Las infecciones de transmisión sexual, como la sífilis, la gonorrea y la clamidia, representan un grave riesgo para la salud tanto de la madre como del recién nacido durante el embarazo. Estas infecciones pueden tener consecuencias devastadoras si no se detectan a tiempo y no se administran los tratamientos adecuados, afectando el curso del embarazo y el bienestar del bebé.
Las infecciones por sífilis, gonorrea y clamidia pueden tener efectos devastadores tanto en la salud de la madre como en la del feto o recién nacido. Para la madre, estas infecciones pueden desencadenar complicaciones como dolor pélvico, infertilidad, y enfermedades inflamatorias pélvicas, que pueden afectar la calidad de vida y la salud reproductiva a largo plazo. En el caso del feto, la transmisión de estas infecciones durante el embarazo puede resultar en defectos congénitos, daño cerebral, problemas de desarrollo, y complicaciones graves, como la muerte fetal.
Por lo tanto, la detección temprana y el tratamiento adecuado de las infecciones de transmisión sexual durante el embarazo son esenciales para prevenir estas complicaciones. El tratamiento con antibióticos, administrado bajo supervisión médica, puede curar la sífilis y la gonorrea, mientras que la clamidia también puede ser tratada eficazmente con antibióticos. Las mujeres embarazadas deben someterse a pruebas de estas infecciones durante las consultas prenatales para asegurar un embarazo saludable y minimizar los riesgos para el bebé.
Sífilis durante el embarazo
La sífilis es una infección bacteriana causada por el Treponema pallidum que se transmite a través del contacto sexual y puede causar diversas complicaciones cuando se presenta en el embarazo. Si no se trata, la sífilis tiene la capacidad de atravesar la placenta y afectar al feto en desarrollo. En sus fases tempranas, la sífilis puede ser asintomática o tener síntomas leves en la madre, lo que dificulta su detección temprana.
Una de las consecuencias más graves de la sífilis en el embarazo es la posibilidad de aborto espontáneo o pérdida tardía del embarazo, debido a la infección transplacentaria. Además, la sífilis no tratada puede llevar a la muerte fetal intrauterina, lo que ocurre cuando la infección interfiere con el desarrollo adecuado del feto o provoca una disfunción placentaria grave. La infección también puede dar lugar a la transmisión directa del Treponema pallidum al bebé, lo que puede resultar en sífilis congénita, una condición que causa múltiples problemas de salud en el recién nacido, tales como malformaciones óseas, lesiones cutáneas, trastornos neurológicos y, en casos severos, la muerte temprana.
Gonorrea durante el embarazo
La gonorrea es otra infección bacteriana, provocada por el Neisseria gonorrhoeae, que puede tener consecuencias graves en el embarazo si no se trata adecuadamente. Aunque la gonorrea puede causar síntomas evidentes en la madre, como secreciones genitales anormales, dolor durante las relaciones sexuales o ardor al orinar, muchas mujeres embarazadas pueden no presentar síntomas. Esta característica asintomática hace que la infección pase desapercibida y, por lo tanto, no reciba el tratamiento necesario.
La gonorrea puede extenderse a través del torrente sanguíneo y, en casos raros, provocar artritis séptica, una inflamación dolorosa de las articulaciones grandes, debido a la propagación hematógena de la bacteria. Sin embargo, una de las consecuencias más comunes y serias de la gonorrea durante el embarazo es la transmisión de la bacteria al bebé durante el parto. Esto puede resultar en oftalmia neonatal, una infección ocular grave que puede causar ceguera si no se trata de inmediato. Además, la gonorrea también está asociada con un aumento en el riesgo de parto prematuro y bajo peso al nacer.
Clamidia durante el embarazo
La clamidia es una infección bacteriana causada por Chlamydia trachomatis, que es una de las infecciones de transmisión sexual más comunes en mujeres jóvenes. En la mayoría de los casos, las infecciones por clamidia en mujeres embarazadas son asintomáticas, lo que dificulta su diagnóstico y tratamiento. A pesar de la ausencia de síntomas en la madre, la infección sigue siendo una amenaza para el feto.
Cuando la clamidia afecta a una mujer embarazada, existe un alto riesgo de transmisión vertical durante el parto, lo que puede afectar al recién nacido. La infección por clamidia puede provocar conjuntivitis de inclusión en los recién nacidos, una forma de infección ocular que causa enrojecimiento y secreción purulenta en los ojos del bebé. En algunos casos, si no se trata adecuadamente, esta conjuntivitis puede llevar a complicaciones visuales más graves. Además, la clamidia está relacionada con el desarrollo de neumonía en el recién nacido, que típicamente se presenta entre los dos y cuatro meses de vida. La neumonía por clamidia puede ser grave si no se diagnostica y se trata a tiempo, llevando a problemas respiratorios que pueden poner en peligro la vida del bebé.
Pruebas de sífilis durante el embarazo
La sífilis es una infección bacteriana que, si no se trata durante el embarazo, puede tener consecuencias devastadoras tanto para la madre como para el bebé. Puede causar aborto espontáneo, muerte fetal, malformaciones congénitas e incluso la muerte temprana del recién nacido debido a la transmisión transplacentaria del Treponema pallidum, la bacteria causante de la sífilis. Dado el impacto potencialmente grave de esta infección, todas las mujeres embarazadas deben hacerse pruebas de sífilis como parte de su atención prenatal de rutina, independientemente de los factores de riesgo. La detección temprana permite iniciar el tratamiento con antibióticos, lo que es altamente efectivo para prevenir la transmisión y reducir las complicaciones asociadas.
La importancia de la prueba de sífilis se basa en su capacidad para identificar infecciones que pueden no presentar síntomas visibles en la madre. Dado que las formas tempranas de sífilis pueden ser asintomáticas, muchas mujeres pueden desconocer que están infectadas. Detectar y tratar la sífilis a tiempo es fundamental para proteger tanto la salud de la madre como la del feto.
Pruebas de clamidia en mujeres embarazadas
La clamidia es una de las infecciones de transmisión sexual más comunes y, en la mayoría de los casos, las mujeres embarazadas infectadas son asintomáticas. Sin embargo, la clamidia puede tener consecuencias graves tanto para la madre como para el bebé. Durante el embarazo, la infección puede causar parto prematuro, bajo peso al nacer y transmisión al recién nacido, lo que puede resultar en conjuntivitis de inclusión o neumonía. Dado que la infección por clamidia puede ser silenciosa, las mujeres embarazadas menores de 25 años y aquellas con mayor riesgo de contraer Chlamydia trachomatis deben someterse a una prueba de detección de clamidia durante su primera visita prenatal.
El factor de riesgo elevado en este contexto incluye comportamientos de riesgo como múltiples parejas sexuales, antecedentes de infecciones de transmisión sexual previas o la falta de uso consistente de métodos anticonceptivos de barrera, como los preservativos. Las mujeres tratadas por clamidia deben someterse a una prueba de curación cuatro semanas después del tratamiento para asegurarse de que la infección se haya resuelto por completo. Además, es necesario realizar una nueva prueba tres meses después debido a las altas tasas de reinfección, lo que implica que las mujeres tratadas pueden estar en riesgo de volver a contraer la infección.
Para aquellas mujeres que siguen en alto riesgo o que han tenido un resultado positivo en la prueba de clamidia, las pruebas deben repetirse durante el tercer trimestre del embarazo, ya que la transmisión al bebé puede ocurrir en el momento del parto.
Pruebas de gonorrea en mujeres embarazadas
La gonorrea, causada por la bacteria Neisseria gonorrhoeae, puede generar complicaciones graves en el embarazo, como parto prematuro, bajo peso al nacer y la transmisión vertical de la infección al recién nacido. En el recién nacido, la gonorrea puede provocar oftalmia neonatal, una infección ocular grave que puede conducir a la ceguera si no se trata a tiempo. Al igual que con la clamidia, la gonorrea puede ser asintomática en la madre, por lo que la detección temprana es esencial para evitar complicaciones.
Las mujeres embarazadas menores de 25 años y aquellas con mayor riesgo de contraer gonorrea deben someterse a pruebas de gonorrea en su primera visita prenatal. El riesgo elevado para la gonorrea está asociado con comportamientos de riesgo, tales como múltiples parejas sexuales o la falta de protección durante las relaciones sexuales. En caso de que la prueba de gonorrea sea positiva, es necesario administrar tratamiento antibiótico adecuado, y las mujeres deben realizarse una nueva prueba tres meses después para asegurarse de que la infección se haya erradicado por completo.
Si una mujer sigue en alto riesgo de reinfección, también se debe considerar la realización de pruebas en el tercer trimestre de embarazo, para minimizar el riesgo de complicaciones tanto para la madre como para el bebé.
Identificación y tratamiento de parejas sexuales
El tratamiento de las infecciones de transmisión sexual durante el embarazo no solo debe centrarse en la mujer embarazada, sino también en sus parejas sexuales. Las parejas sexuales de las mujeres con infecciones de transmisión sexual deben ser identificadas y, si es posible, tratadas para evitar la reinfección. Dado que las infecciones pueden ser transmitidas fácilmente durante las relaciones sexuales sin protección, el tratamiento de las parejas sexuales es un paso esencial para interrumpir el ciclo de transmisión y prevenir la reinfección en la mujer embarazada.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Workowski KA et al. Sexually transmitted infections treatment guidelines, 2021. MMWR Recomm Rep. 2021;70:1. [PMID: 34292926]