La terapia antibiótica para la neumonía adquirida en la comunidad (NAC) se guía por dos principios generales fundamentales una vez que se ha establecido el diagnóstico de esta enfermedad. Estos principios son esenciales para mejorar los resultados clínicos y se basan en la comprensión de la dinámica de la infección y el manejo eficaz de los antibióticos.
1. Iniciación rápida de un medicamento al que el patógeno etiológico sea susceptible
El primer principio se centra en la importancia de iniciar rápidamente el tratamiento antibiótico con un medicamento al que el patógeno causante de la neumonía sea susceptible. La razón detrás de esta estrategia es que la administración temprana de antibióticos está estrechamente asociada con una mejora en los resultados clínicos, como una reducción en la mortalidad y la morbilidad. Esto se debe a que los antibióticos actúan de manera efectiva para eliminar el patógeno que está causando la infección antes de que se produzcan complicaciones graves. En otras palabras, cuanto más rápido se inicie el tratamiento, mayor será la probabilidad de que el paciente se recupere adecuadamente y evite complicaciones que puedan surgir debido a la infección prolongada.
2. Obtención de muestras diagnósticas antes de iniciar los antibióticos
En el segundo principio, se establece que en pacientes que requieren una evaluación diagnóstica específica, como aquellos con síntomas graves o que presentan signos de una infección complicada, deben obtenerse muestras de esputo y cultivos de sangre antes de comenzar el tratamiento con antibióticos. Esta práctica es crucial para obtener un diagnóstico microbiológico preciso. Las muestras de esputo permiten identificar el patógeno exacto responsable de la infección, mientras que los cultivos de sangre ayudan a detectar la presencia de bacterias en el torrente sanguíneo, lo que puede indicar una infección más grave o diseminada. Sin embargo, es importante equilibrar este procedimiento con la necesidad de iniciar el tratamiento de manera oportuna. Por lo tanto, a pesar de que obtener estas muestras es fundamental para un diagnóstico preciso, no debe retrasar el inicio de los antibióticos si el paciente está gravemente enfermo. La demora en el tratamiento puede comprometer los resultados y empeorar el estado del paciente.
Consideraciones en la selección y administración de antibióticos contra neumonía
Aunque la terapia antibiótica óptima sería idealmente dirigida específicamente al patógeno identificado, en la práctica clínica, un diagnóstico microbiológico definitivo a menudo no está disponible de inmediato en el momento de la presentación. Esto se debe a que los resultados de cultivos y pruebas microbiológicas pueden tardar en procesarse. Como resultado, los médicos deben tomar decisiones sobre el tratamiento inicial basándose en un enfoque empírico.
Un enfoque empírico significa que los antibióticos se seleccionan en función de la presentación clínica del paciente y la imagenología torácica, así como de factores como la gravedad de la enfermedad y los patrones locales de resistencia a antibióticos. Este enfoque es necesario porque los detalles específicos del patógeno y su perfil de resistencia pueden no estar disponibles en el momento de la evaluación inicial.
La gravedad de la neumonía determina el entorno en el que se administrará el tratamiento: si el paciente será tratado de forma ambulatoria, hospitalizado, o en la unidad de cuidados intensivos (UCI). Los factores de riesgo del paciente para patógenos específicos y los patrones locales de resistencia a antibióticos también juegan un papel crucial en la selección del tratamiento empírico. Los patrones de resistencia pueden variar geográficamente, y conocer estos patrones ayuda a elegir un antibiótico que sea efectivo en el contexto local.
La selección de antibióticos para tratar la neumonía adquirida en la comunidad (NAC) está influenciada de manera significativa por la prevalencia local de Streptococcus pneumoniae resistente a fármacos, debido a la persistente importancia de este patógeno en todos los grupos de pacientes afectados por la enfermedad. S. pneumoniae sigue siendo una causa común de NAC, y su perfil de resistencia a antibióticos afecta considerablemente las decisiones terapéuticas iniciales.
La prevalencia de cepas resistentes de S. pneumoniae varía de una región a otra y tiene un impacto crucial en la elección del antibiótico inicial. En áreas donde se observa una alta prevalencia de S. pneumoniae resistente a ciertos fármacos, los médicos deben adaptar sus decisiones de tratamiento para asegurar la efectividad del tratamiento empírico. Esta variabilidad en la resistencia local obliga a considerar la prevalencia de cepas resistentes cuando se selecciona un antibiótico, para minimizar el riesgo de fracaso del tratamiento y asegurar que el antibiótico elegido será efectivo contra las cepas circulantes en la región.
El tratamiento previo con antibióticos de una clase farmacológica, como los beta-lactámicos, macrólidos o fluoroquinolonas, predispone a la aparición de S. pneumoniae resistente a fármacos. Esta resistencia se desarrolla porque el patógeno expuesto a un antibiótico de una clase específica puede desarrollar mecanismos de resistencia contra ese mismo grupo de medicamentos. Este fenómeno se debe a la presión selectiva ejercida por el uso repetido o inadecuado de antibióticos, lo cual favorece la supervivencia de cepas resistentes. Por lo tanto, la historia de tratamiento antibiótico del paciente es una consideración importante al seleccionar el tratamiento inicial para evitar el uso de antibióticos a los que el patógeno ya puede ser resistente.
A pesar del aumento en la resistencia a los macrólidos —aproximadamente un tercio de los aislamientos de S. pneumoniae muestra resistencia in vitro—, la eficacia actual en la práctica clínica parece justificar su uso continuo como terapia de primera línea, especialmente en áreas donde la prevalencia de cepas resistentes no es alta. Los macrólidos siguen siendo efectivos en muchos casos, y los fracasos en el tratamiento con estos antibióticos son relativamente raros en comparación con el número de pacientes tratados. Esto sugiere que, aunque la resistencia in vitro puede estar en aumento, la eficacia clínica sigue siendo aceptable en la mayoría de los casos.
La resistencia de S. pneumoniae a las fluoroquinolonas está en aumento, lo que plantea un desafío adicional para el tratamiento de la NAC. Las fluoroquinolonas son una clase de antibióticos que incluyen medicamentos como levofloxacino y moxifloxacino, y su eficacia disminuida contra S. pneumoniae resistente puede limitar su utilidad en la terapia empírica.
Además de S. pneumoniae, el Staphylococcus aureus resistente a meticilina adquirido en la comunidad (CA-MRSA) es un patógeno relevante en el contexto de la neumonía. El CA-MRSA difiere genéticamente y fenotípicamente de las cepas de MRSA adquiridas en hospitales y es generalmente más virulento. Aunque el CA-MRSA es una causa rara de complicaciones graves como neumonía necrotizante, empiema, insuficiencia respiratoria y shock, su asociación con infecciones previas por influenza ha sido documentada.
En el tratamiento de infecciones pulmonares causadas por CA-MRSA, el linezolid puede ser preferido sobre la vancomicina debido a su capacidad para inhibir la toxina bacteriana, lo que puede ser ventajoso en el manejo de estas infecciones. La daptoína no se recomienda para el tratamiento de neumonía por MRSA, ya que no alcanza una concentración adecuada en los pulmones.

Fuentes y lecturas recomendadas
- Papadakis, M. A., McPhee, S. J., Rabow, M. W., & McQuaid, K. R. (Eds.). (2024). Current medical diagnosis & treatment (63ª ed.). McGraw Hill.
Originally posted on 8 de agosto de 2024 @ 4:47 PM