La estenosis tricuspídea, una condición caracterizada por el estrechamiento del orificio de la válvula tricúspide, es relativamente rara en comparación con otras formas de enfermedad valvular cardíaca, afectando a menos del 1% de la población en los países desarrollados y a menos del 3% a nivel mundial. Esta rareza se puede atribuir a varios factores relacionados con sus orígenes etiológicos y los avances en los tratamientos médicos.
Principalmente, la estenosis tricuspídea de válvula nativa está asociada más comúnmente con la fiebre reumática, una enfermedad inflamatoria sistémica que puede afectar las válvulas cardíacas. La fiebre reumática, aunque históricamente fue una causa importante de estenosis tricuspídea, se ha vuelto menos prevalente en las naciones desarrolladas debido a las mejoras en las condiciones socioeconómicas, el uso generalizado de antibióticos y el mejor acceso a la atención médica. Estos avances han reducido considerablemente la incidencia de la fiebre reumática y, en consecuencia, de la estenosis tricuspídea como diagnóstico primario.
La etiología de la estenosis tricuspídea ha cambiado para incluir complicaciones de procedimientos cardíacos previos. Específicamente, la condición puede surgir como una complicación tardía de las cirugías de reparación o reemplazo de la válvula tricúspide. Tales intervenciones, aunque efectivas para abordar otros problemas valvulares, pueden ocasionalmente llevar al desarrollo de estenosis tricuspídea con el tiempo. Los estudios indican que la incidencia de estenosis tricuspídea después de un reemplazo de la válvula tricúspide aumenta significativamente después de aproximadamente ocho años post-operación, ya que la integridad estructural y funcional de la válvula o de los tejidos circundantes puede deteriorarse.
Otra causa notable de la estenosis tricuspídea en la práctica contemporánea es el síndrome carcinoide, una condición asociada con tumores neuroendocrinos que secretan serotonina y otras sustancias vasoactivas. Estas sustancias pueden llevar al engrosamiento fibroso y a la estenosis de la válvula tricúspide, contribuyendo a la incidencia relativamente baja pero significativa de la condición en ciertas poblaciones.
La estenosis tricuspídea a menudo se acompaña de regurgitación tricuspídea, una condición en la que la válvula tricúspide no se cierra adecuadamente, permitiendo que la sangre fluya de regreso a la aurícula derecha. La presencia de regurgitación tricuspídea puede complicar el cuadro clínico, haciendo que el diagnóstico y manejo sean más desafiantes. Esta regurgitación debe ser sospechada especialmente cuando aparecen síntomas de insuficiencia cardíaca derecha en el contexto de enfermedades de la válvula mitral o en el período postoperatorio después de una reparación o reemplazo de la válvula tricúspide.
En general, la baja prevalencia de la estenosis tricuspídea se debe en gran medida a la disminución del impacto de la fiebre reumática en los países desarrollados y a la naturaleza evolutiva de las intervenciones cardíacas. Sin embargo, su aparición como una complicación tardía de la cirugía cardíaca o en asociación con el síndrome carcinoide subraya la necesidad de una vigilancia y manejo atentos en los individuos afectados.
Manifestaciones clínicas
La estenosis tricuspídea se caracteriza por una serie de manifestaciones clínicas y hallazgos diagnósticos que reflejan la disfunción del lado derecho del corazón. En esta condición, la obstrucción al flujo sanguíneo a través de la válvula tricúspide provoca una serie de efectos hemodinámicos y clínicos distintivos.
Uno de los principales signos clínicos de la estenosis tricuspídea es la insuficiencia cardíaca derecha, que se manifiesta a través de síntomas como hepatomegalia, ascitis y edema dependiente. La hepatomegalia resulta de la congestión venosa sistémica y la presión aumentada en el sistema venoso portal, que lleva a la acumulación de sangre en el hígado. La ascitis, la acumulación de líquido en la cavidad abdominal, también es consecuencia de la elevada presión venosa central. El edema dependiente, que afecta principalmente a las extremidades inferiores, es otro signo característico de la congestión venosa sistémica.
En el examen físico, la elevación de la onda «a» en la presión venosa yugular (JVP) es un hallazgo distintivo en pacientes con estenosis tricuspídea. Esta onda «a» representa la contracción de la aurícula derecha y es particularmente prominente en la estenosis tricuspídea debido a la dificultad con la que la sangre pasa a través de la válvula estenótica. El JVP está generalmente elevado en esta condición, reflejando la elevada presión en las venas centrales.
El murmullo diastólico típico asociado con la estenosis tricuspídea se ausculta a lo largo del borde esternal inferior izquierdo. Este murmullo puede imitar el de la estenosis mitral, pero tiene la característica distintiva de aumentar durante la inspiración. Este fenómeno se debe al incremento del retorno venoso derecho durante la inspiración, lo que intensifica el flujo a través de la válvula tricúspide estenótica y, por ende, el murmullo diastólico.
En ritmo sinusal, otro hallazgo relevante puede ser la pulsación presistólica del hígado, que se observa como una vibración o pulsación en el hígado justo antes del cierre de la válvula tricúspide. Esta pulsación refleja la contracción auricular y la presión transmitida a través del hígado debido a la obstrucción en la válvula tricúspide.
Además, la estenosis tricuspídea debe ser considerada en pacientes que presentan signos de síndrome carcinoide. El síndrome carcinoide, asociado con tumores neuroendocrinos que liberan sustancias vasoactivas como la serotonina, puede inducir una fibrosación de las válvulas cardíacas, incluida la válvula tricúspide. Esta fibrosación contribuye a la estenosis tricuspídea y a los síntomas característicos de insuficiencia cardíaca derecha.
Exámenes complementarios
En ausencia de fibrilación auricular, el electrocardiograma (ECG) puede revelar una ampliación de la aurícula derecha. Este hallazgo es característico en la estenosis tricuspídea debido a la dificultad del flujo sanguíneo a través de la válvula tricúspide estenosada, lo que provoca una sobrecarga de presión y un agrandamiento de la aurícula derecha.
La radiografía de tórax (CXR) en pacientes con estenosis tricuspídea puede mostrar una cardiomegalia marcada, que refleja la dilatación del corazón debido a la insuficiencia cardíaca derecha. Sin embargo, el tamaño de la arteria pulmonar (PA) suele ser normal en esta condición, dado que la estenosis tricuspídea afecta principalmente la válvula tricúspide y no directamente el flujo en la arteria pulmonar. La radiografía también puede evidenciar la dilatación de la vena cava superior y de la vena ácigos, que son signos de congestión venosa sistémica y un aumento de la presión venosa central.
El área normal de la válvula tricúspide es de aproximadamente 10 cm². Por lo tanto, para que haya una estenosis significativa, debe haber una reducción considerable en el área de la válvula. La estenosis tricuspídea produce un gradiente de presión diastólica entre la aurícula derecha y el ventrículo derecho, y un gradiente significativo se considera generalmente cuando la presión media diastólica supera los 5 mm Hg. Sin embargo, incluso un gradiente de 2 mm Hg puede ser indicativo de una anomalía.
Este gradiente de presión se puede evaluar mediante ecocardiografía o cateterismo cardíaco. La ecocardiografía permite una visualización directa de la válvula tricúspide y la medición del gradiente transvalvular, mientras que el cateterismo cardíaco ofrece una evaluación directa de las presiones intracardíacas y puede proporcionar una medida precisa del gradiente de presión.
Las guías de la American Heart Association (AHA) y la American College of Cardiology (ACC) de 2017 actualizadas a partir de las directrices de 2014 sugieren que una área de la válvula tricúspide menor de 1.0 cm², junto con un tiempo de presión a la mitad (pressure half-time) superior a 190 milisegundos, debería definirse como estenosis significativa. Este criterio se establece debido a la variabilidad del gradiente de presión que puede depender de la frecuencia cardíaca, por lo que una evaluación más precisa de la gravedad de la estenosis requiere considerar tanto el área de la válvula como el tiempo de presión a la mitad.
Tratamiento y pronóstico
La estenosis tricuspídea puede ser una afección progresiva que, si no se controla adecuadamente, puede evolucionar hacia una insuficiencia cardíaca derecha severa. Esta progresión se debe a la persistente obstrucción del flujo sanguíneo a través de la válvula tricúspide, lo que genera una acumulación progresiva de presión en la aurícula derecha y, subsecuentemente, en el sistema venoso sistémico. Esta presión aumentada puede llevar a síntomas de congestión venosa, como hepatomegalia, ascitis y edema periférico.
El tratamiento inicial de la estenosis tricuspídea se centra en reducir la congestión de líquidos, que es la causa principal de los síntomas en la insuficiencia cardíaca derecha. Los diuréticos son el pilar del tratamiento para controlar la acumulación de líquidos. En casos donde el edema intestinal es considerable, diuréticos como el torsemida o el bumetanida pueden tener ventajas sobre otros diuréticos de asa, como la furosemida. Esto se debe a que torsemida y bumetanida tienen una mejor absorción desde el tracto gastrointestinal, lo que puede hacerlos más efectivos en el manejo del edema cuando la absorción de furosemida es comprometida.
Además de los diuréticos, los inhibidores de la aldosterona, como la espironolactona, también son útiles, especialmente en pacientes con engrosamiento hepático o ascitis. Estos agentes actúan bloqueando los efectos de la aldosterona, una hormona que promueve la retención de sodio y agua, y que contribuye a la formación de edema y ascitis. Su uso puede ayudar a mejorar la eliminación de líquidos y a reducir la presión en la circulación venosa.
En cuanto a las opciones quirúrgicas, ni la valvuloplastia quirúrgica ni la valvuloplastia percutánea suelen ser efectivas para el alivio de la estenosis tricuspídea. Esto se debe a que estos procedimientos a menudo no logran resolver completamente el problema de la estenosis y, además, la regurgitación tricuspídea residual es una complicación común. La regurgitación tricuspídea es la insuficiencia de la válvula tricúspide que permite el flujo retrógrado de sangre hacia la aurícula derecha, complicando aún más el manejo de la estenosis y perpetuando los síntomas de insuficiencia cardíaca derecha.
El reemplazo de la válvula tricúspide se considera el enfoque quirúrgico preferido para el tratamiento de la estenosis tricuspídea severa debido a varias razones clave relacionadas con la eficacia y las complicaciones asociadas con diferentes tipos de válvulas.
En general, el reemplazo de la válvula tricúspide puede realizarse utilizando válvulas mecánicas o bioprotésicas. Sin embargo, el uso de válvulas mecánicas en esta situación es raro. Las válvulas mecánicas tienen la desventaja de ser propensas a la trombosis debido al flujo sanguíneo relativamente bajo en el lado derecho del corazón. Esta trombosis puede resultar en la formación de coágulos que pueden comprometer la función de la válvula y aumentar el riesgo de complicaciones. Además, las válvulas mecánicas no permiten el acceso a través del dispositivo en caso de que sea necesario realizar procedimientos adicionales como el cateterismo del corazón derecho o la implantación de un marcapasos. Estas limitaciones hacen que las válvulas bioprotésicas sean casi siempre la opción preferida.
Las válvulas bioprotésicas, hechas de tejido biológico de origen animal, ofrecen ventajas significativas en el contexto del reemplazo de la válvula tricúspide. Tienen un menor riesgo de trombosis comparadas con las válvulas mecánicas y permiten procedimientos adicionales sin necesidad de una cirugía invasiva para el acceso. Por lo tanto, son la elección habitual para el reemplazo de la válvula tricúspide.
El reemplazo de la válvula tricúspide se realiza a menudo en conjunto con el reemplazo de la válvula mitral, especialmente en casos de estenosis o regurgitación mitral reumática. Esta combinación de procedimientos es común en pacientes que presentan enfermedades valvulares mixtas que requieren atención simultánea para optimizar los resultados quirúrgicos y mejorar la función cardíaca global.
Además de las opciones quirúrgicas tradicionales, se ha desarrollado la tecnología para el reemplazo percutáneo de válvulas. La válvula transcatéter con stent se ha utilizado en casos de estenosis de una válvula tricúspide protésica degenerativa, proporcionando una alternativa menos invasiva para la intervención en estos casos. Actualmente, se están investigando dispositivos específicos para el reemplazo percutáneo de la válvula tricúspide, que podrían ofrecer una opción menos invasiva en el futuro.
Las indicaciones para el reemplazo de la válvula tricúspide se definen claramente en las guías clínicas. Según las recomendaciones, el reemplazo de la válvula tricúspide es una indicación Clase I (nivel de evidencia C) cuando se realiza en el momento de una operación para una enfermedad valvular izquierda significativa. También es una indicación Clase I (nivel de evidencia C) si el paciente presenta síntomas de estenosis tricuspídea severa. En casos raros, el uso de una comisurotomía con balón percutánea para la estenosis tricuspídea aislada puede considerarse en pacientes de alto riesgo sin regurgitación tricuspídea significativa, clasificada como indicación Clase IIb (nivel de evidencia C). Esta opción, sin embargo, es menos común y generalmente reservada para situaciones especiales debido a la naturaleza compleja y el alto riesgo asociado con la estenosis tricuspídea aislada.

Fuente y lecturas recomendadas
Síguenos en X: @el_homomedicus y @enarm_intensivo Síguenos en instagram: homomedicus y en Treads.net como: HomomedicusOriginally posted on 10 de septiembre de 2024 @ 8:42 PM