La mayoría de los dolores cervicales, especialmente en pacientes de mayor edad, se deben a procesos degenerativos mecánicos que afectan las estructuras anatómicas del cuello, como los discos intervertebrales cervicales, las articulaciones facetarias y los ligamentos. Estos cambios degenerativos pueden manifestarse simultáneamente en otras regiones del cuerpo, evidenciando un patrón generalizado de desgaste articular y tisular. Además, el dolor puede originarse en la musculatura que sostiene el cuello, la cual, con frecuencia, se activa como mecanismo protector para resguardar las estructuras internas de la columna cervical.
La postura es un factor crucial en la génesis del dolor cervical, sobre todo en personas jóvenes. Muchas de las molestias relacionadas con el cuello en el ámbito laboral se atribuyen a posturas inadecuadas mantenidas durante largos períodos, así como a movimientos repetitivos que generan microtraumas acumulativos. Por otro lado, las lesiones agudas del cuello pueden presentarse a raíz de traumas directos o repentinos. Por ejemplo, el latigazo cervical es una lesión común que resulta de una flexión y extensión brusca y rápida del cuello, frecuente en accidentes automovilísticos, afectando entre el quince y el cuarenta por ciento de los afectados, con un desarrollo de dolor crónico en un cinco a siete por ciento de estos casos. Las fracturas cervicales representan lesiones traumáticas graves en el corto plazo y pueden ser un factor predisponente para la aparición de artrosis cervical en el largo plazo.
En términos patológicos, muchas de las condiciones degenerativas cervicales culminan en un estrechamiento del canal cervical o de los forámenes neurales, lo que puede comprometer las estructuras nerviosas subyacentes. La radiculopatía cervical, que comúnmente afecta los niveles discales comprendidos entre la quinta y la séptima vértebra cervical, se manifiesta con síntomas neurológicos que irradian hacia las extremidades superiores. Los pacientes con dolor cervical frecuentemente también refieren cefaleas y dolor en el hombro. Es importante considerar que tanto la compresión de nervios periféricos como la radiculopatía cervical pueden coexistir, configurando lo que se conoce como una lesión “doble atrapamiento”.
En el diagnóstico diferencial del dolor cervical debe incluirse el síndrome de salida torácica, una condición en la que hay compresión mecánica del plexo braquial y estructuras neurovasculares asociadas, particularmente cuando el brazo se mantiene en posiciones elevadas.
Los factores psicológicos también desempeñan un papel relevante en la aparición y persistencia del dolor cervical, destacando el estrés, la ansiedad y los trastornos del sueño como elementos predisponentes o agravantes. Otras enfermedades y condiciones que pueden contribuir al desarrollo del dolor cervical incluyen la artritis reumatoide, trastornos autoinmunitarios, la edad avanzada, la fibromialgia, la osteomielitis, neoplasias, la polimialgia reumática, fracturas por compresión, dolor referido desde estructuras viscerales como la angina de pecho, y trastornos funcionales.
Es importante reconocer que algunas patologías neurológicas graves, como la esclerosis lateral amiotrófica, la esclerosis múltiple, la siringomielia, los tumores medulares y el síndrome de Parsonage-Turner, pueden simular una mielopatía secundaria a la artritis cervical, complicando el diagnóstico y manejo clínico.
Manifestaciones clínicas
El dolor cervical puede presentarse de forma localizada en la región posterior del cuello o, dependiendo del nivel articular afectado, irradiarse de manera segmentaria hacia distintas áreas anatómicas, como el occipucio, la parte anterior del tórax, la cintura escapular, el brazo, el antebrazo e incluso la mano. Esta irradiación del dolor responde a la distribución segmentaria de las raíces nerviosas implicadas. El dolor suele intensificarse durante movimientos activos o pasivos del cuello, lo que refleja la sensibilidad de las estructuras articulares, musculares y nerviosas involucradas. La localización del dolor y la presencia de parestesias en las extremidades superiores generalmente coinciden con el territorio cutáneo o dermatoma correspondiente a la raíz nerviosa afectada.
Es fundamental evaluar la postura del paciente, prestando atención a la presencia de hombros adelantados, postura con la cabeza proyectada hacia adelante o la posible existencia de escoliosis en la región toracolumbar de la columna vertebral, ya que estas alteraciones pueden influir en la mecánica y la carga sobre la columna cervical. En casos de dolor cervical de origen discogénico, los pacientes frecuentemente refieren aumento del dolor al realizar flexión cervical, movimiento que puede promover la herniación posterior de los discos intervertebrales cervicales. Por otro lado, la extensión del cuello suele afectar principalmente las articulaciones facetarias y los forámenes neurales, estructuras claves en la compresión radicular. La movilidad cervical debe evaluarse en todas las direcciones, incluyendo rotación y flexión lateral, tanto hacia la izquierda como hacia la derecha, siendo la limitación del rango de movimiento uno de los hallazgos clínicos más comunes en estos pacientes.
La exploración neurológica detallada de las extremidades superiores es indispensable. Esto incluye la evaluación sensitiva, valorando la percepción al tacto ligero y a la temperatura, así como la exploración de la fuerza muscular, con énfasis en los músculos intrínsecos de la mano. Entre estos, se destacan la fuerza de extensión del pulgar (asociada a la raíz cervical seis), la fuerza del músculo oponente (movimiento del pulgar hacia el meñique, vinculado a la raíz cervical siete), y la fuerza de los músculos abductores y aductores de los dedos (relacionados con las raíces cervical ocho y torácica uno). Además, se deben examinar los reflejos osteotendinosos de las extremidades superiores, tales como el reflejo del bíceps, tríceps y braquiorradial. Los síntomas verdaderos de radiculopatía cervical deben corresponder con la distribución esperada de dermatomos y miotomos, lo que facilita la localización precisa del nivel afectado.
El test de Spurling es una maniobra diagnóstica importante para identificar la compresión radicular cervical. Consiste en pedir al paciente que rote y extienda el cuello hacia un lado mientras el examinador aplica una carga axial suave sobre la cabeza. La reproducción de los síntomas radiculares, como el dolor o las parestesias, se considera un signo positivo de compresión nerviosa.
La palpación del cuello se realiza de manera óptima con el paciente en decúbito supino, lo que permite relajar la musculatura cervical y facilita la palpación precisa de cada segmento vertebral, ayudando a identificar puntos dolorosos, contracturas musculares o irregularidades óseas. Esta evaluación minuciosa es esencial para un diagnóstico clínico adecuado y para guiar el tratamiento correspondiente.
Exámenes diagnósticos
Las radiografías de la columna cervical suelen incluir proyecciones anteroposterior y lateral como imágenes básicas para la evaluación inicial. Adicionalmente, se suele solicitar una vista del odontoides, la cual es fundamental para descartar fracturas traumáticas y detectar posibles anomalías congénitas en esta región vertebral específica. Las radiografías oblicuas de la columna cervical pueden aportar información adicional valiosa, especialmente para identificar cambios artrósicos y evaluar el estrechamiento de los forámenes neurales, estructuras por donde emergen las raíces nerviosas.
Es importante señalar que las radiografías simples pueden resultar normales en pacientes que han sufrido un esguince cervical agudo, debido a que las alteraciones no siempre son visibles en estudios radiográficos convencionales en fases tempranas. Sin embargo, en pacientes con cambios degenerativos, es común encontrar una reducción comparativa en la altura del espacio discal afectado, así como la presencia de osteofitos, que son formaciones óseas características del proceso degenerativo. La pérdida de la lordosis cervical, es decir, la curvatura natural hacia adelante del cuello, es otro hallazgo frecuente, aunque su presencia no es específica de una patología particular y puede observarse en diferentes condiciones.
La resonancia magnética es la modalidad de imagen más adecuada para evaluar la columna cervical, ya que permite una visualización detallada de las estructuras de tejidos blandos, incluyendo los discos intervertebrales, la médula espinal y las raíces nerviosas. Esta técnica es especialmente recomendada cuando el paciente presenta signos clínicos de radiculopatía cervical acompañados de debilidad motora, dado que la resonancia magnética ofrece una mayor sensibilidad para detectar lesiones que comprometen estas estructuras neurales y, por lo tanto, debe realizarse con carácter urgente en tales casos.
Por otro lado, la tomografía computarizada es la herramienta diagnóstica más útil cuando se sospecha de alteraciones óseas, como fracturas, debido a su alta resolución para visualizar estructuras óseas en detalle.
El estudio electrodiagnóstico, específicamente la electromiografía, tiene un papel importante para diferenciar entre síndromes de atrapamiento de nervios periféricos y radiculopatías cervicales. Sin embargo, la sensibilidad de estas pruebas para detectar radiculopatía cervical es variable, oscilando entre un cincuenta y un setenta y un por ciento, lo que implica que un resultado negativo no descarta completamente la presencia de un problema en la raíz nerviosa cervical. Por ello, los hallazgos electrodiagnósticos deben interpretarse en conjunto con la clínica y los estudios de imagen para un diagnóstico integral y preciso.
Tratamiento
En ausencia de trauma, infección, malignidad, signos neurológicos o inflamación sistémica, el manejo del paciente con dolor cervical suele ser conservador, priorizando el tratamiento no invasivo. Sin embargo, en aquellos pacientes que presentan síntomas muy severos en las etapas iniciales posteriores a una lesión, se recomienda un seguimiento más estrecho y frecuente, ya que un alto nivel de discapacidad relacionada con el dolor se asocia con un pronóstico desfavorable a un año, incluso en individuos que optan por no recibir tratamiento. Es fundamental evaluar la ergonomía tanto en el entorno laboral como en el hogar, ya que las condiciones posturales y los hábitos pueden influir significativamente en la evolución del cuadro clínico.
La fisioterapia juega un papel central en la recuperación, donde un programa estructurado de ejercicios específicos para el cuello —que incluya estiramientos, fortalecimiento muscular y ejercicios posturales— ha demostrado ser eficaz para aliviar los síntomas y mejorar los resultados en el corto y mediano plazo. Aunque los programas personalizados no han demostrado ser claramente superiores a las rutinas estándar de ejercicios cervicales, la adherencia y supervisión pueden marcar la diferencia. El uso de un collarín cervical blando puede ser útil para el manejo a corto plazo, generalmente hasta una o dos semanas, en lesiones agudas para limitar la movilidad y proporcionar soporte, aunque su uso prolongado no está recomendado.
Las técnicas de manipulación y movilización manual, aplicadas por profesionales de la quiropráctica, pueden ofrecer beneficios temporales en casos de dolor mecánico cervical. A pesar de que la tasa de complicaciones derivadas de estas intervenciones es baja —estimada entre cinco y diez por cada millón de manipulaciones— se debe actuar con precaución, especialmente en presencia de síntomas neurológicos, para evitar riesgos. En casos seleccionados, algunos pacientes pueden beneficiarse de la tracción cervical domiciliaria, la cual ayuda a aliviar la compresión de las estructuras neurales.
En cuanto a la farmacoterapia, los antiinflamatorios no esteroideos constituyen el tratamiento de primera línea para el control del dolor. En casos de dolor cervical intenso, puede ser necesario recurrir a opioides, aunque siempre bajo estricta supervisión médica debido a sus riesgos asociados. Los relajantes musculares, como la ciclobenzaprina en dosis de cinco a diez miligramos por vía oral tres veces al día, pueden emplearse de forma temporal para aliviar espasmos musculares o facilitar el descanso nocturno. Para el manejo de síntomas radiculares agudos, es posible utilizar fármacos con efecto neuropático, tales como la gabapentina, administrada en dosis que varían entre trescientos y mil doscientos miligramos tres veces al día, y considerar un tratamiento corto con corticosteroides orales, como la prednisona, iniciando con una dosis de un miligramo por kilogramo durante cinco a diez días.
Las infiltraciones de corticosteroides en los forámenes neurales o en las articulaciones facetarias cervicales pueden contribuir a la reducción de síntomas inflamatorios y dolorosos. Para el dolor crónico de cuello, la ablación por radiofrecuencia de las ramas nerviosas cervicales representa una alternativa terapéutica de segunda línea cuando los tratamientos conservadores no han sido efectivos.
En los casos en que el dolor cervical se acompaña de compromiso neurológico significativo o no mejora con el tratamiento conservador, la cirugía puede ser necesaria. Las intervenciones quirúrgicas tienen un índice de éxito en la reducción de los síntomas neurológicos entre el ochenta y el noventa por ciento de los casos, pero se consideran un recurso último debido a sus riesgos inherentes. Las técnicas quirúrgicas más comunes para la enfermedad degenerativa discal cervical incluyen la discectomía cervical anterior con fusión y la artroplastia discal cervical. Estudios comparativos han demostrado que la artroplastia discal cervical supera a la discectomía con fusión en términos de éxito clínico, menor necesidad de reintervenciones y mayor durabilidad a largo plazo, posicionándose como una opción preferente en el manejo quirúrgico de la enfermedad discal sintomática cervical.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Badhiwala JH et al. Cervical disc arthroplasty versus anterior cervical discectomy and fusion: a meta-analysis of rates of adjacent-level surgery to 7-year follow-up. J Spine Surg. 2020;6:217. [PMID: 32309660]
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- Hurley RW et al. Consensus practice guidelines on interventions for cervical spine (facet) joint pain from a multispecialty international working group. Reg Anesth Pain Med. 2022;47:3. [PMID: 34764220]
- Kim LJY et al. Mid-term and long-term outcomes after total cervical disk arthroplasty compared with anterior cervical discectomy and fusion: a systematic review and meta-analysis of randomized controlled trials. Clin Spine Surg. 2023;36:339. [PMID: 37735768]
- Villanueva-Ruiz I et al. Effectiveness of specific neck exercise for nonspecific neck pain; usefulness of strategies for patient selection and tailored exercise—a systematic review with meta-analysis. Phys Ther. 2022;102:pzab259. [PMID: 34935963]