Reflujo laringofaríngeo

Reflujo laringofaríngeo
Reflujo laringofaríngeo

El reflujo laringofaríngeo es una condición médica que se caracteriza por el regreso involuntario del contenido ácido del estómago hacia la región de la laringe y la faringe. Este fenómeno puede provocar una serie de síntomas incómodos y potencialmente dañinos para el tracto respiratorio superior.

Para entender mejor este proceso, es fundamental comprender la anatomía y la fisiología implicada. La laringe y la faringe son estructuras clave en el sistema respiratorio y fonador humano. La laringe, situada en la parte superior de la tráquea, contiene las cuerdas vocales y desempeña un papel crucial en la producción del habla y en la protección de las vías respiratorias durante la deglución. La faringe, por otro lado, es un conducto muscular que conecta la cavidad nasal y la boca con el esófago y la laringe.

El esfínter esofágico inferior (EEI) es una estructura anatómica en la unión entre el esófago y el estómago que normalmente actúa como una válvula para prevenir el reflujo del ácido gástrico hacia el esófago y más allá. Sin embargo, en algunos individuos, este esfínter no funciona adecuadamente, permitiendo que el contenido ácido del estómago suba por el esófago y alcance la faringe y la laringe. Este proceso se conoce como reflujo gastroesofágico (ERGE) cuando afecta al esófago y como reflujo laringofaríngeo cuando afecta a la laringe y la faringe.

Existen varios factores que pueden predisponer a una persona al reflujo laringofaríngeo. Entre ellos se incluyen:

  1. Disfunción del EEI: Puede ser congénita o adquirida debido a condiciones como la obesidad, el embarazo o ciertos medicamentos.
  2. Hábitos alimenticios: Consumir comidas picantes, ácidas o grasas, así como el consumo excesivo de cafeína o alcohol, puede aumentar la producción de ácido estomacal y, por lo tanto, el riesgo de reflujo.
  3. Factores anatómicos: Algunas personas pueden tener una estructura anatómica que favorezca el reflujo, como un hiato herniado, donde una porción del estómago se desliza hacia el tórax a través del diafragma.

 

Manifestaciones clínicas

Los síntomas del reflujo laringofaríngeo pueden variar, pero comúnmente incluyen:

  • Tos crónica: Especialmente en ausencia de otros signos de infección respiratoria.
  • Ronquera o cambios en la voz: Debido a la irritación de las cuerdas vocales.
  • Sensación de globo en la garganta: Que puede empeorar después de comer o al acostarse.
  • Dolor de garganta crónico: Sin signos de infección.

El reflujo laringofaríngeo es una condición médica compleja y a menudo subestimada que implica el regreso de contenido ácido del estómago hacia la región de la laringe y la faringe. A diferencia del reflujo gastroesofágico clásico, donde los síntomas de acidez estomacal y regurgitación son prominentes, el reflujo laringofaríngeo puede presentarse de manera más sutil y con una variedad de síntomas atípicos.

Se ha observado que el reflujo laringofaríngeo puede manifestarse como ronquera crónica, aclaración de garganta frecuente, malestar en la garganta, tos crónica, sensación de goteo postnasal, espasmo esofágico e incluso exacerbaciones de asma en algunos casos. Estos síntomas pueden ser diagnosticados después de excluir otras causas potenciales de disfunción vocal mediante laringoscopia, lo que sugiere una relación entre la exposición ácida laríngea y la aparición de estos problemas.

Es importante destacar que menos de la mitad de los pacientes con reflujo laringofaríngeo presentan los síntomas típicos de acidez estomacal y regurgitación que se asocian comúnmente con el reflujo gastroesofágico clásico. Por lo tanto, la ausencia de tales síntomas no descarta la posibilidad de reflujo laringofaríngeo como causa subyacente de los problemas respiratorios y vocales.

La prevalencia exacta del reflujo laringofaríngeo sigue siendo motivo de debate en la literatura médica. Aunque se ha reconocido como una entidad clínica distinta del reflujo gastroesofágico, muchos pacientes con síntomas significativos de reflujo laringofaríngeo no cumplen con los criterios diagnósticos establecidos para la enfermedad por reflujo gastroesofágico mediante pruebas de pH esofágico.

 

Evaluación diagnóstica

El diagnóstico de reflujo laringofaríngeo es un proceso complejo que requiere una evaluación integral y cuidadosa. Se realiza típicamente a través de varias etapas y pruebas específicas que ayudan a confirmar la presencia de ácido gástrico en la región de la laringe y la faringe, así como a descartar otras causas de síntomas similares. A continuación, detallo las principales modalidades diagnósticas utilizadas:

  1. Historia clínica: La evaluación comienza con una historia detallada del paciente, donde se exploran los síntomas presentes y su duración, así como factores de riesgo como hábitos alimenticios, tabaquismo, obesidad y condiciones médicas preexistentes. Es crucial indagar sobre síntomas específicos como ronquera crónica, tos persistente, sensación de globo en la garganta, entre otros.
  2. Exploración física: El examen físico puede revelar signos como enrojecimiento o inflamación en la garganta, cambios en las cuerdas vocales, o evidencia de secreciones en la faringe que podrían ser indicativos de reflujo laringofaríngeo.
  3. Laringoscopia: Esta prueba permite una visualización directa de las estructuras de la laringe y la faringe mediante un endoscopio flexible. Durante la laringoscopia, el médico puede observar signos de inflamación (eritema), edema, mucosidad o úlceras en las cuerdas vocales y la mucosa faríngea, los cuales pueden ser indicativos de daño por el ácido gástrico.
  4. pH-metría esofágica ambulatoria: Esta prueba se utiliza para medir y registrar los niveles de pH en el esófago durante un período prolongado, generalmente 24 horas. Aunque esta prueba está diseñada principalmente para diagnosticar reflujo gastroesofágico clásico, también puede ser útil en algunos casos de reflujo laringofaríngeo para evaluar la cantidad y la frecuencia del reflujo ácido que alcanza la laringe y la faringe.
  5. Pruebas de impedancia esofágica: Este método complementario registra tanto el pH como la cantidad de líquido (ácido o no ácido) que retrocede desde el estómago hacia el esófago y más allá, proporcionando una evaluación más completa de la exposición al ácido y la relación con los síntomas.

La evaluación precisa del reflujo laringofaríngeo es crucial para un diagnóstico adecuado y un manejo efectivo de los síntomas asociados. Actualmente, se considera que la prueba de doble sonda de pH, que implica la colocación de sondas esofágicas tanto proximal como distalmente, es una de las mejores opciones disponibles para este propósito.

La razón principal radica en que el monitoreo únicamente del pH esofágico inferior no siempre correlaciona bien con los síntomas específicos del reflujo laringofaríngeo. Debido a que el ácido puede ascender hasta la faringe y la laringe sin llegar a detectarse en el esófago inferior, el uso de sondas tanto proximal como distal permite una evaluación más completa de la exposición ácida en estas áreas críticas.

En contraste, la prueba de pH orofaríngeo, que se centra en la detección de ácido en la orofaringe, no está tan establecida en cuanto a su capacidad para predecir la respuesta al tratamiento del reflujo laringofaríngeo. Aunque puede proporcionar información valiosa sobre la presencia de ácido en la región orofaríngea, no se ha demostrado de manera concluyente que sea tan efectiva como la prueba de doble sonda de pH para guiar el manejo terapéutico de estos pacientes.

Por lo tanto, para una evaluación exhaustiva del reflujo laringofaríngeo y la correlación adecuada con los síntomas, la prueba de doble sonda de pH es considerada generalmente como la opción preferida. Esta prueba no solo ayuda a confirmar la presencia de reflujo ácido en la laringe y la faringe, sino que también proporciona datos cruciales para ajustar el tratamiento de manera óptima y mejorar los resultados para los pacientes afectados por esta condición.

 

Tratamiento

El tratamiento del reflujo laringofaríngeo se centra en modificar el estilo de vida y, en algunos casos, el uso de medicamentos para reducir la producción de ácido estomacal o fortalecer el esfínter esofágico inferior. En casos más severos o resistentes al tratamiento conservador, puede ser necesaria la intervención quirúrgica para corregir las anomalías anatómicas subyacentes.

El diagnóstico y manejo del reflujo laringofaríngeo involucran un enfoque clínico integral y paso a paso para asegurar una evaluación precisa y un tratamiento efectivo. Inicialmente, se realiza una historia clínica detallada y una laringoscopia para descartar otras causas de disfonía, asegurando así que los síntomas de ronquera crónica no sean debido a otras condiciones como nódulos vocales o tumores laríngeos.

En algunos casos, debido a la falta de un estándar de oro para el diagnóstico, se inicia un tratamiento empírico con inhibidores de la bomba de protones (PPIs) de alta potencia, como el omeprazol, administrado dos veces al día durante al menos tres meses. Esto busca reducir la producción de ácido gástrico y aliviar los síntomas asociados con el reflujo ácido en la laringe y la faringe.

Es importante monitorear la respuesta del paciente durante este período de tratamiento. Aunque los síntomas pueden mejorar en tres meses, los cambios visibles en la laringe pueden requerir más tiempo, hasta seis meses, para resolverse completamente. Si los síntomas mejoran durante el tratamiento con PPIs y vuelven a aparecer después de suspenderlo, se considera que hay una respuesta al tratamiento.

Para aquellos pacientes que no responden inicialmente al tratamiento empírico, se recomienda realizar pruebas de pH y manometría para evaluar la cantidad y la frecuencia del reflujo ácido. La monitorización del pH de 24 horas en la faringe se considera una herramienta útil para documentar la presencia de reflujo laringofaríngeo, aunque este método puede ser más costoso y técnico en comparación con las pruebas de monitorización esofágica.

 

 

 

 

 

 

 

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