Bulimia nerviosa
Bulimia nerviosa

Bulimia nerviosa

La bulimia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria caracterizado por la presencia de episodios recurrentes de ingesta descontrolada de grandes cantidades de alimentos en un corto período de tiempo, acompañados de una sensación de pérdida de control sobre la conducta alimentaria durante dichos episodios. Posteriormente, el individuo recurre de manera repetitiva a comportamientos compensatorios inapropiados con el fin de evitar el aumento de peso. Estos comportamientos incluyen, entre otros, el vómito autoinducido, el uso de diuréticos o laxantes, la práctica de dietas extremadamente restrictivas o el ejercicio físico excesivo.

Este patrón de comportamiento obedece a una alteración profunda en la relación del individuo con la comida, el cuerpo y la percepción del peso corporal. La persona afectada por bulimia nerviosa suele experimentar sentimientos intensos de culpa, vergüenza y angustia después de los atracones, lo que impulsa la adopción de métodos drásticos para contrarrestar las calorías ingeridas, perpetuando así un ciclo patológico de atracón y purga.

Históricamente, al igual que la anorexia nerviosa, la bulimia fue considerada un trastorno que afectaba principalmente a mujeres jóvenes, blancas y pertenecientes a clases socioeconómicas medias o altas. Sin embargo, investigaciones más recientes han evidenciado que este trastorno también se presenta con creciente frecuencia en hombres, personas racializadas, así como en individuos transgénero y no conformes con el género, lo que indica que la bulimia nerviosa no es exclusiva de un perfil demográfico específico. Esta ampliación en la comprensión del espectro de personas afectadas ha contribuido a visibilizar casos antes invisibilizados por los estereotipos clínicos tradicionales.

Una característica particular de la bulimia nerviosa que dificulta su diagnóstico en comparación con la anorexia nerviosa es que las personas con bulimia suelen mantener un índice de masa corporal dentro del rango normal o incluso superior. Esta apariencia física aparentemente saludable puede enmascarar la gravedad del trastorno, lo que a menudo retrasa la detección clínica y la intervención terapéutica adecuada. Por tanto, el reconocimiento de la bulimia requiere una evaluación cuidadosa de los patrones conductuales y emocionales del paciente, más allá de los indicadores físicos evidentes.

 

Manifestaciones clínicas

Los pacientes con bulimia nerviosa presentan un patrón característico de consumo compulsivo de alimentos, predominantemente aquellos que son de fácil ingestión y de alto contenido calórico, como productos ultraprocesados, azúcares simples y grasas. Estos episodios de ingesta excesiva suelen ocurrir en secreto, impulsados por una sensación intensa e incontrolable de hambre o ansiedad, y acompañados por una pérdida subjetiva del control sobre la conducta alimentaria. En algunos casos, los episodios de atracón pueden repetirse varias veces al día durante varios días consecutivos, mientras que en otros pacientes se manifiestan como un patrón persistente de ingestas compulsivas con frecuencia regular.

Tras los episodios de atracón, los individuos suelen experimentar sentimientos intensos de culpa, vergüenza y, en muchos casos, síntomas depresivos. Como respuesta, recurren a métodos compensatorios para contrarrestar el efecto calórico de la ingesta. Estos métodos incluyen el vómito autoinducido, el uso de laxantes (catárticos), diuréticos y, ocasionalmente, períodos de ayuno autoimpuesto. Esta alternancia entre atracones y conductas compensatorias puede conducir a un patrón de alimentación cíclico y disfuncional que compromete tanto la salud física como el bienestar psicológico.

Aunque el peso corporal de los pacientes puede experimentar fluctuaciones considerables, por lo general se mantiene dentro del 20 por ciento del índice de masa corporal considerado normal, lo que contribuye a que el trastorno pase desapercibido tanto para el entorno social como para los profesionales de salud que no estén familiarizados con los signos clínicos de la bulimia nerviosa. En contraste con los pacientes con anorexia nerviosa, aquellos con bulimia presentan con mayor frecuencia antecedentes de obesidad, así como un uso más intensivo y prolongado de laxantes y diuréticos. Además, es común observar en ellos un mayor grado de impulsividad y, en algunos casos, comportamientos de índole antisocial, lo que sugiere diferencias significativas en el perfil psicológico entre ambos trastornos.

Desde el punto de vista endocrino, la menstruación suele mantenerse, lo que representa otra diferencia clínica importante con la anorexia nerviosa, en la cual es frecuente la amenorrea. Sin embargo, la bulimia nerviosa conlleva un conjunto amplio de complicaciones médicas asociadas tanto al comportamiento alimentario como a los mecanismos de purga. La distensión gástrica y la pancreatitis aguda han sido documentadas como consecuencias de los atracones severos. El vómito recurrente produce una serie de complicaciones localizadas en el tracto digestivo superior, incluyendo erosión dental, faringitis, esofagitis, aspiración pulmonar y alteraciones en el equilibrio hidroelectrolítico, especialmente hipopotasemia y alcalosis metabólica. El abuso de diuréticos y laxantes también contribuye a desequilibrios electrolíticos, deshidratación y, en casos más avanzados, daño renal. El estreñimiento crónico es una queja común, relacionada tanto con la alteración del tránsito intestinal como con el uso prolongado de laxantes.

Tratamiento

El tratamiento de la bulimia nerviosa requiere un enfoque integral que combine intervenciones psicoterapéuticas con cuidados médicos de apoyo, adaptados a las necesidades individuales de cada paciente. Dado que se trata de un trastorno complejo, con implicaciones tanto físicas como psicológicas, su abordaje debe contemplar no solo la normalización de los patrones alimentarios, sino también la modificación de las cogniciones disfuncionales relacionadas con el cuerpo, el peso y la autoestima.

Las intervenciones psicoterapéuticas constituyen el pilar fundamental del tratamiento. Entre las modalidades utilizadas se encuentran la terapia individual, la terapia de grupo, la terapia familiar y la terapia conductual. La terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser especialmente eficaz en el manejo de la bulimia nerviosa, al centrarse en la identificación y reestructuración de pensamientos distorsionados, así como en el desarrollo de habilidades para el manejo de la ansiedad, la regulación emocional y la prevención de recaídas. En casos en que existen dinámicas familiares disfuncionales o en pacientes jóvenes, la terapia familiar puede ser particularmente útil para abordar los factores interpersonales que perpetúan el trastorno.

En paralelo, el tratamiento farmacológico puede desempeñar un papel complementario importante, especialmente en aquellos pacientes que presentan síntomas afectivos comórbidos, como depresión o ansiedad, que a menudo coexisten con la bulimia nerviosa. Los antidepresivos, en particular los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, han mostrado beneficios significativos tanto en la reducción de la frecuencia de los episodios de atracón y purga como en la mejoría del estado de ánimo y la disminución de la impulsividad. Entre estos, la fluoxetina ha sido el fármaco más estudiado y utilizado, y se considera el tratamiento de primera línea en muchos protocolos clínicos.

Aunque la mortalidad directa asociada con la bulimia nerviosa es relativamente baja en comparación con la anorexia nerviosa, el pronóstico psiquiátrico a largo plazo puede ser más desfavorable en los casos graves. Esto se debe, en parte, a la naturaleza cíclica del trastorno, a la mayor prevalencia de trastornos del estado de ánimo, del control de los impulsos y de conductas autodestructivas, así como a la tendencia a la cronicidad cuando no se logra una intervención temprana y sostenida. La recurrencia de los síntomas es común, y muchos pacientes requieren tratamientos prolongados o múltiples ciclos terapéuticos a lo largo de su vida.

 

 

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Fuente y lecturas recomendadas:
  1.  Hagan KE et al. State of the art: the therapeutic approaches to bulimia nervosa. Clin Ther. 2021;43:40. [PMID: 33358256]
  2. Muratore AF et al. Psychopharmacologic management of eating disorders. Curr Psychiatry Rep. 2022;24:345. [PMID: 35576089]
  3. Nitsch A et al. Medical complications of bulimia nervosa. Cleve Clin J Med. 2021;88:333. [PMID: 34078617]
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