Hipertermia causada por intoxicación y sobredosis
Hipertermia causada por intoxicación y sobredosis

Hipertermia causada por intoxicación y sobredosis

La hipertermia es un aumento anormal y grave de la temperatura corporal, que puede ser causado por una amplia variedad de sustancias tóxicas, medicamentos y condiciones patológicas. Entre las sustancias que han demostrado estar asociadas con la aparición de hipertermia se incluyen diversos estimulantes sintéticos, como las anfetaminas y las catinonas (sustancias similares a las anfetaminas), así como otras drogas anticolinérgicas como la atropina, que interfieren en el equilibrio del sistema nervioso central. Estos compuestos provocan alteraciones en la termorregulación y pueden inducir un aumento significativo de la temperatura corporal.

En el caso de las anfetaminas y las catinonas, estos agentes ejercen su acción estimulante sobre el sistema nervioso, produciendo una liberación masiva de neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina, lo que genera una estimulación excesiva de los centros termorreguladores en el cerebro. Este fenómeno puede desencadenar hipertermia, y en algunos casos, puede ir acompañado de otros efectos adversos, como agitación, delirium y alteraciones cardiovasculares. Igualmente, el uso de otros estimulantes como las piperazinas o la cocaína produce una acción similar en el sistema nervioso central.

En cuanto a los fármacos anticolinérgicos, como la atropina y algunos antidepresivos tricíclicos, estos interfieren con los receptores muscarínicos en el cerebro, lo que altera la regulación de la temperatura corporal. Este tipo de sustancias pueden inducir un cuadro conocido como «síndrome anticolinérgico», que se caracteriza por sequedad de boca, visión borrosa, retención urinaria y, en algunos casos, hipertermia.

La cocaína, un potente estimulante del sistema nervioso central, también está asociada con episodios de hipertermia, ya que actúa aumentando la liberación de catecolaminas y bloqueando su recaptación, lo que genera un incremento en la actividad de los centros termorreguladores. Además, algunas sustancias como los salicilatos y la estricnina, aunque menos comunes, también pueden producir hipertermia al alterar los mecanismos de termorregulación y generar reacciones adversas en el organismo.

Por otro lado, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), como la fluoxetina, la paroxetina y la sertralina, en dosis excesivas o en combinación con inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO), pueden inducir un síndrome conocido como «síndrome serotoninérgico». Este síndrome se caracteriza por una combinación de síntomas como agitación, hiperactividad, mioclonías y, en casos graves, hipertermia. La elevación excesiva de serotonina en el cerebro afecta el control de la temperatura corporal, lo que puede llevar a un aumento rápido de la temperatura a niveles peligrosos.

Asimismo, algunos antipsicóticos, al inducir rigidez muscular y alteraciones en la función termorreguladora, pueden desencadenar un síndrome conocido como «síndrome neuroléptico maligno». Este trastorno, que involucra una combinación de fiebre, rigidez muscular extrema, alteraciones en el estado mental y disfunción autonómica, puede evolucionar rápidamente hacia un cuadro de hipertermia grave.

Una forma rara de hipertermia es la hipertermia maligna, un trastorno genético desencadenado por agentes anestésicos generales. En este caso, la administración de ciertos anestésicos puede provocar una liberación descontrolada de calcio en las células musculares, lo que resulta en un aumento extremo de la temperatura corporal. Esta condición requiere atención médica urgente, ya que la elevación de la temperatura puede llevar a daño cerebral irreversible, fallo multiorgánico y complicaciones graves como rabdomiólisis, insuficiencia renal aguda (IRA) y coagulopatía.

La hipertermia severa (temperatura superior a los 40-41°C) es una complicación rápidamente mortal que, si no se trata de manera oportuna, puede desencadenar una cascada de eventos fisiopatológicos. El daño cerebral debido a la hipertermia se debe a la alteración de la función enzimática y la desnaturalización de proteínas esenciales para el funcionamiento celular. Además, la rabdomiólisis, caracterizada por la descomposición del tejido muscular, libera sustancias como mioglobina, que pueden dañar los riñones, provocando insuficiencia renal. La coagulopatía, que implica alteraciones en la coagulación sanguínea, también puede ocurrir, aumentando el riesgo de hemorragias.

Tratamiento

El tratamiento agresivo de la hipertermia es crucial para prevenir daños orgánicos y complicaciones graves que puedan comprometer la vida del paciente. La hipertermia, o elevación patológica de la temperatura corporal, puede ser desencadenada por una serie de condiciones como el síndrome neuroléptico maligno, el síndrome serotoninérgico, la hipertermia maligna, entre otros trastornos que afectan el sistema neuromuscular y la regulación térmica central. En cualquier caso, la intervención debe ser rápida y eficaz, ya que la hipertermia no controlada puede resultar en disfunción multiorgánica, daño cerebral irreversible, y muerte.

El primer paso en el tratamiento de la hipertermia consiste en la eliminación agresiva de la fuente de calor. Esto incluye retirar la ropa del paciente para facilitar la disipación del calor corporal. A continuación, se recomienda rociar la piel con agua tibia, ya que el agua fría puede provocar vasoconstricción, lo cual limita la efectividad del enfriamiento. El uso de ventiladores de alto volumen es crucial, ya que aumenta la evaporación del agua en la piel, favoreciendo la pérdida de calor por convección y evaporación. Es importante evitar la aplicación de hielo solo en áreas específicas del cuerpo, ya que esto puede inducir efectos vasoconstrictores localizados, reduciendo la eficacia global del enfriamiento.

En situaciones en las que el enfriamiento externo no logre una reducción significativa de la temperatura en un plazo de 30 a 40 minutos, es necesario emplear métodos más invasivos, como la inmersión en agua helada. Esta intervención debe ser realizada de manera integral, asegurando que el paciente esté completamente sumergido en el agua fría para una distribución homogénea del enfriamiento.

Si, pese a estas medidas, no se observa una respuesta efectiva o si el paciente presenta signos clínicos de rigidez muscular significativa o hiperactividad, el siguiente paso es inducir una parálisis neuromuscular. Esto se logra mediante el uso de bloqueadores neuromusculares no despolarizantes, como rocuronio o vecuronio, que bloquean la transmisión neuromuscular, aliviando la rigidez muscular y favoreciendo una disminución de la temperatura corporal. La parálisis debe ser seguida de intubación endotraqueal y ventilación mecánica, debido a que la parálisis inhibe la capacidad respiratoria espontánea del paciente. Además, es imperativo sedar adecuadamente al paciente para evitar la activación involuntaria del sistema nervioso.

Una complicación importante durante este proceso es que la ausencia de movimientos musculares convulsivos podría generar la falsa impresión de que las convulsiones cerebrales han cesado. Para evitar malinterpretaciones, es recomendable el monitoreo continuo de la actividad cerebral mediante electroencefalografía de cama, que puede ayudar a detectar la persistencia de convulsiones no convulsivas, que son típicas de algunos trastornos metabólicos y neurológicos.

Si la rigidez muscular persiste a pesar del bloqueo neuromuscular, el tratamiento con dantroleno (a una dosis de 2 a 5 mg/kg por vía intravenosa) puede ser efectivo, especialmente en el contexto de una hipertermia maligna, que es un trastorno genético asociado a una respuesta anómala a ciertos fármacos anestésicos, como los agentes volátiles. El dantroleno actúa inhibiendo la liberación de calcio desde el retículo sarcoplásmico, lo que disminuye la contracción muscular sostenida y reduce la temperatura corporal.

Además, existen tratamientos específicos para otros síndromes relacionados con la hipertermia. Por ejemplo, en el caso del síndrome neuroléptico maligno, se ha demostrado que bromocriptina (en dosis de 2.5 a 7.5 mg por vía oral diaria) puede ser beneficiosa, ya que actúa como un agonista dopaminérgico, modulando la disfunción dopaminérgica que caracteriza a este trastorno. En el síndrome serotoninérgico, que resulta del exceso de serotonina, se han utilizado ciperheptadina (4 mg por vía oral cada hora durante tres o cuatro dosis) o clorpromazina (25 mg intravenosos o 50 mg intramusculares), medicamentos que antagonizan los efectos serotoninérgicos y pueden ayudar a controlar la hipertermia asociada.

 

 

 

 

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Fuente y lecturas recomendadas:
  1. Caroff SN et al. Drug-induced hyperthermic syndromes in psychiatry. Clin Psychopharmacol Neurosci. 2021;19:1. [PMID: 33508784]
  2. Griffiths A et al. 2,4-Dinitrophenol overdose—everything old is new again. J Forensic Leg Med. 2021;79:102148. [PMID: 33706128]
  3. Kuhlwilm L et al. The neuroleptic malignant syndrome—a systematic case series analysis focusing on therapy regimes and outcome. Acta Psychiatr Scand. 2020;142:233. [PMID: 32659853]
  4. Talton CW. Serotonin syndrome/serotonin toxicity. Fed Pract. 2020;37:452. [PMID: 33132683]
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