Anatomía de la pleura
Anatomía de la pleura

Anatomía de la pleura

La pleura es una estructura membranosa de origen seroso que desempeñan un papel fundamental en la organización y el funcionamiento del aparato respiratorio.

Cada pulmón se encuentra envuelto por su propia pleura, existiendo una derecha y una izquierda, y entre ambas se establece un sistema de compartimentos independientes.

  • No solo recubren los pulmones, sino que también tapizan las paredes de la cavidad torácica, estableciendo una interfaz dinámica que separa los órganos respiratorios de las estructuras adyacentes.
  • La disposición de las pleuras permite que cada pulmón se desplace libremente dentro del tórax, sin un contacto directo con la pared torácica, el diafragma o el mediastino, manteniendo al mismo tiempo una conexión funcional mediante la raíz pulmonar y el ligamento pulmonar, donde las hojas pleurales se continúan.

Cada pleura está conformada por dos capas íntimamente relacionadas:

  • la pleura visceral, que se adhiere directamente a la superficie pulmonar.
  • la pleura parietal, que reviste la cavidad torácica.

Entre las hojas pleurales se encuentra la cavidad pleural, un espacio virtual de volumen mínimo que contiene líquido seroso. Este líquido, junto con la presión subatmosférica que normalmente predomina en la cavidad, genera una especie de “adhesión funcional” que permite que los pulmones sigan los movimientos respiratorios de la caja torácica de manera eficiente, pero sin que exista una fusión anatómica que restrinja su movilidad.

Desde el punto de vista embriológico, la pleura se origina a partir del celoma intraembrionario, lo que explica su naturaleza serosa y su continuidad con otras membranas que tapizan cavidades corporales.

La estructura en doble hoja y la presencia de la cavidad pleural con su líquido lubricante constituyen un mecanismo de protección y de optimización mecánica:

  • facilitan el deslizamiento de los pulmones durante la inspiración y la espiración
  • amortiguan los impactos
  • permiten que el intercambio respiratorio se realice de manera eficiente sin fricción entre órganos y paredes torácicas

La pleura asegura que, aunque los pulmones estén íntimamente relacionados con las estructuras circundantes, permanezcan anatómicamente independientes, garantizando movilidad y flexibilidad mientras se mantiene la integridad de los tejidos y la eficiencia de la ventilación pulmonar.

Pleura viceral

La pleura visceral constituye una membrana serosa de naturaleza extremadamente delicada y transparente que se adhiere de manera inseparable a la superficie de los pulmones, cubriendo no solo la cara costal, mediastínica y diafragmática de cada pulmón, sino también los espacios que separan los distintos lóbulos, conocidos como cisuras interlobares.

La íntima relación anatómica de la pleura con los pulmones se mantiene gracias a prolongaciones de tejido conectivo y fibras que se extienden desde la pleura hacia los tabiques interlobulillares del pulmón, convirtiéndola en un componente estructural integral del parénquima pulmonar. Por esta razón, resulta imposible separar la pleura visceral del tejido pulmonar subyacente mediante disección convencional, ya que cualquier intento de removerla compromete la integridad del parénquima.

La pleura visceral no es simplemente un revestimiento protector; su continuidad con el parénquima y su inserción en los tabiques interlobulillares aseguran que cada movimiento respiratorio se transmita uniformemente a través de toda la superficie pulmonar. Su delgadez y transparencia permiten la observación directa de la arquitectura subyacente y reflejan su papel esencial como interfaz entre el tejido pulmonar y la cavidad pleural, contribuyendo al deslizamiento sin fricción y a la mecánica ventilatoria eficiente.

Pleura parietal

La pleura parietal es la capa serosa que reviste el interior de la cavidad torácica y delimita el espacio en el que se alojan los pulmones, estableciendo un contacto funcional con las estructuras adyacentes sin fusionarse anatómicamente con ellas.

  • Esta membrana, aunque continua, se organiza en porciones que se adaptan a las superficies que cubren, y se interconectan en los límites donde convergen los distintos elementos de la cavidad torácica, como la pared costal, el diafragma y el mediastino.
  • En los puntos de convergencia se forman los recesos pleurales, espacios virtuales que permiten el deslizamiento de los pulmones durante la ventilación y facilitan la expansión pulmonar completa.

Porción costal de la pleura parietal: recubre la cara interna de las costillas y de los espacios intercostales, extendiéndose verticalmente desde el orificio torácico superior hasta las inserciones costales y condrales del diafragma, y de manera horizontal desde el canal costovertebral hasta la cara posterior del esternón.

  • Su delgadez y fragilidad hacen que sea susceptible a lesiones durante procedimientos quirúrgicos o traumatismos que afectan la pared torácica interna.
  • Esta capa no se encuentra directamente en contacto con los elementos de la pared, sino que se halla separada por la fascia endotorácica, un tejido conectivo que actúa como soporte y amortiguador.

Porción diafragmática de la pleura parietal: se adhiere estrechamente a la superficie superior de cada hemidiafragma, con una fijación particularmente íntima en el centro tendinoso. Esta relación asegura que los movimientos respiratorios se transmitan de manera eficiente al diafragma, facilitando la expansión y el vaciamiento pulmonar sin fricción significativa.

Porción mediastínica: se dispone frente a los órganos mediastínicos y se moldea de manera precisa sobre ellos, abarcando desde el canal costovertebral hasta el esternón y, verticalmente, desde el orificio torácico superior hasta el diafragma.

  • Esta porción está interrumpida únicamente por la raíz pulmonar, alrededor de la cual se organiza en tres segmentos: anterior, posterior y superior a la raíz pulmonar.
  • Su extrema delgadez y transparencia permiten que la anatomía subyacente de los órganos mediastínicos sea visible, reflejando la adaptabilidad funcional de la membrana.
  • En la zona inferior de la aorta y del arco de la vena ácigos se forman depresiones denominadas recesos pleurales, como el receso interacigoesofágico a la derecha y el receso interaorticoesofágico a la izquierda, que se encuentran relacionados en su porción inferior por un ligamento de fibras transversales conocido como ligamento de Morosow.
  • Los recesos facilitan los movimientos respiratorios y proporcionan espacio adicional para la expansión pulmonar, funcionando como compartimentos de adaptación dinámica dentro de la cavidad torácica.

Recesos pleurales

Los recesos pleurales constituyen espacios virtuales situados en las zonas de convergencia de las distintas porciones de la pleura parietal, donde la membrana serosa se pliega sobre sí misma.

  • Estos fondos de saco representan áreas de adaptación que permiten que los pulmones se expandan y deslicen sin fricción durante los movimientos respiratorios, actuando como reservorios de movilidad.
  • Los principales recesos pleurales se denominan costodiafragmático, costomediastínico, vertebromediastínico y frenicomediastínico, cada uno con características morfológicas y funcionales particulares.

El receso costodiafragmático: se encuentra en la unión entre la pared torácica y el diafragma, conformando una hendidura que se abre ampliamente hacia la parte anterior y se profundiza hacia los lados y la región posterior.

  • Este espacio se ubica sobre las inserciones costales del diafragma y puede sobrepasarlas por detrás del ligamento arqueado lateral, llegando incluso a superar el borde inferior de la duodécima costilla en dirección medial.
  • La profundidad del receso varía según la posición del diafragma, siendo más estrecho durante la espiración y ampliándose en la inspiración, cuando el borde inferior del pulmón se introduce parcialmente en este fondo de saco.

Receso costomediastínico: se localiza en la región anterior, detrás del esternón, y tiene una configuración aguda.

  • Se extiende desde la primera articulación condroesternal hasta el séptimo cartílago costal.
  • A la izquierda, este receso se desplaza lateralmente debido a la presencia del corazón y del pericardio, que ocupan espacio en el plano medio.
  • Incluso durante la inspiración forzada, el borde anterior del pulmón no alcanza a llenar completamente este receso, lo que demuestra que sirve como espacio de reserva funcional más que como área de contacto pulmonar habitual.

Receso vertebromediastínico: se encuentra en la región posterior de la porción mediastínica de la pleura parietal y adopta una forma redondeada.

  • A cada lado de los cuerpos vertebrales forma un canal longitudinal que permite la acomodación de los pulmones y la transmisión de movimientos respiratorios a la pared torácica posterior sin interferir con la columna vertebral ni con los órganos mediastínicos.

Receso frenicomediastínico: se ubica entre la porción diafragmática y la mediastínica de la pleura parietal.

  • Es poco profundo en términos generales, pero a la izquierda, en correspondencia con el borde inferior del pericardio, adquiere mayor profundidad.
  • Este receso desciende posteriormente hasta conectarse con el receso costodiafragmático, formando un continuo que facilita la expansión pulmonar y el desplazamiento de la membrana pleural durante la respiración.

Cúpula pleural

La cúpula pleural, también conocida como domo pleural, constituye la región más alta de la cavidad pleural y recubre de manera directa el vértice pulmonar, delimitando la transición entre la cavidad torácica y la base del cuello.

  • Esta estructura forma una bóveda serosa que integra la porción costal y la porción mediastínica de la pleura parietal, adaptándose de forma precisa a la anatomía subyacente.
  • La cúpula pleural se sitúa por encima del borde superior de la segunda costilla, sobrepasando incluso el nivel de la primera costilla, lo que evidencia su proyección hacia la región cervical.

La morfología de la cúpula pleural refleja la funcionalidad de la pleura en la acomodación de los pulmones.

  • Hacia adelante, la pendiente de la cúpula es suave, facilitando la expansión del vértice pulmonar durante la inspiración, mientras que hacia medial, la vertiente adopta un ángulo más abrupto, delimitando claramente el límite con las estructuras mediastínicas y cervicales adyacentes.
  • Esta configuración geométrica asegura que los movimientos respiratorios del vértice pulmonar se transmitan sin fricción hacia los tejidos circundantes y que se mantenga la integridad de la cavidad pleural incluso en los rangos máximos de expansión.

En la cúpula pleural, la fascia endotorácica experimenta un engrosamiento, dando lugar al diafragma fibroso cervicotorácico, una estructura de soporte que se interpone entre la pleura y los elementos vasculonerviosos y musculares de la región supraclavicular. Este refuerzo permite proteger los tejidos delicados de la zona cervical y asegurar que la pleura mantenga su continuidad y funcionalidad sin ser comprometida por la proximidad de estructuras críticas como los vasos subclavios, los troncos nerviosos y los músculos escalenos.

La cúpula pleural no es solo un recubrimiento pasivo; actúa como una extensión adaptativa de la pleura parietal que armoniza la interacción entre la cavidad torácica y el cuello, contribuyendo a la estabilidad de la pleura durante la respiración, al mismo tiempo que protege los vértices pulmonares y organiza el espacio cervical superior.

Fascia endotorácica

La fascia parietal del tórax es una lámina conectiva que se sitúa externamente a la pleura parietal, interponiéndose entre esta y las estructuras óseas, cartilaginosas y musculares de la caja torácica.

  • Se trata de una membrana delgada, compuesta principalmente por tejido conectivo laxo con fibras elásticas dispersas, que le confieren cierta flexibilidad y capacidad de adaptación a los movimientos respiratorios.
  • Esta fascia actúa como un plano de separación, permitiendo la realización de procedimientos quirúrgicos extrapleurales sin comprometer la integridad de la pleura parietal, ya que facilita su decolamiento sin desgarros.

La fascia puede contener elementos linfáticos y vasos sanguíneos que nutren y drenan la pleura, contribuyendo a su irrigación y a la circulación de líquidos serosos.

  • Su desarrollo es más notable sobre las superficies costales e intercostales de la pleura, así como en la región mediastínica y en la vecindad del orificio torácico superior.
  • Se encuentra prácticamente ausente en la porción que contacta con el diafragma, lo que refleja la adaptación funcional a la movilidad y resistencia de la base torácica.

La fascia parietal no es homogénea, sino que se encuentra reforzada por trayectos fibrosos que actúan como puntos de anclaje para la pleura parietal, creando zonas de adherencia selectiva. Estas se localizan en regiones específicas:

  • en la parte inferior, en contacto con la duodécima costilla
  • en la parte anterior, sobre los cartílagos costales
  • en la región posterior, sobre las articulaciones costovertebrales, en relación con las cabezas de las costillas y los discos intervertebrales.

Unión de las hojas pleurales

A nivel de las raíces pulmonares, la pleura experimenta un complejo tránsito anatómico que refleja su organización funcional.

  • La pleura parietal mediastínica se aproxima a los elementos que conforman la raíz del pulmón y se adapta a ellos recubriéndolos por sus caras superior, anterior y posterior.
  • Desde allí, se dirige de manera continua hacia los márgenes del hilio pulmonar.
  • Aunque lo rodea, no ingresa en su interior; en cambio, se transforma sin interrupciones en la pleura visceral que recubre directamente al parénquima pulmonar.
  • Esta zona de transición, donde ambas hojas pleurales cambian de dirección y contacto, recibe el nombre de pleura radicular y define un punto anatómico clave en la continuidad de la serosa pulmonar.

En el límite inferior de la raíz del pulmón ocurre un fenómeno particular. Por debajo de la vena pulmonar inferior, las dos láminas pleurales que discurren por delante y por detrás de la raíz no se fusionan en un punto único; en vez de ello, descienden paralelas, adheridas entre sí pero individualmente distinguibles, envolviendo los elementos que contienen.

  • A partir de esta disposición se constituye una estructura alargada conocida como ligamento pulmonar.
  • El ligamento pulmonar, aunque funcionalmente importante, solo se reconoce con claridad cuando la cavidad pleural es expuesta y el lóbulo inferior del pulmón es desplazado hacia arriba y en dirección lateral, lo que permite visualizar su extensión y orientación.

El ligamento pulmonar mantiene relaciones anatómicas definidas.

  • En su cara medial establece contacto directo con el esófago, y en este punto las superficies pleurales vuelven a reflejarse para continuar como pleura mediastínica anterior y posterior.
  • Lateralmente se encuentra firmemente unido a la superficie mediastínica del lóbulo inferior del pulmón, donde las hojas que lo conforman se continúan sin interrupción con la pleura visceral que recubre el órgano.
  • Su trayectoria es oblicua, orientándose hacia abajo y hacia atrás, y culmina inferiormente ya sea transformándose gradualmente en pleura diafragmática o, con mayor frecuencia, en un borde terminal libre, delgado y de contorno agudo.

Desde el punto de vista histológico y funcional, el ligamento pulmonar alberga tejido conectivo laxo, filetes nerviosos, vasos sanguíneos de circulación sistémica y un conjunto de nodos linfáticos que participan en el drenaje del pulmón.

  • Esta composición le confiere cierta plasticidad estructural pero también lo hace susceptible a modificaciones patológicas.
  • En procesos inflamatorios crónicos que comprometen el lóbulo inferior, las hojas pleurales que lo forman pueden engrosarse de manera notable, reflejando la persistencia y la intensidad de la agresión tisular.
  • El ligamento pulmonar no solo constituye un pliegue anatómico de continuidad pleural, sino también una región con significado clínico relevante.

Cavidad pleural

En el organismo sano, la cavidad pleural se mantiene como un espacio virtual, es decir, un intervalo extremadamente estrecho entre la pleura parietal y la pleura visceral.

  • Su volumen es mínimo porque ambas superficies están firmemente aplicadas entre sí gracias a la acción combinada de las presiones intratorácicas y de las propiedades físico-químicas del líquido pleural.
  • Este espacio puede distenderse y convertirse en una cavidad real cuando se acumulan líquidos de diversa naturaleza, como ocurre en los cuadros de hidrotórax, hemotórax, quilotórax o piotórax, o cuando penetra gas y se genera un neumotórax.

En condiciones fisiológicas, cada cavidad pleural contiene alrededor de 10 mililitros de líquido pleural.

  • El líquido pleural se origina en estructuras microscópicas especializadas, semejantes a microvellosidades, presentes tanto en la pleura parietal como en la visceral.
  • La  distribución del líquido pleural forma una película de apenas 50 micrómetros de espesor que recubre uniformemente ambas superficies.
  • La función esencial del líquido pleural es doble:
    • actúa como lubricante que permite el deslizamiento suave y coordinado entre las dos hojas durante los movimientos respiratorios.
    • genera fuerzas de cohesión que favorecen la adherencia mutua, impidiendo su separación durante los cambios de volumen torácico.

La dinámica del líquido pleural exige un equilibrio constante entre producción y absorción.

  • En el adulto sano, las pleuras generan aproximadamente 100 mililitros de líquido cada día, mientras que los mecanismos de reabsorción linfática son capaces de retirar del espacio pleural hasta 300 mililitros en igual período.
  • Las pleuras pueden absorber cantidades moderadas de gas, lo que explica la resolución espontánea de algunos neumotórax de pequeño volumen.

Cuando el tórax de una persona viva es abierto y la pleura parietal es interrumpida, el aire penetra rápidamente en la cavidad pleural, anulando la presión negativa que mantenía al pulmón expandido. Liberado de esta sujeción, el pulmón se retrae hasta colapsar por completo debido a su elasticidad intrínseca, a menos que se provea ventilación artificial mediante intubación traqueal.

Cuando la pleura se engruesa y pierde su elasticidad, la mecánica pulmonar se altera y surge una insuficiencia respiratoria de origen pleural.

Vascularización e inervación de la pleura

La pleura presenta un patrón de irrigación e inervación que refleja su doble naturaleza anatómica y funcional. Cada una de sus hojas —parietal y visceral— mantiene relaciones vasculares y nerviosas distintas, acordes con sus funciones específicas y con las estructuras a las que se encuentran asociadas.

La pleura parietal recibe sangre a través de una red arterial relativamente discreta.

  • Esta red se nutre de vasos procedentes de territorios vecinos, ya que la pleura parietal se adhiere directamente a las paredes del tórax y al mediastino.
  • Entre las fuentes más relevantes se encuentran:
    • las arterias intercostales, que aportan ramas a lo largo de la superficie costal;
    • las arterias frénicas superiores, que irrigan la porción diafragmática;
    • las arterias mediastínicas, que contribuyen al riego de la región adyacente al mediastino.
  • Aunque estas arterias no conforman una trama especialmente densa, son suficientes para sostener las necesidades metabólicas de una hoja pleural adaptada, sobre todo, a funciones mecánicas y de sensibilidad.

La pleura visceral, en cambio, dispone de un aporte sanguíneo mucho más abundante. Sus arterias principales derivan de las arterias bronquiales, vasos especializados cuya misión radica en nutrir las estructuras respiratorias profundas.

  • Desde estos troncos bronquiales, ramas de pequeño calibre alcanzan la superficie pulmonar a través de los tabiques interlobares, distribuyéndose de manera extensa y formando una malla capilar rica y activa.
  • La pleura visceral recibe contribuciones vasculares en el hilio pulmonar y en la región del ligamento pulmonar, destinadas en particular a irrigar la cara medial del pulmón.

Los vasos linfáticos de ambas pleuras confluyen hacia los nodos linfáticos regionales: intercostales, frénicos, hiliares o mediastínicos, según la localización. Este drenaje linfático constituye un componente esencial en el control de la composición del líquido pleural, en la respuesta inmunitaria local y en la eliminación de partículas o agentes patológicos que pudieran penetrar en la cavidad pleural.

Inervación: la pleura parietal presenta una sensibilidad marcada debido a su relación con nervios de tipo somático.

  • La pleura costal y la porción periférica de la pleura diafragmática reciben fibras procedentes de los nervios intercostales, lo que explica la percepción precisa y dolorosa de estímulos irritativos en estas áreas.
  • La región central de la pleura diafragmática y la pleura mediastínica están inervadas por ramos de los nervios frénicos, que también transmiten sensaciones nítidas e intensas, capaces de referirse hacia el cuello o el hombro debido al trayecto cervical de estos nervios.

La pleura visceral posee un patrón de inervación muy distinto. Sus fibras son de tipo visceral, con receptores menos específicos y una capacidad reducida para discriminar estímulos dolorosos.

  • Su sensibilidad es difusa y difícil de localizar.
  • Puede desencadenar reflejos pleurales muy intensos. Dichos reflejos, a veces violentos, pueden aparecer ante traumatismos como perforaciones del parénquima pulmonar o durante procedimientos invasivos como las punciones pleurales.

 

 

 

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Fuente y lecturas recomendadas:
    1. Latarjet, M., Ruiz Liard, A., & Pró, E. (2019). Anatomía humana (5.ª ed., Vols. 1–2). Médica Panamericana.
      ISBN: 9789500695923
    2. Dalley II, A. F., & Agur, A. M. R. (2022). Moore: Anatomía con orientación clínica (9.ª ed.). Wolters Kluwer (Lippincott Williams & Wilkins).
      ISBN: 9781975154120
    3. Standring, S. (Ed.). (2020). Gray’s anatomy: The anatomical basis of clinical practice (42.ª ed.). Elsevier.
      ISBN: 9780702077050
    4. Netter, F. H. (2023). Atlas de anatomía humana (8.ª ed.). Elsevier.
      ISBN: 9780323793745
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