mayoría de los casos tiende a mejorar o resolverse completamente dentro de un periodo que abarca varios meses. Sin embargo, existe un grupo significativo de pacientes que experimenta una progresión hacia una insuficiencia cardíaca refractaria, una condición en la que el corazón pierde su capacidad para bombear sangre de manera adecuada, a pesar de recibir tratamiento. Se estima que aproximadamente el 60 por ciento de los pacientes afectados logra una recuperación completa, lo que refleja la naturaleza heterogénea de la enfermedad.
Los niveles de péptido natriurético tipo B en suero, una hormona que se libera en respuesta a la distensión del corazón, están rutinariamente elevados durante el embarazo. Esta elevación puede dificultar la interpretación de los resultados en el contexto de la miocardiopatía dilatada. Sin embargo, la monitorización de estos niveles de manera seriada puede ofrecer información valiosa sobre el pronóstico de la paciente, permitiendo identificar a aquellas que tienen un mayor riesgo de desarrollar complicaciones graves.
El manejo de la miocardiopatía dilatada durante el embarazo incluye el uso de beta bloqueantes, que han demostrado tener un éxito al menos anecdótico en el tratamiento de los síntomas y la mejora de la función cardíaca. Los beta bloqueantes actúan disminuyendo la frecuencia cardíaca y la presión arterial, lo que puede ser beneficioso para el corazón en un estado de estrés. Además, se utilizan diuréticos, hidralazina y nitratos para tratar la insuficiencia cardíaca, estos medicamentos son considerados seguros y presentan un riesgo mínimo para el feto. Los diuréticos ayudan a reducir la sobrecarga de líquido, mientras que la hidralazina y los nitratos pueden facilitar la vasodilatación, disminuyendo así la presión sobre el corazón.
En casos de arritmias ventriculares o auriculares, el sotalol puede ser una opción aceptable si otros beta bloqueantes no han mostrado eficacia. Este medicamento actúa bloqueando los canales de potasio, lo que puede ayudar a estabilizar el ritmo cardíaco.
Además, algunos expertos sugieren la anticoagulación como una medida preventiva ante el mayor riesgo de eventos trombóticos en mujeres con miocardiopatía dilatada. Tanto la warfarina como la heparina han sido defendidas en este contexto, aunque su uso debe ser evaluado cuidadosamente, considerando los riesgos y beneficios para la madre y el feto.
En situaciones severas, la utilización transitoria de oxigenación por membrana extracorpórea se ha convertido en una herramienta salvavidas. Este tratamiento proporciona soporte circulatorio y respiratorio a pacientes en estado crítico, permitiendo una mejor perfusión de órganos y dándole tiempo al corazón para recuperarse.
La recurrencia de la miocardiopatía dilatada en embarazos posteriores es un fenómeno que se observa con frecuencia, especialmente en aquellas mujeres cuya función cardíaca no ha recuperado completamente su capacidad normal. La función del ventrículo izquierdo, medida a través de la fracción de eyección, es un indicador crítico de la salud cardíaca. Si la fracción de eyección permanece por debajo del 55 por ciento, la capacidad del corazón para manejar el aumento de volumen sanguíneo y la demanda hemodinámica típica del embarazo se ve comprometida, lo que aumenta el riesgo de desarrollar insuficiencia cardíaca en un nuevo embarazo. Por ello, se desaconseja encarecidamente que las mujeres con una fracción de eyección reducida intenten concebir nuevamente, dado que el riesgo de insuficiencia cardíaca recurrente en un embarazo posterior se estima en un 21 por ciento.
El momento del parto también es de suma importancia en la gestión de esta condición. Aunque el parto del bebé es esencial para la salud tanto de la madre como del recién nacido, la incidencia máxima de complicaciones relacionadas con la miocardiopatía dilatada se presenta en la primera semana después del parto. Durante este periodo, el cuerpo de la madre atraviesa una serie de cambios fisiológicos significativos, lo que puede desencadenar o agravar problemas cardíacos. Adicionalmente, algunos casos de miocardiopatía dilatada pueden manifestarse hasta cinco semanas después del parto, lo que resalta la necesidad de un seguimiento médico cuidadoso en este periodo postnatal.
El papel de un fragmento de prolactina cleavado antiangiogénico ha sido identificado como un posible factor causal en el desarrollo de la miocardiopatía periparto. Este fragmento, que se origina de la prolactina, puede tener efectos adversos sobre el sistema cardiovascular, contribuyendo al deterioro de la función cardíaca. En este contexto, se ha observado que la bromocriptina, un inhibidor de la liberación de prolactina, puede ser beneficiosa en el tratamiento de la miocardiopatía periparto. La bromocriptina actúa reduciendo los niveles de prolactina en la circulación, lo que puede ayudar a mitigar los efectos nocivos del fragmento antiangiogénico.
Los estudios han demostrado que el tratamiento con bromocriptina está asociado con una mejoría en la fracción de eyección del ventrículo izquierdo y una recuperación más favorable en las pacientes con miocardiopatía periparto. Esta evidencia sugiere que la modulación de los niveles de prolactina podría jugar un papel crucial en la recuperación cardíaca y en la reducción del riesgo de recurrencia en futuros embarazos.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Davis MB et al. Peripartum cardiomyopathy: JACC State-of-theArt Review. J Am Coll Cardiol. 2020;75:207.
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Originally posted on 27 de septiembre de 2024 @ 8:24 AM