El asma es una enfermedad respiratoria crónica caracterizada por la inflamación y la obstrucción reversible de las vías respiratorias, lo que lleva a síntomas como la dificultad para respirar, sibilancias, tos y sensación de opresión en el pecho. Esta afección es particularmente común en las mujeres en edad fértil y puede tener un impacto significativo en la salud de la madre y el feto durante el embarazo.
En términos generales, el asma es una de las condiciones médicas más prevalentes en el embarazo. Se estima que aproximadamente del 4 al 8 por ciento de las mujeres embarazadas padecen esta enfermedad. La prevalencia del asma en mujeres embarazadas puede variar según factores geográficos y demográficos, pero se reconoce como una condición importante debido a sus posibles implicaciones en la salud materna y fetal.
El control del asma durante el embarazo es un factor determinante en la salud de la madre y el bebé. Las mujeres con asma leve a moderada que reciben un tratamiento adecuado y mantienen un buen control de los síntomas suelen tener excelentes resultados durante el embarazo. En estos casos, las mujeres pueden esperar un curso de embarazo relativamente normal, sin que el asma represente un riesgo significativo para el desarrollo fetal ni para la progresión del embarazo. Sin embargo, el asma grave o mal controlada puede conllevar riesgos considerables, tanto para la madre como para el feto. Las complicaciones asociadas con el asma grave durante el embarazo incluyen el parto prematuro, el nacimiento de bebés pequeños para la edad gestacional (un fenómeno conocido como restricción del crecimiento intrauterino), y la preeclampsia, que es una condición caracterizada por hipertensión y daño a los órganos que puede amenazar la vida de la madre y el bebé.
Los efectos del embarazo sobre la gravedad del asma suelen ser mínimos, ya que la mayoría de las mujeres experimentan un curso relativamente estable en términos de los síntomas asmáticos durante los nueve meses. De hecho, la gravedad del asma durante el embarazo a menudo refleja la gravedad de la enfermedad en el año anterior a la concepción. Si una mujer ha tenido un control adecuado del asma antes del embarazo, es probable que su condición se mantenga controlada durante la gestación. Sin embargo, algunas mujeres experimentan una mejora de los síntomas asmáticos durante el embarazo, especialmente en el segundo y tercer trimestres, mientras que otras pueden experimentar un empeoramiento, aunque estos casos son menos frecuentes.
El manejo del asma en el embarazo es fundamental para evitar complicaciones graves. Las estrategias de tratamiento son muy similares a las empleadas en mujeres no embarazadas, con un enfoque basado en el control adecuado de los síntomas y la prevención de exacerbaciones. La educación de la paciente es crucial para el manejo del asma durante el embarazo. Se debe proporcionar información sobre la identificación y evitación de los desencadenantes comunes del asma, tales como alérgenos, irritantes ambientales y ciertos infecciones respiratorias, que pueden exacerbar los síntomas asmáticos.
Además, el seguimiento de la función pulmonar mediante pruebas de referencia, como la espirometría, es una herramienta valiosa para evaluar el estado de la función respiratoria. Las pruebas de función pulmonar no solo permiten monitorear la gravedad del asma en la mujer embarazada, sino que también pueden ser utilizadas para orientar las decisiones sobre el tratamiento y el manejo de la enfermedad. En este contexto, los medidores de flujo pico se convierten en una herramienta útil para la auto-monitorización, permitiendo a las pacientes registrar sus valores de flujo espiratorio máximo y detectar de manera temprana cualquier deterioro en su función respiratoria.
El tratamiento farmacológico del asma durante el embarazo sigue un enfoque escalonado, similar al de las mujeres no embarazadas, con medicamentos que van desde los broncodilatadores de acción corta para el alivio de los síntomas leves hasta los corticosteroides inhalados para el control a largo plazo de la inflamación. Es importante destacar que, aunque ciertos medicamentos utilizados en el tratamiento del asma, como los corticosteroides inhalados, son generalmente seguros durante el embarazo, siempre debe evaluarse el balance entre los beneficios y los riesgos de cualquier terapia. Los medicamentos de primera línea, en particular aquellos dirigidos al control de los síntomas leves a moderados, se consideran seguros y efectivos durante la gestación, y los beneficios de su uso superan ampliamente los riesgos potenciales tanto para la madre como para el bebé.
El manejo del asma en el embarazo requiere una atención cuidadosa y detallada, dado que los efectos potenciales de los medicamentos sobre el feto son una preocupación central en el tratamiento de la enfermedad durante esta etapa. La teratogenicidad, o la capacidad de un medicamento para causar malformaciones en el feto, es un riesgo que no puede ser ignorado, por lo que la elección de tratamientos debe ser cuidadosamente sopesada. Es fundamental que las preocupaciones sobre la seguridad de los medicamentos y sus efectos sobre el feto sean discutidas de manera abierta y exhaustiva con la paciente. Esto no solo permite que la mujer embarazada comprenda la importancia de adherirse al tratamiento, sino que también ayuda a reducir las tasas de incumplimiento, un problema común en el tratamiento del asma durante el embarazo. Las pacientes que tienen dudas o preocupaciones sobre los medicamentos pueden ser menos propensas a seguir las recomendaciones médicas, lo que puede resultar en un control deficiente del asma y, por lo tanto, en un mayor riesgo tanto para la madre como para el feto.
En el tratamiento del asma durante el embarazo, los agonistas inhalados de beta-2 son esenciales y están indicados para todos los pacientes con esta condición. Estos medicamentos son broncodilatadores que ayudan a relajar los músculos de las vías respiratorias, facilitando así la respiración. Se utilizan generalmente como medicamentos de rescate para el alivio rápido de los síntomas asmáticos agudos. Cuando los síntomas persisten y el uso exclusivo de un inhalador de rescate no es suficiente para controlarlos, se añaden corticosteroides inhalados en dosis bajas a moderadas. Los corticosteroides inhalados son una de las opciones más efectivas para reducir la inflamación de las vías respiratorias y controlar los síntomas asmáticos a largo plazo. Su uso durante el embarazo está respaldado por la evidencia de que son relativamente seguros y efectivos, lo que minimiza el riesgo tanto para la madre como para el feto.
Sin embargo, en casos de exacerbaciones graves de asma que no se pueden controlar con medicamentos de rescate o corticosteroides inhalados, se puede recurrir a la administración de corticosteroides sistémicos. Estos medicamentos tienen una mayor potencia que los corticosteroides inhalados y se utilizan para tratar exacerbaciones que amenazan la vida. Es importante destacar que, aunque los corticosteroides sistémicos tienen un riesgo potencial para el feto, no deben ser retenidos si están indicados, independientemente de la edad gestacional de la mujer. De hecho, el control adecuado del asma es crucial durante todo el embarazo para evitar complicaciones como la hipoxia fetal, que puede ser más peligrosa para el bebé que los posibles efectos adversos del medicamento.
En situaciones donde los medicamentos de primera línea no son efectivos o bien tolerados, existen terapias alternativas que pueden ser consideradas. El cromoglicato, un estabilizador de los mastocitos, es uno de estos tratamientos alternativos, que ayuda a prevenir la liberación de sustancias inflamatorias en las vías respiratorias. Los antagonistas de los receptores de leucotrienos y la teofilina también son opciones terapéuticas viables. Estos medicamentos se utilizan cuando el manejo inicial no logra controlar adecuadamente los síntomas del asma, y su uso está basado en la evaluación de los beneficios y riesgos tanto para la madre como para el feto.
El objetivo principal del manejo del asma durante el embarazo es minimizar los síntomas asmáticos y evitar situaciones que puedan poner en riesgo la oxigenación fetal. Los episodios de hipoxia, en los que el feto no recibe suficiente oxígeno debido a un control inadecuado del asma, son particularmente peligrosos y pueden desencadenar una serie de complicaciones, incluyendo bajo peso al nacer, restricción del crecimiento intrauterino y, en casos graves, muerte fetal. Por lo tanto, mantener un control adecuado de la función respiratoria de la madre es crucial para asegurar que el feto reciba el oxígeno necesario para su desarrollo.
Por último, es importante señalar que algunos medicamentos, aunque son eficaces para tratar afecciones obstétricas, pueden ser peligrosos para las mujeres con asma. Por ejemplo, la prostaglandina F2a y la ergonovina, que se utilizan para tratar la atonía uterina posparto y prevenir hemorragias, deben ser evitadas en mujeres asmáticas. Estos medicamentos pueden inducir broncoespasmo, lo que agrava los síntomas asmáticos y puede poner en peligro la salud respiratoria de la madre. Por lo tanto, se debe tener especial cuidado al seleccionar medicamentos para el tratamiento de condiciones obstétricas en mujeres con asma, evitando aquellos que puedan desencadenar un ataque asmático o empeorar la función pulmonar.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Dombrowski MP et al; ACOG Committee on Practice BulletinsObstetrics. ACOG Practice Bulletin No. 90: asthma in pregnancy. Obstet Gynecol. 2008;111:457. [Reaffirmed 2019] [PMID: 18238988]

