Los cambios profundos en la composición corporal pueden ser el efecto más evidente e inevitable del envejecimiento. Los cambios en la composición corporal no sólo dependen del envejecimiento y la enfermedad, también de factores del estilo de vida, como la actividad física y la dieta.
El peso tiende a disminuir en los varones entre los 65 y 70 años, en las mujeres la disminución de peso se presenta más tarde. La masa corporal magra, compuesta sobre todo por músculo y vísceras, disminuye de forma constante después del tercer decenio de edad. La atrofia muscular es mayor en las fibras de contracción rápida que en las de contracción lenta. Con el envejecimiento, tanto el porcentaje de masa magra como el porcentaje representado por el músculo disminuyen con rapidez; estos cambios tienen consecuencias importantes para la salud y la función.
La pérdida de peso afecta a un número importante de ancianos. No hay unanimidad sobre el grado de pérdida de peso no intencional que amerita valoración, aunque un umbral razonable es 5% del peso corporal en un mes o 10% en seis meses.
La masa adiposa tiende a aumentar en la madurez y luego disminuye en la edad avanzada. La circunferencia abdominal continúa en aumento durante toda la vida.
Con la edad, el tejido fibroconjuntivo tiende a aumentar en muchos sistemas orgánicos. En el músculo, la acumulación de este tejido también afecta la calidad y la función musculares.
El hueso experimenta una desmineralización progresiva y modificación estructural, lo que reduce la fuerza ósea; esto eleva el riesgo de fracturas. En comparación con los varones, las mujeres tienden a perder masa ósea a edad más temprana.
La configuración general del cuerpo durante el envejecimiento muestra una pérdida de estatura (1 cm por década aproximadamente, a partir de los 40-50 años), que se atribuye a la pérdida de masa ósea y la consiguiente reducción en la altura de los cuerpos vertebrales.
