Diverticulitis

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Diverticulitis

La diverticulitis es una condición médica que se caracteriza por la inflamación de los divertículos, que son pequeñas bolsas que se forman en la pared del colon. Estos divertículos son comunes, especialmente en personas de edad avanzada, y su presencia se conoce como diverticulosis. La diverticulitis ocurre cuando uno o más de estos divertículos se inflaman, lo que puede dar lugar a una serie de complicaciones que varían en severidad.

La inflamación macroscópica de un divertículo implica que hay un proceso inflamatorio visible a simple vista, que puede manifestarse de diferentes maneras. En un extremo del espectro, la inflamación puede ser leve, presentándose únicamente como enrojecimiento e hinchazón del tejido afectado. Esta situación puede ir acompañada de síntomas como dolor abdominal, fiebre y cambios en el patrón de evacuación intestinal. Aunque estos síntomas pueden ser incómodos y generar preocupación, en muchos casos la inflamación se puede manejar con tratamiento conservador, que incluye reposo, cambios dietéticos y, en ocasiones, antibióticos.

Sin embargo, a medida que la inflamación progresa, pueden ocurrir cambios más significativos en la anatomía y la fisiología del divertículo afectado. En un estado intermedio, la inflamación puede avanzar hacia una microperforación, donde la integridad de la pared del divertículo se ve comprometida, pero no lo suficiente como para provocar una fuga significativa de contenido intestinal al espacio peritoneal. Esta situación puede dar lugar a la formación de un absceso, que es una colección de pus que se desarrolla en respuesta a la infección e inflamación. En este caso, los síntomas pueden intensificarse y requerir un manejo médico más agresivo, incluyendo la posibilidad de drenaje del absceso y la administración de antibióticos.

En el extremo más grave del espectro de la diverticulitis, se encuentra la macroperforación. En este escenario, el divertículo se perfora de manera más extensa, lo que permite que el contenido intestinal se derrame en la cavidad abdominal. Esta situación es crítica, ya que puede conducir a una peritonitis generalizada, una inflamación aguda del peritoneo que representa una emergencia médica. La peritonitis se manifiesta con síntomas graves, como dolor abdominal intenso, distensión abdominal y signos de sepsis, lo que requiere una intervención quirúrgica urgente para limpiar la cavidad abdominal y reparar la perforación.


Manifestaciones clínicas

La presentación clínica de la diverticulitis, particularmente en los casos de inflamación o infección localizada, se caracteriza por una serie de síntomas que los pacientes suelen reportar, los cuales tienen una relevancia significativa para el diagnóstico y la gestión de esta condición.

En primer lugar, el dolor abdominal es uno de los síntomas más prominentes y se localiza con mayor frecuencia en el cuadrante inferior izquierdo del abdomen. Esta localización se debe a que la mayor parte de los divertículos se encuentran en esta área del colon, específicamente en el sigmoides. La intensidad del dolor puede variar desde leve hasta moderada, y a menudo se describe como un dolor tipo cólico que puede ser intermitente. Este dolor puede ser consecuencia de la inflamación del divertículo, así como de la distensión de las estructuras adyacentes debido a la inflamación y la acumulación de fluidos.

Los cambios en la función intestinal son también comunes en los pacientes con diverticulitis. Algunos pueden experimentar estreñimiento, mientras que otros pueden presentar heces blandas, lo que puede reflejar la irritación intestinal y la alteración del tránsito intestinal normal. Estos síntomas pueden coexistir con náuseas y episodios de vómitos, que son respuestas del cuerpo al malestar abdominal y a la inflamación. Las náuseas y los vómitos pueden ser particularmente frecuentes en aquellos casos donde la inflamación es significativa y afecta la motilidad intestinal, generando un ciclo de incomodidad que puede llevar a los pacientes a evitar la alimentación.

A pesar de la sintomatología presente, es importante destacar que muchos pacientes pueden no buscar atención médica de inmediato. En algunos casos, los síntomas pueden ser tan leves que el paciente puede subestimar la gravedad de la situación, demorando la consulta médica durante varios días después del inicio de los síntomas. Esta demora puede ser perjudicial, ya que la inflamación puede progresar y dar lugar a complicaciones más serias.

Desde el punto de vista del examen físico, los hallazgos típicos incluyen fiebre baja, que indica una respuesta inflamatoria, y sensibilidad localizada en el cuadrante inferior izquierdo, donde se encuentra el divertículo afectado. En algunos casos, los médicos pueden palpar una masa abdominal, que puede ser resultado de un absceso o una colección de pus en la zona inflamada.

Por otro lado, en los casos más graves, donde puede haber una perforación libre del divertículo, la imagen clínica cambia de manera dramática. Los pacientes con perforación experimentan un dolor abdominal generalizado que puede ser severo y agudo, acompañado de signos de irritación peritoneal, como rigidez abdominal y una respuesta dolorosa al tocar el abdomen, conocido como signo de rebote. Esta presentación sugiere una situación de emergencia médica que requiere intervención quirúrgica urgente.


Exámenes complementarios

La presencia de sangre oculta en las heces es un hallazgo común en pacientes con diverticulitis, mientras que la hematoquecia, que se refiere a la presencia de sangre roja en las heces, es relativamente rara. Esta discrepancia puede explicarse por el hecho de que la sangre oculta en las heces puede resultar de microhemorragias en los divertículos influidos por la inflamación. Estas pequeñas cantidades de sangre pueden no ser visibles a simple vista, pero pueden ser detectadas mediante pruebas de laboratorio específicas. Por otro lado, la hematoquecia sugiere una hemorragia más significativa y directa, generalmente asociada a una lesión vascular más severa o a complicaciones como la perforación o la necrosis, que no son comunes en los casos de diverticulitis no complicada.

En cuanto a la respuesta leucocitaria, se observa que la leucocitosis, o el aumento en el recuento de glóbulos blancos, es de leve a moderada en la mayoría de los casos de diverticulitis. Este incremento en el recuento leucocitario es parte de la respuesta inflamatoria del organismo ante la infección y la inflamación de los divertículos. Sin embargo, el grado de leucocitosis puede no ser tan pronunciado como en otras condiciones abdominales agudas más severas, lo que puede dificultar la evaluación inicial de la gravedad de la situación.

Cuando los pacientes se presentan por primera vez con síntomas leves, se recomienda realizar una tomografía computarizada abdominal. Este estudio de imagen es fundamental para identificar características específicas que confirmen el diagnóstico de diverticulitis, como la presencia de divertículos, el engrosamiento de la pared del colon y la infiltración de grasa en los tejidos circundantes, un signo que puede indicar inflamación aguda. Además, la tomografía computarizada es crucial para descartar otras causas de dolor abdominal que podrían simular una diverticulitis, asegurando así un diagnóstico preciso y evitando un tratamiento inadecuado.

En situaciones donde los pacientes presentan síntomas más graves, como fiebre, leucocitosis significativa, signos de sepsis o peritonitis, la tomografía computarizada también es esencial para buscar complicaciones asociadas a la diverticulitis, tales como abscesos, flemón, perforaciones o fístulas. Estas complicaciones pueden requerir un enfoque terapéutico más intensivo, incluyendo la intervención quirúrgica.

Una vez que se ha manejado exitosamente el episodio agudo de diverticulitis, es recomendable que los pacientes se sometan a una evaluación colónica completa, que puede incluir colonoscopia o colonografía computarizada, entre seis y ocho semanas después de la resolución de los síntomas. Esta evaluación es crítica para excluir la posibilidad de cáncer colorrectal, ya que este tipo de neoplasia puede presentar síntomas similares a los de la diverticulitis. Se ha reportado que el cáncer colorrectal se identifica en un 1% de los pacientes que han tenido un diagnóstico de diverticulitis no complicada y en un 8% de aquellos con diverticulitis complicada.

Es importante señalar que durante las fases iniciales de un ataque agudo de diverticulitis, la endoscopia y la colonografía están contraindicadas. Esto se debe al riesgo elevado de perforación del colon, que puede ser exacerbado por la manipulación endoscópica en un tejido ya inflamado y comprometido. Por lo tanto, es fundamental que el manejo y la evaluación de los pacientes con diverticulitis se realicen con un enfoque cuidadoso y deliberado, priorizando la seguridad del paciente y la precisión en el diagnóstico.


Diagnóstico diferencial

La diverticulitis es una afección que puede presentar síntomas similares a otras patologías que causan dolor en el abdomen inferior, lo que hace esencial una correcta diferenciación diagnóstica. Existen varias condiciones que pueden simular los síntomas de la diverticulitis, entre las que se incluyen el carcinoma de colon perforado, la enfermedad de Crohn, la apendicitis, la colitis isquémica, la colitis asociada a la infección por Clostridium difficile y diversas condiciones ginecológicas, como el embarazo ectópico, los quistes ováricos o la torsión de los ovarios. Cada una de estas condiciones tiene características clínicas y radiológicas específicas que requieren ser identificadas para establecer un diagnóstico adecuado y un tratamiento oportuno.

El carcinoma de colon perforado puede presentar síntomas similares a los de la diverticulitis, como dolor abdominal, fiebre y cambios en el patrón de evacuación. Sin embargo, la perforación del colon asociado al cáncer puede conducir a una peritonitis aguda, que se manifiesta con dolor difuso y signos de irritación peritoneal. Por lo tanto, es crucial realizar estudios de imagen para discernir entre estas dos condiciones, ya que la gestión terapéutica es muy diferente.

La enfermedad de Crohn, que es una enfermedad inflamatoria intestinal crónica, también puede causar dolor en el abdomen inferior y puede afectar cualquier parte del tracto gastrointestinal, incluyendo el colon. La diferenciación entre diverticulitis y enfermedad de Crohn se realiza a través de estudios de imagen que permiten observar el patrón de inflamación y las características de las lesiones, así como la posible presencia de estenosis o fístulas.

La apendicitis es otra condición que a menudo se confunde con la diverticulitis, especialmente en pacientes jóvenes. La localización del dolor, generalmente en el cuadrante inferior derecho, y la presencia de signos como la fiebre y la leucocitosis pueden solaparse. Sin embargo, la tomografía computarizada abdominal es una herramienta eficaz para diferenciar entre estas dos entidades, ya que permite visualizar la inflamación del apéndice y excluir la diverticulitis.

La colitis isquémica, que ocurre cuando hay una reducción en el flujo sanguíneo al colon, también puede presentar síntomas similares. Esta condición se caracteriza por dolor abdominal y puede asociarse con cambios en la motilidad intestinal. En estos casos, la tomografía computarizada puede revelar signos de isquemia, como engrosamiento de la pared colónica y áreas de necrosis, ayudando así a establecer el diagnóstico correcto.

La colitis asociada a Clostridium difficile, una infección que causa inflamación del colon, puede manifestarse con dolor abdominal y diarrea. Esta condición requiere un enfoque diferente en términos de tratamiento, por lo que la identificación de la causa subyacente a través de estudios de imagen es crucial.

Por último, en el caso de los trastornos ginecológicos, condiciones como el embarazo ectópico, los quistes ováricos o la torsión de los ovarios pueden presentar síntomas de dolor abdominal que se asemejan a la diverticulitis. Estos trastornos pueden manifestarse con dolor en el cuadrante inferior, a menudo asociado a signos sistémicos de enfermedad. La ecografía pélvica es especialmente útil en estos casos, ya que permite visualizar estructuras ginecológicas y detectar anomalías que pueden requerir intervención urgente.

Para realizar un diagnóstico diferencial efectivo, se utilizan diferentes modalidades de imagen. La tomografía computarizada abdominal es una de las herramientas más utilizadas debido a su capacidad para proporcionar una visualización detallada del abdomen y la pelvis, permitiendo identificar características específicas de cada una de las condiciones mencionadas. La ecografía pélvica es particularmente útil en la evaluación de trastornos ginecológicos, mientras que los estudios radiográficos del colon distal que utilizan enemas de contraste solubles en agua pueden ayudar a delinear la anatomía del colon y evaluar su funcionalidad.


Complicaciones

Las complicaciones asociadas a la diverticulitis aguda son una preocupación clínica significativa, ya que pueden afectar de manera adversa el pronóstico y el manejo de los pacientes. Se estima que estas complicaciones se desarrollan en aproximadamente el 12 por ciento de los pacientes que experimentan un episodio de diverticulitis aguda. La patogenia de estas complicaciones puede ser atribuida a la inflamación aguda del divertículo, que puede extenderse a los tejidos adyacentes, así como a la respuesta inflamatoria sistémica que puede desencadenar una serie de eventos adversos.

Una de las complicaciones más comunes es la formación de abscesos, que son acumulaciones de pus que resultan de la inflamación localizada y la infección del tejido afectado. Estos abscesos pueden desarrollarse cuando la inflamación no se resuelve adecuadamente, llevando a la encapsulación de la infección. Los abscesos pueden causar dolor significativo y síntomas sistémicos, y, si no son tratados, pueden progresar a una perforación del divertículo. La perforación, a su vez, puede llevar a la liberación de material intestinal en la cavidad abdominal, lo que da lugar a una peritonitis, una inflamación aguda del peritoneo que puede ser potencialmente mortal si no se aborda de inmediato.

Además de la peritonitis, la sepsis es otra complicación grave que puede surgir de la diverticulitis complicada. La sepsis es una respuesta inflamatoria sistémica a la infección que puede provocar un fallo orgánico múltiple. La progresión a sepsis a menudo se ve facilitada por la presencia de una perforación o un absceso, que permite que las bacterias y los productos tóxicos ingresen al torrente sanguíneo, lo que resulta en una respuesta inmunitaria desregulada.

Cuando la inflamación se convierte en crónica, o cuando un absceso permanece sin tratar, pueden surgir complicaciones adicionales. La enfermedad latente puede manifestarse como dolor abdominal persistente y leucocitosis, que es un incremento crónico en el número de glóbulos blancos en respuesta a la inflamación subyacente. Esta situación puede generar confusión diagnóstica, ya que los síntomas pueden ser intermitentes y no necesariamente indicativos de un episodio agudo.

La inflamación crónica y los abscesos no tratados también pueden dar lugar a la formación de fístulas, que son conexiones anormales entre el intestino y otros órganos, como la vejiga, el uréter, la vagina, el útero y la pared abdominal. Estas fístulas pueden resultar en complicaciones adicionales, como infecciones recurrentes y problemas de función intestinal. Por ejemplo, una fístula entre el intestino y la vejiga puede llevar a la excreción de material fecal en la orina, lo que causa infecciones del tracto urinario y complicaciones urinarias.

Asimismo, la inflamación crónica puede causar estenosis, es decir, un estrechamiento del lumen del colon. Esta estenosis puede provocar una obstrucción parcial o completa del intestino, lo que se manifiesta con síntomas como distensión abdominal, dolor intenso, náuseas y vómitos. La obstrucción intestinal es una complicación seria que requiere intervención médica urgente y, en muchos casos, puede requerir cirugía para aliviar la obstrucción y reparar cualquier daño intestinal.


Tratamiento médico

Dieta

La mayoría de los pacientes que presentan diverticulitis sin complicaciones pueden ser manejados de manera efectiva mediante medidas conservadoras. Este enfoque es adecuado especialmente para aquellos que tienen síntomas leves y carecen de signos de irritación peritoneal, lo que indica que no hay una inflamación aguda severa o complicaciones asociadas.

El tratamiento inicial de estos pacientes suele comenzar con la recomendación de una dieta líquida clara durante un período de dos a tres días. Esta dieta se fundamenta en la necesidad de disminuir la carga sobre el sistema digestivo y permitir que el intestino se repose, reduciendo así la inflamación en la región afectada. Las dietas líquidas claras proporcionan suficiente hidratación y nutrientes básicos sin irritar el tracto gastrointestinal, lo cual es esencial en el manejo de la diverticulitis leve.

La elección de una dieta líquida clara es estratégica. Durante este período, el intestino tiene la oportunidad de recuperarse, y muchos pacientes experimentan una mejora sintomática significativa dentro de los tres días. Esta respuesta favorable es indicativa de que la inflamación aguda se está resolviendo, lo que permite una evaluación continua de la situación clínica del paciente.

Una vez que los síntomas han mejorado y el paciente se siente más estable, se puede avanzar en la dieta. El progreso hacia una dieta más sólida se lleva a cabo de manera gradual, comenzando con alimentos de fácil digestión antes de introducir alimentos más complejos. Este enfoque gradual permite al intestino adaptarse y asegura que no se produzcan recaídas o exacerbaciones de los síntomas.

Una vez que el episodio agudo de diverticulitis se ha resuelto, se recomienda adoptar una dieta alta en fibra. Este cambio dietético es fundamental para la prevención de futuros episodios de diverticulitis. La fibra dietética contribuye a la formación de heces más voluminosas y suaves, lo que facilita el tránsito intestinal y reduce la presión dentro del colon. Al disminuir la presión intraluminal, se minimiza el riesgo de formación de nuevos divertículos y la inflamación asociada.

Además, una dieta alta en fibra promueve un microbioma intestinal saludable, lo cual es crucial para la salud digestiva en general. Al mejorar la función intestinal y reducir la incidencia de constipación, se establece un entorno menos favorable para el desarrollo de diverticulitis.

Antibióticos

Aunque comúnmente se recetan antibióticos orales de amplio espectro con actividad anaeróbica, grandes ensayos clínicos confirman que los antibióticos no son beneficiosos en enfermedades no complicadas. Los antibióticos deben usarse de forma selectiva para enfermedades no complicadas, incluidos los pacientes que están inmunodeprimidos, tienen una enfermedad comórbida significativa o tienen pequeños abscesos pericolonicos (menos de 3-4 cm). Los regímenes razonables incluyen amoxicilina y clavulanato de potasio (875 mg/125 mg) dos veces al día; o metronidazol, 500 mg tres veces al día más ciprofloxacina, 500 mg dos veces al día, o trimetoprima-sulfametoxazol, 160/800 mg dos veces al día por vía oral, durante 7-10 días o hasta que el paciente esté afebril durante 3-5 días.

Manejo hospitalario

La hospitalización de pacientes con diverticulitis se convierte en un requisito fundamental cuando presentan síntomas como dolor creciente, fiebre o incapacidad para tolerar fluidos orales. Estos síntomas indican que la situación del paciente puede ser más grave y que existe un riesgo significativo de complicaciones, lo que justifica un manejo más intensivo en un entorno hospitalario.

Los pacientes inmunocomprometidos, aquellos con enfermedades comórbidas significativas, y aquellos que presentan abscesos de más de tres a cuatro centímetros también requieren hospitalización. La razón de esto radica en que los pacientes inmunocomprometidos tienen una capacidad reducida para combatir infecciones, lo que los hace más vulnerables a complicaciones graves. Por su parte, las comorbilidades pueden complicar el cuadro clínico y alterar la respuesta al tratamiento, haciendo que una vigilancia cercana sea esencial. La presencia de abscesos grandes indica que hay una acumulación significativa de infección que puede requerir drenaje, además de tratamiento médico.

Los signos de diverticulitis grave, como fiebre alta, leucocitosis (aumento de glóbulos blancos) y signos peritoneales, también son indicativos de una respuesta inflamatoria aguda que puede llevar a complicaciones severas, como perforación o peritonitis. En estas circunstancias, es crucial que el paciente no reciba nada por vía oral para evitar la irritación adicional del tracto gastrointestinal y permitir que el sistema digestivo se estabilice.

La hidratación intravenosa es esencial en este contexto, ya que garantiza que el paciente reciba los fluidos necesarios para mantener la función renal y la estabilidad hemodinámica. Adicionalmente, la administración de antibióticos intravenosos se considera imprescindible para cubrir el espectro de bacterias involucradas en la diverticulitis. Estas bacterias suelen incluir organismos anaeróbicos y gramnegativos, que son comunes en el contenido intestinal y que pueden contribuir a la infección.

La terapia con un solo agente, como una cefalosporina de segunda generación (por ejemplo, cefoxitina), piperacilina-tazobactam o ticarcilina con clavulanato, ha demostrado ser tan efectiva como la terapia combinada, que implicaría el uso de múltiples antibióticos. La simplificación del régimen antibiótico es beneficiosa no solo por su eficacia, sino también por la reducción del riesgo de efectos adversos y la complejidad en la administración del tratamiento.

La expectativa es que la mejoría sintomática sea evidente dentro de dos a tres días de iniciado el tratamiento. Este período de respuesta es crítico, ya que la falta de mejoría puede indicar la necesidad de reevaluar el diagnóstico o considerar intervenciones más invasivas, como el drenaje quirúrgico de abscesos.

Una vez que el paciente muestra signos de mejora, los antibióticos intravenosos deben continuarse durante un período de cinco a siete días antes de realizar la transición a antibióticos orales. Esta transición es fundamental para asegurar que la infección se controle adecuadamente antes de que el paciente sea dado de alta. La administración de antibióticos orales permite continuar el tratamiento mientras se fomenta la recuperación y se previene la reaparición de la infección.

Tratamiento quirúrgico

La necesidad de obtener una consulta quirúrgica y una tomografía computarizada abdominal repetida en todos los pacientes con enfermedad grave o en aquellos que no muestran mejoría después de setenta y dos horas de tratamiento médico es fundamental para garantizar un diagnóstico preciso y un manejo adecuado de las complicaciones abdominales.

En primer lugar, la tomografía computarizada abdominal es una herramienta diagnóstica esencial que permite visualizar de manera detallada la anatomía y la patología del abdomen. Esta técnica de imagen ayuda a identificar abscesos, perforaciones, obstrucciones y otras anomalías que pueden no ser evidentes en una evaluación clínica inicial. La repetición de la tomografía en pacientes que no presentan mejoría es crucial, ya que puede revelar cambios en la evolución de la enfermedad que justifiquen una intervención quirúrgica urgente.

Los pacientes con abscesos abdominales, especialmente aquellos que superan los cuatro centímetros, suelen ser manejados inicialmente mediante drenaje percutáneo. Este enfoque, realizado por un radiólogo intervencionista, permite controlar la infección y disminuir la inflamación inmediata. Sin embargo, si tras el drenaje y el manejo médico no se observa una mejora clínica significativa, se hace imperativo considerar un manejo quirúrgico más agresivo. Las indicaciones para la cirugía emergente incluyen la presencia de peritonitis generalizada, abscesos grandes que no son drenables de manera efectiva, y un deterioro del estado clínico del paciente que sugiere una progresión de la enfermedad que podría poner en riesgo su vida.

Además, en el contexto de la diverticulitis complicada, la evaluación quirúrgica puede ser necesaria después de un episodio agudo. Aunque la resección quirúrgica electiva se recomienda frecuentemente después de la recuperación de un episodio complicado para prevenir recurrencias, también se debe considerar un enfoque conservador en ciertos casos, basado en la evaluación individual del paciente y su contexto clínico.

Los pacientes con enfermedad crónica que han desarrollado complicaciones como fístulas o obstrucción del colon generalmente requerirán una intervención quirúrgica electiva, ya que estas condiciones pueden llevar a complicaciones adicionales si no se tratan adecuadamente. Por lo tanto, el manejo de estos pacientes debe ser multidisciplinario, involucrando tanto a especialistas en cirugía como a radiólogos y médicos internistas, para ofrecer un enfoque integral y personalizado en la atención de cada paciente.


Pronóstico

La diverticulitis, una inflamación de los divertículos en el colon, se presenta en una proporción significativa de pacientes con diverticulosis, y su recurrencia plantea importantes consideraciones clínicas. Se estima que entre el quince y el veinte por ciento de los pacientes tratados médicamente por diverticulitis experimentan un nuevo episodio de la enfermedad a lo largo de un período de diez a veinte años. Sin embargo, es relevante señalar que menos del cinco por ciento de estos pacientes presenta más de dos recurrencias. Este patrón sugiere que, aunque la diverticulitis puede ser una condición recurrente, la mayoría de los individuos no desarrollan un curso crónico de la enfermedad.

Adicionalmente, entre aquellos que sufren un episodio de diverticulitis no complicada, menos del cinco por ciento evolucionará hacia una forma complicada de la enfermedad. Esto implica que la mayoría de los episodios de diverticulitis son autolimitados y pueden manejarse adecuadamente con tratamiento médico sin necesidad de intervención quirúrgica. Este contexto ha llevado a una reevaluación de las indicaciones para la resección quirúrgica electiva. Anteriormente, era una práctica común recomendar la cirugía en pacientes con episodios recurrentes de diverticulitis. Sin embargo, dada la baja tasa de complicaciones y la naturaleza autolimitada de la enfermedad en la mayoría de los casos, la cirugía ya no se recomienda de forma rutinaria. En cambio, la decisión de realizar una resección quirúrgica se ha individualizado, considerando factores como la preferencia del paciente, su edad, las enfermedades comórbidas que pueda presentar y la frecuencia y gravedad de los episodios de diverticulitis.

Otro aspecto crucial en la discusión sobre la diverticulosis y la diverticulitis es su relación con el cáncer colorrectal. A pesar de las preocupaciones históricas que han vinculado estas condiciones, la evidencia actual sugiere que la diverticulosis no está asociada con un aumento del riesgo de desarrollar cáncer colorrectal. Esto es especialmente relevante para la práctica clínica, ya que tranquiliza a los pacientes y puede influir en las decisiones sobre el seguimiento y el manejo de su enfermedad.

 

 

 

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Fuente y lecturas recomendadas:
  1. Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
  2. Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
  3. Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2024. McGraw Hill.
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