Quistes del conducto tirogloso

Quistes del conducto tirogloso
Quistes del conducto tirogloso

Los quistes del conducto tirogloso son anomalías congénitas que se originan durante el desarrollo embriológico de la tiroides. Durante las primeras etapas del desarrollo fetal, la tiroides empieza a formarse a partir de un pequeño punto llamado tubérculo impar en la base de la lengua. A medida que el embrión crece, la tiroides debe descender desde esta ubicación inicial hasta su posición final en el cuello, justo por encima del hueso hioides.

Durante este proceso de descenso, puede ocurrir que partes del conducto tirogloso, que es el canal por donde la tiroides se mueve desde la base de la lengua hasta el cuello, no se cierren correctamente. Esto puede llevar a la formación de quistes o sacos llenos de líquido a lo largo de este trayecto. Estos quistes, conocidos como quistes del conducto tirogloso, pueden manifestarse como masas palpables en la línea media del cuello, típicamente por debajo del hueso hioides.

Es importante destacar que aunque los quistes del conducto tirogloso pueden presentarse a cualquier edad, son más frecuentes antes de los 20 años. Esto se debe probablemente a que las anomalías congénitas como ésta suelen manifestarse y diagnosticarse más comúnmente en edades más tempranas, cuando el desarrollo y el crecimiento del sistema endocrino, incluyendo la tiroides, están más activos.

 

Manifestaciones clínicas

Los quistes del conducto tirogloso se manifiestan como una masa palpable en el cuello, localizada típicamente en la línea media. Esta masa suele ubicarse justo debajo del hueso hioides, una estructura en forma de herradura en la base del cuello. Una característica distintiva es que la masa se desplaza al tragar, lo cual indica su conexión con estructuras dentro del conducto tirogloso y su movilidad debido a la función muscular durante la deglución.

 

Tratamiento

Se indica la cirugía para la extirpación de los quistes del conducto tirogloso con el fin de prevenir la recurrencia de infecciones y la posible aparición de malignidades, aunque estas últimas son poco comunes. Este procedimiento quirúrgico implica la remoción completa del trayecto fistuloso del conducto tirogloso, así como una porción media del hueso hioides, a través del cual muchos de estos quistes se extienden.

Antes de la operación, es habitual realizar estudios de imagen como tomografías computarizadas o ecografías, o ambos, para obtener una comprensión detallada de la anatomía del cuello, incluyendo la posición de la tiroides y las estructuras vecinas. Estos estudios son cruciales para planificar la intervención quirúrgica de manera precisa y asegurar la completa extirpación del conducto tirogloso afectado, minimizando así el riesgo de complicaciones y asegurando una recuperación exitosa para el paciente.

 

 

 

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