Los tumores metastásicos intracraneales son neoplasias malignas que se originan en sitios fuera del cerebro y se diseminan a través del torrente sanguíneo hasta el sistema nervioso central. Este tipo de tumor es uno de los más comunes en el cerebro, más frecuente que los tumores primarios, y se caracteriza por el hecho de que las células cancerosas se diseminan desde un tumor en otra parte del cuerpo, formando lesiones secundarias en el cerebro.
Metástasis cerebrales
Los tumores metastásicos intracraneales pueden presentarse de manera similar a otros tipos de neoplasias cerebrales, con síntomas que incluyen un aumento de la presión intracraneal, alteraciones focales o difusas en la función cerebral, o bien ambos tipos de manifestaciones. En ocasiones, cuando un paciente presenta una sola lesión cerebral, el diagnóstico de metástasis cerebral solo se confirma mediante un examen histopatológico, es decir, al analizar el tejido tumoral en el laboratorio.
En otros casos, la metástasis cerebral puede ser evidente en pacientes con una enfermedad metastásica generalizada, o puede aparecer de forma aislada en el cerebro durante el tratamiento de un tumor primario en otra parte del cuerpo. De los diversos tipos de cáncer que pueden originar metástasis en el cerebro, los más comunes incluyen el carcinoma de pulmón, el carcinoma de mama, los tumores renales, el melanoma de piel y los cánceres gastrointestinales. Estos tumores metastásicos se localizan principalmente en la región supratentorial, que es la parte superior del cerebro, por encima de la tienda del cerebelo.
Para evaluar a los pacientes con sospecha de tumores metastásicos intracraneales, se emplean una serie de estudios laboratoriales y radiológicos. Las herramientas más utilizadas incluyen la resonancia magnética (RM) y la tomografía computarizada (TC), realizadas tanto con como sin contraste. Estas pruebas de imágenes ayudan a visualizar la extensión y localización de las lesiones tumorales en el cerebro. En casos específicos, como cuando se sospecha de meningitis carcinomatosa (infección de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal debido a metástasis), puede ser necesario realizar una punción lumbar para obtener muestras del líquido cefalorraquídeo.
Cuando se confirma la presencia de metástasis cerebrales y no se conoce el origen primario del cáncer, las investigaciones adicionales se centran en los síntomas y signos clínicos del paciente para identificar la fuente primaria. En mujeres, la mamografía es uno de los estudios recomendados para detectar cáncer de mama, mientras que en hombres menores de 50 años se busca la posibilidad de que el origen sea un tumor de células germinales, como los que afectan los testículos.
El tratamiento de las metástasis cerebrales está experimentando una evolución rápida debido a los avances en las tecnologías y enfoques terapéuticos, lo que hace necesaria una estrategia multidisciplinaria que involucre a neurocirugía, oncología radioterápica, oncología médica y cuidados paliativos. La complejidad de tratar estas neoplasias requiere que los especialistas trabajen en conjunto para ofrecer un enfoque individualizado que tome en cuenta el estado general del paciente, el número y la localización de las metástasis, así como el tipo de cáncer primario.
En pacientes que presentan únicamente una metástasis cerebral única, accesible quirúrgicamente, y que se encuentran en buen estado general, con un alto nivel de funcionalidad y poca o ninguna evidencia de enfermedad extracraneal, es posible optar por la resección quirúrgica de la lesión cerebral seguida de un tratamiento con radioterapia. La resección puede ser beneficiosa para aliviar los síntomas derivados de la presión intracraneal o la disfunción cerebral focal, y la radioterapia posterior tiene como objetivo erradicar cualquier célula tumoral residual. En algunos casos, la radioterapia puede ser seleccionada como tratamiento único sin necesidad de intervención quirúrgica.
Además, en ciertos pacientes seleccionados, la inmunoterapia sistémica puede ser una opción válida como tratamiento inicial. Este enfoque aprovecha las capacidades del sistema inmunológico del paciente para atacar las células tumorales, y se está convirtiendo en una alternativa prometedora, especialmente en aquellos que no son candidatos para cirugía o radioterapia convencional.
En pacientes con múltiples metástasis cerebrales o con enfermedad metastásica sistémica generalizada, los tratamientos deben ser más agresivos y suelen incluir terapias como la radiosurgery estereotáctica o la radioterapia cerebral total. Estas opciones tienen como objetivo reducir el tamaño de las metástasis y mejorar los síntomas asociados con la progresión tumoral. En algunos casos, la quimioterapia sistémica o la inmunoterapia también pueden formar parte del tratamiento, dependiendo del tipo de cáncer primario y la respuesta esperada. Sin embargo, en muchos de estos pacientes, la meta principal del tratamiento es paliativa, es decir, aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida sin necesariamente curar la enfermedad.
Un aspecto importante del tratamiento de las metástasis cerebrales es el manejo de la toxicidad cognitiva asociada con la radioterapia cerebral total. En un ensayo aleatorizado, se demostró que la memantina, un fármaco utilizado en el tratamiento del Alzheimer, reduce la toxicidad cognitiva que suele aparecer tras la radioterapia cerebral total. La dosificación recomendada comienza con 5 mg una vez al día, con ajustes semanales hasta alcanzar 10 mg dos veces al día. Este efecto se puede potenciar mediante el uso de radioterapia con modulación de intensidad, que permite evitar la exposición de la región del hipocampo, una área clave para las funciones cognitivas, minimizando así los efectos secundarios.
Metástasis leptomeníngeas
Las metástasis leptomeníngeas, también conocidas como meningitis carcinomatosa, son una complicación grave de los cánceres avanzados, que ocurre cuando las células tumorales se diseminan desde un tumor primario a las leptomeninges, las membranas que recubren el cerebro y la médula espinal. Los cánceres que más comúnmente metastatizan a las leptomeninges incluyen el carcinoma de mama y de pulmón, así como linfomas y leucemias. Estas neoplasias pueden infiltrar el sistema nervioso central, causando una variedad de déficits neurológicos multifocales que varían dependiendo de la extensión de la invasión tumoral.
Las metástasis leptomeníngeas conducen a un conjunto complejo de síntomas neurológicos. La infiltración de las raíces nerviosas craneales y espinales puede provocar dolor, debilidad, parálisis o alteraciones sensoriales en diversas partes del cuerpo. Además, la invasión directa del cerebro o la médula espinal puede generar déficits cognitivos, alteraciones motoras o trastornos en la función autonómica. En muchos casos, los pacientes desarrollan hidrocefalia obstructiva o comunicante debido a la obstrucción de los conductos encargados de drenar el líquido cefalorraquídeo, lo que agrava la presión intracraneal y los síntomas neurológicos. La combinación de estos factores contribuye a la complejidad del diagnóstico y tratamiento de esta condición.
El diagnóstico de las metástasis leptomeníngeas se confirma generalmente a través del análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR) obtenido por punción lumbar. En estos pacientes, el LCR puede mostrar una serie de hallazgos característicos, tales como presión elevada, pleocitosis (aumento de células en el líquido cefalorraquídeo), concentraciones elevadas de proteínas y concentraciones disminuidas de glucosa. Además, los estudios citológicos del LCR pueden revelar células malignas, lo que confirma la presencia de metástasis leptomeníngeas. Si no se detectan células malignas en el primer análisis, la punción lumbar debe repetirse al menos dos veces para obtener más muestras y aumentar las probabilidades de detectar las células tumorales.
En términos de imágenes, la tomografía computarizada (TC) puede mostrar realce con contraste en las cisternas basales o evidenciar hidrocefalia sin signos de una masa tumoral evidente. Sin embargo, la resonancia magnética (RM) con gadolinio es más sensible y frecuentemente revela focos de realce en las leptomeninges, lo que refuerza la sospecha de metástasis leptomeníngeas. La mielografía, otro estudio de imágenes, puede mostrar depósitos en varias raíces nerviosas, lo que también ayuda a confirmar la afectación de las leptomeninges.
El tratamiento de las metástasis leptomeníngeas suele involucrar una combinación de irradiación dirigida a las áreas sintomáticas y quimioterapia intratecal, en selectos pacientes. La irradiación puede ser eficaz para controlar los síntomas relacionados con la infiltración tumoral en las leptomeninges y la hidrocefalia, mientras que la quimioterapia intratecal permite una administración directa de fármacos anticancerígenos al espacio subaracnoideo, lo que mejora la penetración del medicamento en el sistema nervioso central.
Sin embargo, el pronóstico a largo plazo para los pacientes con metástasis leptomeníngeas es generalmente pobre. Solo alrededor del 10% de los pacientes sobreviven un año después del diagnóstico, lo que refleja la naturaleza agresiva de esta complicación. Debido a la progresiva afectación neurológica y la limitación de opciones terapéuticas eficaces, el cuidado paliativo juega un papel fundamental en el manejo de estos pacientes. El enfoque paliativo tiene como objetivo aliviar el dolor, controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida, lo que es esencial dado el pronóstico limitado de la enfermedad.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Goldman, L., & Schafer, A. I. (Eds.). (2020). Goldman-Cecil Medicine (26th ed.). Elsevier.
- Loscalzo, J., Fauci, A. S., Kasper, D. L., Hauser, S. L., Longo, D. L., & Jameson, J. L. (Eds.). (2022). Harrison. Principios de medicina interna (21.ª ed.). McGraw-Hill Education.
- Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Diagnóstico clínico y tratamiento 2025. McGraw Hill.
- Rozman, C., & Cardellach López, F. (Eds.). (2024). Medicina interna (20.ª ed.). Elsevier España.