La intoxicación por mercurio puede producirse por la ingestión de sales inorgánicas de mercurio, compuestos orgánicos mercuriales o por la inhalación de vapor de mercurio metálico. Cada una de estas formas de exposición presenta mecanismos de toxicidad y manifestaciones clínicas particulares, lo que convierte al mercurio en un agente tóxico polifacético de gran relevancia clínica y ambiental.
Cuando se ingieren sales inorgánicas de mercurio, como el cloruro mercúrico, estas sustancias altamente corrosivas provocan una lesión directa sobre las mucosas del tracto gastrointestinal. Los síntomas iniciales suelen incluir una sensación de ardor intenso en la garganta, acompañada de edema y cambio de coloración en las mucosas orales. A medida que el tóxico progresa por el sistema digestivo, el paciente puede experimentar dolor abdominal agudo, vómitos, diarrea hemorrágica y, en los casos más graves, un cuadro de choque hipovolémico debido a la pérdida de líquidos y a la respuesta inflamatoria sistémica. Además, estas sales ejercen una acción nefrotóxica directa, afectando especialmente a los túbulos renales, lo que puede derivar en una lesión renal aguda de rápida instauración.
Por otra parte, la exposición al vapor de mercurio metálico representa un riesgo significativo en ambientes laborales mal ventilados o en situaciones de derrame de mercurio elemental. La inhalación de altas concentraciones de este vapor puede inducir una neumonitis química aguda de carácter fulminante, caracterizada por inflamación pulmonar difusa, dificultad respiratoria severa y, en casos críticos, insuficiencia respiratoria.
La intoxicación crónica por mercurio, que puede producirse por exposición prolongada a niveles bajos del metal, se manifiesta principalmente a nivel neurológico. Entre los síntomas más comunes se encuentran la debilidad muscular, la ataxia (alteración en la coordinación motora), los temblores intencionales y diversas alteraciones del estado de ánimo, como irritabilidad, ansiedad y depresión. Esta sintomatología refleja la afinidad del mercurio por el sistema nervioso central y su capacidad para interferir con procesos neuroquímicos y estructurales esenciales.
Los compuestos orgánicos del mercurio, particularmente los derivados alquilos como el metilmercurio, son especialmente peligrosos debido a su capacidad para atravesar la barrera hematoencefálica y la placenta. Su acumulación en organismos acuáticos ha generado brotes de intoxicación masiva en comunidades que consumen pescado altamente contaminado o cereales tratados con fungicidas a base de mercurio. Los efectos tóxicos incluyen ataxia, temblores, convulsiones e incluso defectos congénitos graves cuando la exposición ocurre durante el embarazo.
Desde un punto de vista de salud pública, se reconoce que casi todos los peces contienen trazas de mercurio, aunque su concentración varía significativamente entre especies. Se desaconseja el consumo frecuente de peces grandes como el pez espada, el tiburón, la caballa real y el pez azulejo, ya que estos tienden a acumular mayores niveles de mercurio a lo largo de la cadena alimentaria. Por el contrario, especies como los camarones, el salmón, el bagre, el abadejo y el atún claro enlatado (no el atún blanco o “albacora”) presentan niveles más bajos y son consideradas opciones más seguras para el consumo humano.
Otros posibles focos de exposición crónica incluyen el uso de amalgamas dentales que contienen mercurio. Aunque su contribución a la carga corporal total de mercurio es mínima, en general no se recomienda su remoción sistemática salvo en casos muy específicos. Asimismo, algunos cosméticos importados, especialmente cremas despigmentantes ilegales o no reguladas, pueden contener cantidades tóxicas de mercurio, representando un riesgo para la salud dermatológica y sistémica de los usuarios.
Tratamiento
El enfoque terapéutico para la intoxicación por mercurio varía en función de si la exposición ha sido aguda o crónica, así como del tipo de compuesto implicado.
A. Intoxicación aguda
1. Neumonitis por vapor de mercurio
En los casos de inhalación de vapor de mercurio metálico en altas concentraciones, el cuadro clínico puede evolucionar rápidamente hacia una neumonitis química aguda. Lamentablemente, no existe un tratamiento específico ni antídoto eficaz para revertir esta forma de toxicidad pulmonar. El abordaje es meramente sintomático y de soporte, con medidas destinadas a mantener una adecuada oxigenación y ventilación, incluyendo el uso de oxígeno suplementario, broncodilatadores y, en casos graves, ventilación mecánica. Se pueden administrar corticosteroides en algunos casos, aunque su eficacia no está claramente establecida.
2. Ingesta de sales inorgánicas de mercurio
Cuando la intoxicación se produce por ingestión de sales mercúricas, el tratamiento debe iniciarse de inmediato para minimizar la absorción del tóxico:
- Lavado gástrico: Si la ingestión es reciente y el paciente está consciente y estable, se puede considerar el lavado gástrico para eliminar el material tóxico del estómago. Esta medida debe realizarse con precaución para evitar la perforación o agravamiento de lesiones en la mucosa gastrointestinal.
- Carbón activado: Aunque la eficacia del carbón activado en la adsorción de compuestos inorgánicos es limitada, puede administrarse si se sospecha la coingestión de otras sustancias o si la exposición es reciente.
- Quelación con dimercaprol (BAL): En los casos de intoxicación aguda por sales mercúricas, se recomienda iniciar de forma inmediata la quelación con dimercaprol (BAL), un agente que forma complejos solubles con los iones de mercurio, facilitando su excreción por vía renal. Este tratamiento se administra por vía intramuscular y debe seguir pautas similares a las utilizadas en la intoxicación por arsénico.
- Succímero (DMSA): En pacientes que no presenten una gastroenteritis grave, puede considerarse el uso de succímero (ácido dimercaptosuccínico), un agente quelante oral. La dosis habitual es de 10 mg/kg cada 8 horas durante 5 días, seguida de 10 mg/kg cada 12 horas durante las siguientes 2 semanas. Este tratamiento es mejor tolerado que el BAL y es útil especialmente en niños o cuando la toxicidad gastrointestinal no impide la vía oral.
- Unithiol (DMPS): Es otro agente quelante eficaz, disponible en formulaciones orales y parenterales, aunque no es de uso común en Estados Unidos. Puede obtenerse en farmacias especializadas. Su perfil de seguridad y eficacia lo convierte en una alternativa útil cuando se dispone.
3. Manejo renal
Dado que el mercurio tiene una marcada nefrotoxicidad, es fundamental mantener una adecuada diuresis para favorecer la eliminación del metal y prevenir la acumulación tóxica. Si se presenta oliguria (disminución del volumen urinario) o anuria (ausencia de producción de orina), deben iniciarse medidas de soporte renal, que pueden incluir el uso de diuréticos o incluso terapia de reemplazo renal (hemodiálisis), especialmente si existe insuficiencia renal aguda grave o si el paciente tiene signos de sobrecarga de volumen o hiperkalemia.
B. Intoxicación crónica
En la intoxicación crónica por mercurio, la estrategia principal es eliminar la fuente de exposición, ya sea laboral, alimentaria o ambiental. La toxicidad neurológica que se desarrolla por exposición prolongada, particularmente al metilmercurio y otros compuestos orgánicos, no suele ser reversible mediante quelación, debido a que estos compuestos se acumulan en el sistema nervioso central y ejercen efectos neurotóxicos que persisten aun después de la retirada del tóxico.
Sin embargo, algunos expertos sugieren realizar un ensayo terapéutico con succímero o unithiol en determinados casos, con el objetivo de reducir la carga corporal de mercurio y, potencialmente, aliviar algunos síntomas sistémicos. Esta decisión debe ser individualizada y realizada en coordinación con un centro regional de toxicología o un toxicólogo clínico, ya que los beneficios del tratamiento quelante en estos casos son controversiales y dependen del perfil clínico del paciente, la magnitud de la exposición y la forma química del mercurio involucrado.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Feng Y et al. Mercury poisoning. N Engl J Med. 2022;387:1888. [PMID: 36383715]
- Wang Z et al. Chronic mercury poisoning from daily cosmetics: case report and brief literature review. Cureus. 2021;13:e19916. [PMID: 34976519]