Radioterapia para el cáncer de mama

La radioterapia postquirúrgica después de una cirugía conservadora de mama se utiliza con el fin de reducir el riesgo de recurrencia del cáncer, especialmente en la zona donde se realizó la resección tumoral. Este tratamiento se lleva a cabo durante un período de 5 a 7 semanas, con la administración de radiación para alcanzar una dosis total de entre 50 y 60 grays (Gy). Este protocolo tiene como objetivo destruir las células tumorales residuales que pudieran haber quedado en el área afectada, minimizando la posibilidad de que el cáncer se reincida. La duración y la dosis son fundamentales para asegurar una efectividad adecuada de la radioterapia, ya que la irradiación prolongada permite que las células tumorales más resistentes sean alcanzadas de forma efectiva.
En muchos casos, los oncólogos radioterápicos optan por administrar una dosis adicional de radiación a la zona donde se encontraba el cáncer, lo que se conoce como «dosis de refuerzo». Esta dosis suele ser de 10 a 14 Gy y tiene el objetivo de mejorar la destrucción de células malignas en la zona de mayor riesgo. Sin embargo, en mujeres mayores de 60 años con tumores de bajo riesgo biológico y en etapas iniciales (como el estadio I), la omisión de esta dosis de refuerzo puede ser una opción razonable. Esto se debe a que, en estas pacientes, el riesgo de recurrencia del cáncer es relativamente bajo, lo que puede justificar una estrategia de tratamiento menos intensiva.
En cuanto al tratamiento para mujeres con cáncer de mama en etapas tempranas y de bajo riesgo, algunos estudios han sugerido que es posible utilizar esquemas de fraccionamiento más cortos. El fraccionamiento se refiere a la división de la dosis total de radiación en varias sesiones. En estos casos, la reducción en la duración del tratamiento podría ser beneficiosa y práctica, especialmente si el cáncer tiene características menos agresivas.
Las guías clínicas de la Sociedad Americana de Oncología Radioterápica y la Sociedad Europea de Radioterapia también contemplan opciones alternativas para mujeres mayores de 50 años con tumores pequeños (T1), que son negativos para ganglios linfáticos y tienen receptores hormonales positivos. En este contexto, se puede considerar la radioterapia parcial acelerada, un enfoque que consiste en administrar radioterapia solo a una parte de la mama, en lugar de irradiar toda la mama, de manera más intensiva en un período más corto. Esto podría resultar en un tratamiento igualmente efectivo pero menos prolongado, lo cual es un factor importante para la calidad de vida de las pacientes.
Por otro lado, en mujeres mayores de 70 años con tumores de pequeño tamaño (menos de 2 cm), que también son negativos para ganglios linfáticos y tienen receptores hormonales positivos, se podría evitar la radioterapia por completo. En estos casos, el riesgo de recurrencia es bajo y los beneficios de la radioterapia no necesariamente justifican los efectos secundarios potenciales del tratamiento.
Estudios recientes también sugieren que algunas mujeres jóvenes con lesiones favorables, es decir, tumores con características de bajo riesgo, podrían evitar la radioterapia post-lumpectomía. La radioterapia postoperatoria después de una cirugía conservadora de mama puede ser evitada si las características del tumor indican un pronóstico favorable, lo que también podría reducir el riesgo de efectos secundarios.
En cuanto a la radioterapia intraoperatoria, que se administra durante la cirugía misma, aunque los estudios indican que las tasas de recurrencia son bajas, los resultados sugieren que estas tasas son más altas en comparación con la radioterapia convencional administrada después de la operación y que abarca toda la mama. Esto implica que, aunque la radioterapia intraoperatoria puede ser una opción válida, la radioterapia postoperatoria sigue siendo la estrategia de elección para garantizar un control más completo del cáncer.
Por último, es importante destacar que la radioterapia después de una mastectomía, en pacientes con tumores de mayor tamaño (5 cm o más) o aquellos con ganglios linfáticos positivos, puede mejorar las tasas de recurrencia y supervivencia. En estas situaciones, la radioterapia contribuye a la erradicación de cualquier posible célula tumoral que haya podido dispersarse a otras áreas, lo que reduce el riesgo de nuevos tumores en el futuro y mejora los resultados a largo plazo.
Fuente y lecturas recomendadas:
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