Corticosteroides sistémicos en el tratamiento del asma

En el tratamiento del asma, los corticosteroides sistémicos desempeñan un papel crucial debido a su capacidad para controlar rápidamente las exacerbaciones agudas, especialmente en pacientes con síntomas moderados a graves que no responden adecuadamente a los agonistas beta-2 de acción corta (SABA) inhalados.
Los corticosteroides sistémicos como la prednisona oral, prednisolona oral o metilprednisolona parenteral son preferidos en estas situaciones debido a su rápida absorción y distribución sistémica. La administración temprana de estos medicamentos es crucial, ya que aceleran la resolución de la obstrucción del flujo de aire al reducir la inflamación subyacente en las vías respiratorias.
Estudios han demostrado que el retraso en la administración de corticosteroides sistémicos puede prolongar la exacerbación y aumentar el riesgo de complicaciones. Por lo tanto, se recomienda iniciar el tratamiento lo antes posible durante una exacerbación moderada a grave de asma para minimizar el riesgo de deterioro progresivo y mejorar los resultados a corto y largo plazo.
Además de acelerar la mejoría clínica, los corticosteroides sistémicos también están asociados con una reducción significativa en la tasa de recaídas posteriores, lo cual es crucial para prevenir exacerbaciones futuras y mantener un control adecuado del asma a largo plazo.
En el manejo del asma moderada a grave, se recomienda la prescripción de corticosteroides orales para asegurar que estén disponibles para su administración temprana en el hogar. Esta práctica se fundamenta en varios aspectos clínicos y terapéuticos.
Los corticosteroides sistémicos como la prednisona y la metilprednisolona son efectivos debido a su capacidad para reducir la inflamación en las vías respiratorias, uno de los pilares en el tratamiento de las exacerbaciones asmáticas. La dosificación óptima varía dependiendo de la gravedad del cuadro clínico. Para las exacerbaciones moderadas tratadas de manera ambulatoria, se utiliza típicamente una dosis de «burst» de 0.5–1 mg/kg/día de prednisona, dividida en 1–2 dosis diarias, durante un período de 3 a 7 días.
Es crucial que los pacientes con asma moderada a grave tengan acceso inmediato a estos medicamentos en su domicilio para iniciar el tratamiento tan pronto como aparezcan los síntomas de exacerbación. La administración temprana de corticosteroides orales ayuda a acelerar la mejoría clínica al reducir la inflamación bronquial, lo cual es fundamental para prevenir el deterioro progresivo de la función pulmonar y para minimizar el riesgo de recaídas.
En casos de exacerbaciones graves que requieren hospitalización, las dosis de corticosteroides pueden ser más altas inicialmente, con 1 mg/kg de prednisona o metilprednisolona cada 6–12 horas durante las primeras 48 horas, ajustadas hasta alcanzar una mejoría en los parámetros como el volumen espiratorio forzado en el primer segundo (FEV1) o el pico de flujo espiratorio (PEF) hasta el 50% del valor predicho o basal. Posteriormente, la dosis se reduce gradualmente a 0.5 mg/kg/día hasta que los parámetros pulmonares alcancen niveles seguros y estables.
No se ha demostrado que dosis más altas de corticosteroides sistémicos ofrezcan una ventaja clara en términos de eficacia clínica, por lo que se recomienda ajustar la dosis de manera prudente basada en la respuesta clínica del paciente y en la evolución de los parámetros respiratorios.
En pacientes críticamente enfermos, la administración de corticosteroides por vía intravenosa puede ser preferible para evitar preocupaciones relacionadas con la absorción alterada a nivel gastrointestinal, que es común en este grupo de pacientes debido a factores como la perfusión sanguínea reducida y el estrés fisiológico agudo. Los corticosteroides intravenosos aseguran una absorción más predecible y rápida, lo que es crucial para alcanzar niveles terapéuticos efectivos de manera oportuna en situaciones críticas.
Para pacientes con asma refractaria, mal controlada o con exacerbaciones frecuentes a pesar de una terapia inhalada optimizada, el uso a largo plazo de corticosteroides sistémicos puede ser necesario para suprimir los síntomas y prevenir complicaciones graves. Sin embargo, se debe tener en cuenta que el uso prolongado de estos medicamentos está asociado con efectos adversos significativos, como la pérdida de masa ósea, que puede conducir a osteoporosis. Por lo tanto, es crucial iniciar el tratamiento con suplementos de calcio y vitamina D de manera concurrente para contrarrestar este efecto y reducir el riesgo de complicaciones óseas.
Además, se recomienda realizar esfuerzos continuos para reducir la dosis de corticosteroides al mínimo necesario para controlar los síntomas de manera efectiva. Esto no solo ayuda a mitigar los efectos adversos a largo plazo, sino que también minimiza el riesgo de complicaciones metabólicas y endocrinas, como la insuficiencia adrenal, que puede ocurrir si los corticosteroides se suspenden abruptamente después de un uso prolongado.
La evaluación de la densidad mineral ósea es fundamental después de un período acumulativo de tres meses o más de exposición a corticosteroides sistémicos, ya que proporciona información crucial para la gestión de la osteoporosis inducida por esteroides. En algunos casos, puede ser necesario iniciar tratamiento con bifosfonatos u otros agentes para mitigar el riesgo de fracturas óseas.
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Originally posted on 13 de julio de 2024 @ 2:38 PM