Disautonomía, una disfunción del sistema nervioso autónomo

Disautonomía, una disfunción del sistema nervioso autónomo
Disautonomía, una disfunción del sistema nervioso autónomo

La disautonomía, una disfunción del sistema nervioso autónomo que puede resultar de procesos patológicos en el sistema nervioso central o periférico, se manifiesta de diversas maneras debido a su impacto en la regulación de numerosas funciones corporales. Este sistema, responsable de controlar y regular actividades involuntarias como la presión arterial, la sudoración, la función gastrointestinal y la respiración, entre otras, es vital para mantener el equilibrio homeostático del organismo.

La disautonomía puede surgir como consecuencia de una variedad de trastornos que afectan tanto al sistema nervioso central como al periférico. En el sistema nervioso central, procesos patológicos como lesiones cerebrales traumáticas, enfermedades degenerativas como la enfermedad de Parkinson o la esclerosis múltiple, así como trastornos del sistema nervioso autónomo, pueden desencadenar disautonomía. Por otro lado, en el sistema nervioso periférico, enfermedades como la diabetes, la enfermedad de Lyme, el síndrome de Guillain-Barré o trastornos autoinmunes pueden afectar la función autonómica.

Los síntomas de la disautonomía son diversos y están relacionados con las anomalías en la regulación de diversas funciones corporales. Estos pueden incluir alteraciones en la presión arterial, sudoración termorreguladora alterada, disfunción gastrointestinal, problemas con el control de los esfínteres, dificultades en la función sexual, problemas respiratorios y alteraciones en la función ocular. Estos síntomas pueden variar en severidad y presentarse de manera intermitente o persistente, dependiendo de la causa subyacente y la progresión del trastorno.

  • Alteraciones en la presión arterial: La disautonomía puede causar fluctuaciones anormales en la presión arterial, lo que puede manifestarse como hipotensión ortostática (presión arterial baja al estar de pie) o hipertensión autonómica (presión arterial elevada de forma irregular).
  • Sudoración termorreguladora alterada: El sistema nervioso autónomo controla la sudoración para regular la temperatura corporal. En la disautonomía, puede haber problemas con la regulación adecuada de la sudoración, lo que puede resultar en sudoración excesiva o insuficiente, afectando la capacidad del cuerpo para mantener una temperatura corporal estable.
  • Disfunción gastrointestinal: El sistema nervioso autónomo también regula la función gastrointestinal, incluyendo la motilidad intestinal y la secreción de ácido gástrico. En la disautonomía, puede haber trastornos como dismotilidad esofágica, síndrome del intestino irritable, estreñimiento o diarrea, entre otros.
  • Problemas con el control de los esfínteres: La disautonomía puede afectar el control adecuado de los esfínteres, lo que puede manifestarse como incontinencia urinaria o fecal, o dificultad para vaciar la vejiga o los intestinos de manera eficaz.
  • Dificultades en la función sexual: El sistema nervioso autónomo también juega un papel importante en la respuesta sexual, tanto en hombres como en mujeres. La disautonomía puede afectar la función sexual, causando disfunción eréctil en hombres o disminución de la lubricación vaginal en mujeres, entre otros problemas.
  • Problemas respiratorios: La regulación autónoma de la respiración puede verse afectada en la disautonomía, lo que puede manifestarse como dificultades respiratorias, respiración irregular o incluso apnea del sueño.
  • Alteraciones en la función ocular: El sistema nervioso autónomo también regula la dilatación y constricción de las pupilas, así como la producción de lágrimas. En la disautonomía, pueden ocurrir problemas como pupilas anormalmente dilatadas o contraídas, sequedad ocular o lagrimeo excesivo.

El diagnóstico diferencial de la disautonomía implica evaluar varios aspectos, incluido el curso temporal de la disfunción autonómica y si se presenta como un síntoma aislado o está asociado con otros síntomas y signos neurológicos, tanto centrales como periféricos. Es fundamental realizar una evaluación exhaustiva que incluya la historia clínica del paciente, un examen neurológico detallado y pruebas diagnósticas específicas, como pruebas de función autonómica, estudios de neuroimagen y análisis de laboratorio para identificar la causa subyacente y guiar el manejo clínico adecuado.

 

 

 

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