Introducción de los guantes a la práctica quirúrgica
La adopción generalizada de técnicas antisépticas y asépticas durante el siglo XIX marcó un hito fundamental en la historia de la medicina, transformando por completo las prácticas quirúrgicas y su seguridad. La desinfección de las manos, los instrumentos y el entorno quirúrgico se convirtió en un principio esencial para prevenir infecciones postoperatorias, que hasta ese momento constituían una de las principales causas de mortalidad en las intervenciones quirúrgicas. Una vez que estas técnicas fueron aceptadas como parte integral del procedimiento quirúrgico, no fue difícil prever que otras medidas antibacterianas se introducirían gradualmente en el ambiente quirúrgico para complementar las ya existentes. En particular, el uso de prendas específicas como gorros, sombreros, máscaras, cortinas, batas y guantes de goma comenzó a considerarse una extensión lógica de la idea de crear un ambiente lo más estéril posible.
Hasta finales del siglo XIX, la cirugía era una disciplina que, en su mayoría, carecía de normas rigurosas en cuanto a la higiene personal y las prácticas de esterilización. Los cirujanos, que eran conscientes de la importancia de limpiar sus instrumentos y superficies, no consideraban necesario un protocolo específico para el aseo de sus manos o la protección de su cuerpo de forma más exhaustiva. Esto se debía, en parte, a la falta de comprensión sobre el papel de los microorganismos en las infecciones. Aunque en el siglo XIX ya existían algunas observaciones que indicaban que las infecciones podían ser causadas por agentes patógenos invisibles, el concepto de «bacteria» o «microorganismo» no fue plenamente aceptado hasta que se desarrollaron los avances en microbiología. Los cirujanos no tenían conocimiento de que las manos, al ser una de las principales vías de transmisión de patógenos, podrían estar contaminadas y representar un riesgo directo de infección para los pacientes.
El uso de guantes en cirugía es un ejemplo de cómo los avances científicos y tecnológicos coincidieron para mejorar la seguridad del paciente. En los primeros años de la cirugía moderna, no existían guantes diseñados específicamente para su uso en este ámbito. Además, no se reconocía la necesidad de proteger las manos de los cirujanos con una barrera adicional. La falta de guantes en los procedimientos quirúrgicos fue común hasta la segunda mitad del siglo XIX. Fue solo en 1878 cuando un empleado de la India-Rubber Works en Surrey, Inglaterra, recibió las primeras patentes tanto británicas como estadounidenses para la fabricación de guantes de goma que pudieran cumplir con las exigencias de los cirujanos, es decir, que fueran funcionales y proporcionaran un «tacto delicado», lo que permitía a los médicos manipular los tejidos sin perder la sensibilidad necesaria para una operación precisa.
Sin embargo, no fue hasta que un cirujano de renombre, como William Stewart Halsted, se empeñó en promover el uso de guantes de goma para sus procedimientos que estos comenzaron a popularizarse. Halsted, que fue pionero en muchas áreas de la cirugía moderna, adoptó los guantes para proteger las manos de los cirujanos y para evitar la transmisión de infecciones de un paciente a otro. Su insistencia en la obligatoriedad del uso de guantes durante las intervenciones fue fundamental para que otros cirujanos de la época tomaran conciencia de los beneficios de esta práctica. Halsted, quien también fue uno de los primeros en abogar por el uso de guantes esterilizados para la protección de los pacientes, jugó un papel crucial en la difusión de este hábito.
No obstante, la aceptación general de los guantes de goma como parte indispensable del equipo quirúrgico no ocurrió de inmediato. Aunque su uso se consolidó entre ciertos cirujanos hacia finales del siglo XIX, fue recién en las décadas de 1910 y 1920 cuando el uso de guantes de goma se normalizó en la cirugía. A medida que la comprensión científica sobre las bacterias y su relación con las infecciones se fue consolidando, los cirujanos comenzaron a adoptar los guantes no solo para protegerse a sí mismos, sino también como una medida esencial para evitar la transmisión de infecciones nosocomiales, es decir, aquellas contraídas durante la estancia en hospitales.
Este proceso de adopción de guantes de goma en la cirugía es representativo de una tendencia más amplia en la historia de la medicina, en la que las innovaciones tecnológicas y las teorías científicas fueron transformando las prácticas médicas hacia una mayor seguridad y eficacia. A medida que el conocimiento sobre la microbiología avanzaba, también lo hacía la implementación de medidas preventivas, como los guantes, que contribuyeron a reducir las tasas de infecciones y a mejorar los resultados quirúrgicos.
Fuente y lecturas recomendadas:
- Townsend, C. M., Beauchamp, R. D., Evers, B. M., & Mattox, K. L. (2022). Sabiston. Tratado de cirugía. Fundamentos biológicos de la práctica quirúrgica moderna (21.ª ed.). Elsevier España.
- Brunicardi F, & Andersen D.K., & Billiar T.R., & Dunn D.L., & Kao L.S., & Hunter J.G., & Matthews J.B., & Pollock R.E.(2020), Schwartz. Principios de Cirugía, (11e.). McGraw-Hill Education.