¿Cómo reciben su nombre las cefalosporinas?

¿Cómo reciben su nombre las cefalosporinas?
¿Cómo reciben su nombre las cefalosporinas?

El término “cefalosporinas” se origina del nombre del hongo Cephalosporium acremonium, que fue el punto de partida para el descubrimiento de los primeros miembros de esta significativa clase de antibióticos. Las cefalosporinas constituyen una familia extensa y diversa de antibióticos que comparten una característica fundamental: la presencia de un anillo químico conocido como “anillo β-lactámico”. Aunque comparten esta característica con las penicilinas, es importante destacar que las cefalosporinas son una clase independiente dentro del grupo de los antibióticos β-lactámicos.

La raíz del nombre, “cefalosporinas”, proviene de las palabras griegas “kephalos,” que significa “cabeza,” y “spora,” que se traduce como “semilla” o “espora”. Este nombre se debe al hecho de que el hongo Cephalosporium acremonium produce esporas con una forma que se asemeja a la cabeza de un alfiler.

La característica distintiva de las cefalosporinas es la presencia del anillo químico β-lactámico en su estructura molecular. Este anillo es esencial para su actividad antibiótica, ya que interfiere con la síntesis de la pared celular bacteriana, debilitando así la integridad de las bacterias y llevándolas eventualmente a su destrucción. A pesar de que comparten el anillo β-lactámico con las penicilinas, las cefalosporinas tienen diferencias estructurales que les otorgan propiedades y espectros de actividad antibiótica únicos.

Esta familia de antibióticos es muy diversa, y a lo largo del tiempo se han desarrollado diferentes generaciones de cefalosporinas. Cada generación presenta propiedades específicas y un amplio espectro de actividad, lo que las hace útiles en el tratamiento de diversas infecciones bacterianas. Además, con el avance de la investigación y el desarrollo farmacéutico, se han mejorado la estabilidad y la eficacia de las cefalosporinas, lo que ha permitido tratar una gama más amplia de bacterias, incluyendo aquellas que son resistentes a las penicilinas.

En la práctica clínica, las cefalosporinas son ampliamente utilizadas para tratar infecciones bacterianas en diferentes áreas del cuerpo, como el tracto respiratorio, urinario, piel y tejidos blandos, entre otras. Su versatilidad y eficacia las convierten en una herramienta valiosa en la lucha contra las infecciones bacterianas en la medicina moderna.

 

 

 

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