Salmonelosis gastroenterítica
Salmonelosis gastroenterítica

Salmonelosis gastroenterítica

La gastroenteritis por Salmonella es, con mucho, la forma más común de salmonelosis, una infección bacteriana que afecta principalmente al tracto gastrointestinal. Esta enfermedad es típicamente provocada por cepas de Salmonella no tifoidea, las cuales se encuentran en alimentos o líquidos contaminados, especialmente aquellos de origen animal, como carne cruda o poco cocida, huevos y productos lácteos sin pasteurizar.

El periodo de incubación de la gastroenteritis por Salmonella oscila entre 6 y 72 horas después de la ingestión del alimento o líquido contaminado. Durante este tiempo, las bacterias se multiplican en el intestino, lo que puede dar lugar a una serie de síntomas gastrointestinales característicos, tales como diarrea acuosa, dolor abdominal, fiebre, náuseas y vómitos.

La bacteria Salmonella invade el revestimiento del intestino delgado y grueso, donde puede causar una inflamación significativa, lo que se traduce en los síntomas de enterocolitis. Aunque la mayoría de los casos de gastroenteritis por Salmonella son autolimitados y los pacientes se recuperan sin necesidad de tratamiento específico, en ciertos casos, especialmente en personas con sistemas inmunológicos comprometidos o en situaciones de desnutrición, la enfermedad puede tener un curso más severo y requerir atención médica.

La prevención de esta infección se basa principalmente en la correcta manipulación, cocción y conservación de los alimentos, así como en prácticas de higiene rigurosas, como el lavado frecuente de manos y la desinfección de superficies en contacto con alimentos crudos.

 

Manifestaciones clínicas

Los síntomas y signos de la gastroenteritis por Salmonella incluyen fiebre, que generalmente se acompaña de escalofríos, así como náuseas y vómitos. Además, los pacientes suelen experimentar dolor abdominal tipo cólico, caracterizado por contracciones dolorosas en la zona del abdomen, y diarrea, que en algunos casos puede presentar sangre visible, lo que sugiere una inflamación significativa en el tracto gastrointestinal.

En la mayoría de los casos, la gastroenteritis por Salmonella sigue un curso autolimitado, lo que significa que la infección se resuelve por sí sola sin necesidad de tratamiento antibiótico específico. Los síntomas tienden a mejorar dentro de un período de 4 a 7 días, y los pacientes suelen recuperarse completamente con medidas de soporte, como la reposición de líquidos y electrolitos para prevenir la deshidratación.

Sin embargo, en ciertos casos, especialmente en individuos con condiciones predisponentes como la enfermedad de células falciformes, la infección por Salmonella puede dar lugar a complicaciones graves. En estos pacientes, el riesgo de bacteriemia —la presencia de la bacteria en el torrente sanguíneo— es mayor. La bacteriemia puede permitir que las Salmonella se diseminen a otros tejidos del cuerpo, lo que aumenta la probabilidad de que se produzcan infecciones secundarias en órganos como las articulaciones o los huesos. Esta manifestación, conocida como salmonelosis diseminada, es particularmente preocupante en pacientes con enfermedades subyacentes como la anemia de células falciformes, que pueden tener un sistema inmunológico comprometido o alterado, lo que dificulta su capacidad para controlar la infección de manera efectiva.

En estos casos, la bacteria puede localizarse en las articulaciones, causando una condición conocida como artritis séptica, o en los huesos, lo que puede derivar en una osteomielitis. Estas complicaciones requieren tratamiento antibiótico específico y, a menudo, hospitalización para controlar la infección y prevenir daños a largo plazo en los tejidos afectados.

 

Exámenes diagnósticos

El diagnóstico de la gastroenteritis por Salmonella se establece principalmente mediante el cultivo bacteriológico de la muestra de heces. Este procedimiento permite identificar la presencia del organismo patógeno en el tracto intestinal, ya que las Salmonella son bacterias que pueden proliferar en el ambiente intestinal, produciendo los síntomas característicos de la infección. La toma de muestras fecales es crucial, ya que en muchos casos los signos clínicos por sí solos no son suficientes para diferenciar esta infección de otras patologías gastrointestinales de etiología similar.

Una vez obtenida la muestra fecal, el cultivo microbiológico permite aislar y caracterizar la cepa de Salmonella, confirmando la presencia de la infección. Además, en algunas ocasiones, pueden realizarse pruebas adicionales, como la identificación serológica o el análisis de la susceptibilidad antimicrobiana, para obtener información más detallada sobre las características de la bacteria y su resistencia a los antibióticos.

 

Diagnóstico diferencial

Es esencial realizar un diagnóstico diferencial para distinguir la gastroenteritis por Salmonella de otras afecciones que presentan síntomas similares, como la gastroenteritis viral, la intoxicación alimentaria, la shigelosis, la disentería amébica y la colitis ulcerosa aguda. Cada una de estas enfermedades tiene características propias que deben ser evaluadas en el contexto clínico para un diagnóstico preciso.

  • Gastroenteritis viral: Aunque los síntomas son similares, la gastroenteritis viral generalmente se asocia con una aparición más súbita y afecta principalmente a niños pequeños y adultos jóvenes. Además, la diarrea en las infecciones virales tiende a ser más acuosa y menos sanguinolenta, y los episodios suelen resolverse en un periodo más corto.
  • Intoxicación alimentaria: Esta condición, que también puede ser causada por diversas bacterias, se diferencia principalmente por el hecho de que sus síntomas suelen aparecer mucho más rápidamente, generalmente dentro de unas pocas horas tras la ingestión del alimento contaminado, mientras que la Salmonella tiene un periodo de incubación más largo. Además, la intoxicación alimentaria a menudo está asociada con toxinas preformadas, que provocan síntomas más inmediatos y generalmente menos graves.
  • Shigelosis: Causada por las bacterias del género Shigella, esta infección bacteriana también provoca fiebre, diarrea y dolor abdominal, pero a menudo se caracteriza por la presencia de heces con moco y sangre. La disentería, que es la forma más grave de shigelosis, se distingue por la presencia de úlceras en el intestino, mientras que en la gastroenteritis por Salmonella la inflamación es menos localizada en términos de daño tisular.
  • Disentería amébica: Esta enfermedad, provocada por Entamoeba histolytica, comparte con la gastroenteritis por Salmonella algunos síntomas gastrointestinales graves, como diarrea sanguinolenta y dolor abdominal. Sin embargo, en la disentería amébica, el curso suele ser más prolongado y la infección puede llegar a causar abscesos en el hígado y otros órganos, lo que no ocurre en la salmonelosis.
  • Colitis ulcerosa aguda: Esta es una enfermedad inflamatoria intestinal crónica que en su fase aguda puede presentar síntomas similares a la gastroenteritis bacteriana, como dolor abdominal y diarrea sanguinolenta. Sin embargo, la colitis ulcerosa suele tener un inicio más gradual y puede estar acompañada de manifestaciones extraintestinales, como artritis o afecciones dérmicas, y se caracteriza por un curso recurrente de inflamación del colon, lo cual no es el caso en una infección por Salmonella.

Tratamiento

En la mayoría de los casos de enterocolitis no complicada, el tratamiento se limita a medidas sintomáticas, ya que la mayoría de las infecciones por Salmonella son autolimitadas y tienden a resolverse por sí solas en un plazo de varios días. En estos pacientes, el uso de antibióticos no está indicado de manera rutinaria, ya que se ha demostrado que el tratamiento antimicrobiano puede prolongar la eliminación bacteriana, es decir, la presencia de Salmonella en las heces, incluso después de que los síntomas hayan remitido. Esto puede aumentar el riesgo de transmisión de la infección a otras personas y contribuir a la resistencia antimicrobiana, un fenómeno cada vez más prevalente en las infecciones bacterianas.

Sin embargo, existen grupos de pacientes que tienen un mayor riesgo de complicaciones y, por tanto, requieren tratamiento antimicrobiano para controlar la infección de manera más efectiva. Estos grupos incluyen a individuos desnutridos, aquellos con enfermedades crónicas graves, personas con anemia de células falciformes y aquellos con sistemas inmunológicos comprometidos, como los pacientes con infección avanzada por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). En estos casos, la infección puede no resolverse sin intervención médica, y el tratamiento antibiótico se vuelve esencial para prevenir complicaciones graves, como la bacteriemia, la diseminación a otros órganos y la aparición de infecciones secundarias.

El tratamiento de elección para estos pacientes es ciprofloxacina, administrada en dosis de 500 mg por vía oral dos veces al día. Alternativamente, puede utilizarse levofloxacina, 500 mg una vez al día por vía oral, especialmente en aquellos con intolerancia o resistencia a la ciprofloxacina. Ambas opciones son fluoroquinolonas, antibióticos de amplio espectro efectivos contra muchas cepas de Salmonella.

En casos de resistencia o en pacientes con contraindicaciones para el uso de quinolonas, existen varias opciones alternativas que incluyen:

  1. Ceftriaxona, 1 g por vía intravenosa una vez al día. Este antibiótico de la clase de las cefalosporinas de tercera generación es eficaz contra muchas cepas de Salmonella y se usa particularmente en pacientes hospitalizados.
  2. Trimetoprim-sulfametoxazol, 160 mg/80 mg por vía oral dos veces al día, que es una combinación de antibióticos utilizada para tratar infecciones bacterianas en pacientes con Salmonella.
  3. Amoxicilina, administrada en dosis de 75–100 mg por kilogramo de peso corporal al día, que es una opción menos común, pero efectiva en algunos casos, especialmente en infecciones leves o moderadas.
  4. Azitromicina, 1 g inicial seguido de 500 mg por vía oral al día, que es una opción útil, sobre todo en pacientes con intolerancia a otras clases de antibióticos.

La duración del tratamiento depende de la gravedad de la enfermedad y del estado inmunológico del paciente. En general, los pacientes inmunocompetentes se tratan durante 3 a 7 días, mientras que los pacientes inmunocomprometidos, como aquellos con VIH avanzado o con enfermedades hematológicas graves, pueden necesitar un tratamiento más prolongado, de hasta 14 días, para asegurar la erradicación de la infección.

 

 

 

 

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Fuente y lecturas recomendadas:
  1. Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
  2. Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
  3. Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.
  4. Rozman, C., & Cardellach López, F. (Eds.). (2024). Medicina interna (20.ª ed.). Elsevier España.
  5. Shane AL et al. 2017 Infectious Diseases Society of America clinical practice guidelines for the diagnosis and management of infectious diarrhea. Clin Infect Dis. 2017;65:1963. [PMID: 29194529]
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