Listeria monocytogenes es una bacteria que se clasifica como un bacilo grampositivo debido a las características estructurales de su pared celular. Esta pared celular está compuesta principalmente por una gruesa capa de peptidoglicano que retiene el colorante cristal violeta durante la tinción de Gram, lo que le confiere su característica coloración púrpura al ser observada al microscopio óptico. Además, presenta una forma alargada y cilíndrica, propia de los bacilos, o bastones.
Esta especie bacteriana se considera facultativa, en términos tanto respiratorios como intracelulares. En el primer sentido, L. monocytogenes es capaz de crecer en presencia o en ausencia de oxígeno, lo que le confiere una gran adaptabilidad a diversos ambientes, incluidos los alimentos refrigerados o envasados al vacío. En segundo lugar, su capacidad facultativa intracelular implica que puede sobrevivir y multiplicarse dentro de las células del huésped, particularmente en células fagocíticas, como macrófagos. Esta habilidad le permite evadir ciertos mecanismos de defensa inmunitaria y facilita su diseminación sistémica en el organismo humano.
En cuanto a su motilidad, Listeria monocytogenes posee flagelos peritricos que le permiten desplazarse activamente a temperaturas ambientales, aunque esta movilidad disminuye a temperaturas más elevadas, como las del cuerpo humano. En el interior de las células infectadas, la bacteria puede movilizarse mediante un proceso denominado “movilidad por actina”, en el cual utiliza el citoesqueleto del huésped para propulsarse y diseminarse de una célula a otra sin exponerse al medio extracelular.
Epidemiológicamente, las infecciones por L. monocytogenes suelen ocurrir de manera esporádica, pero también se han documentado brotes significativos que han sido rastreados hasta alimentos contaminados. Estos alimentos incluyen productos lácteos no pasteurizados, carnes procesadas como salchichas o fiambres, frutas como melones, y una variedad de quesos blandos, entre ellos queso fresco, brie y ricota. La capacidad de esta bacteria para crecer a bajas temperaturas y resistir condiciones adversas de procesamiento alimentario la convierte en un patógeno particularmente insidioso en la cadena alimentaria.
Cuando se producen brotes, las consecuencias pueden ser graves, especialmente en poblaciones vulnerables como mujeres embarazadas, recién nacidos, adultos mayores y personas inmunocomprometidas. En estos grupos, la infección puede conducir a enfermedades invasivas como septicemia, meningitis e incluso la muerte, lo que resalta la importancia de la vigilancia epidemiológica y el control sanitario de los alimentos susceptibles de contaminación.
Manifestaciones clínicas
Se reconocen cinco formas clínicas principales de infección por Listeria monocytogenes, cada una con características clínicas y epidemiológicas particulares.
La primera forma corresponde a la infección durante el embarazo, que generalmente ocurre en el último trimestre. En esta etapa, la enfermedad suele manifestarse como una fiebre leve y autolimitada, sin que exista un foco infeccioso evidente. Aunque en muchos casos la infección se resuelve espontáneamente sin necesidad de tratamiento específico, aproximadamente una quinta parte de los embarazos afectados por listeriosis culminan en complicaciones graves como aborto espontáneo o muerte fetal. Además, los recién nacidos que sobreviven a esta infección prenatal tienen un riesgo elevado de desarrollar listeriosis neonatal, una condición grave que puede comprometer su salud desde el nacimiento.
La segunda forma clínica, denominada granulomatosis infantiseptica, representa una infección neonatal adquirida antes del nacimiento, durante la vida intrauterina. Esta presentación se caracteriza por la formación diseminada de abscesos y granulomas en múltiples órganos, lo que refleja una respuesta inflamatoria intensa y generalizada. Esta forma de la enfermedad se asocia con una alta tasa de mortalidad, dado el compromiso sistémico y la vulnerabilidad del neonato.
En tercer lugar, la bacteriemia, que puede cursar con o sin el síndrome séptico, afecta principalmente a recién nacidos y a adultos con sistemas inmunitarios debilitados. Esta manifestación se presenta con fiebre sin que se identifique un foco infeccioso claro, lo que puede dificultar su diagnóstico inicial y requerir una alta sospecha clínica, especialmente en pacientes vulnerables.
La cuarta forma corresponde a la meningitis causada por Listeria monocytogenes, que afecta tanto a lactantes menores de dos meses como a adultos mayores. En estos grupos etarios, la listeria ocupa el tercer lugar entre los agentes bacterianos causantes de meningitis, después de Streptococcus pneumoniae y Neisseria meningitidis. En el líquido cefalorraquídeo, el examen suele revelar pleocitosis linfocítica, aunque los niveles de proteínas y glucosa pueden variar, complicando el diagnóstico. En adultos, esta forma de meningitis está frecuentemente asociada con inmunosupresión, ya sea por infección avanzada por el virus de la inmunodeficiencia humana o por el uso de fármacos inmunomoduladores como glucocorticoides y antagonistas del factor de necrosis tumoral, por ejemplo, infliximab.
Las infecciones focales por L. monocytogenes, aunque poco frecuentes, pueden presentarse en forma de adenitis, abscesos cerebrales, endocarditis, osteomielitis o artritis. Estas localizaciones reflejan la capacidad de la bacteria para diseminarse y establecer infecciones localizadas en diversos tejidos, generalmente en pacientes con condiciones predisponentes o inmunodeficiencia.
Cada una de estas presentaciones clínicas subraya la diversidad de manifestaciones que puede adquirir la infección por Listeria monocytogenes y la importancia de su reconocimiento temprano para implementar un tratamiento adecuado y reducir las complicaciones asociadas.
Tratamiento
El tratamiento de elección para la infección causada por Listeria monocytogenes consiste en la administración de ampicilina por vía intravenosa, con una dosis total diaria que oscila entre ocho y doce gramos, dividida en cuatro a seis tomas. En los casos de meningitis, donde la infección compromete el sistema nervioso central y representa un desafío terapéutico mayor, se recomienda emplear la dosis más alta dentro de este rango para asegurar niveles adecuados del fármaco en el líquido cefalorraquídeo y lograr una concentración bactericida eficaz.
La combinación de ampicilina con gentamicina, administrada a una dosis de cinco miligramos por kilogramo de peso corporal al día, ya sea en una única dosis o dividida en varias, ha demostrado un efecto sinérgico en estudios in vitro y en modelos animales. Esta sinergia potencia la actividad bactericida contra Listeria monocytogenes, facilitando una eliminación más rápida y eficaz del microorganismo. Por esta razón, en las fases iniciales del tratamiento, especialmente durante los primeros días, puede considerarse la terapia combinada para optimizar la erradicación del agente infeccioso.
Para pacientes que presentan alergia a la penicilina, una alternativa terapéutica válida es el trimetoprim-sulfametoxazol, un antimicrobiano con excelente capacidad para penetrar tanto en el interior de las células infectadas como en el líquido cefalorraquídeo. La dosis recomendada para el componente trimetoprim es de diez a veinte miligramos por kilogramo al día, administrada por vía intravenosa en intervalos de seis a doce horas. Esta opción es especialmente útil cuando no se pueden emplear beta-lactámicos, manteniendo una eficacia adecuada contra la bacteria.
A pesar de contar con estas opciones terapéuticas, las tasas de morbilidad y mortalidad asociadas a la listeriosis continúan siendo elevadas, reflejando la gravedad de la enfermedad y la dificultad para su manejo clínico. Por ello, es fundamental que la terapia antibiótica se prolongue por un periodo mínimo de dos a tres semanas, asegurando la eliminación completa del microorganismo y la resolución de la infección. En casos de meningitis, y especialmente en pacientes inmunodeprimidos, se recomiendan tratamientos de mayor duración, que pueden extenderse entre tres y seis semanas, para reducir el riesgo de recaídas y complicaciones a largo plazo.
Pronósticos
Las personas consideradas en grupos de riesgo para la infección por Listeria monocytogenes, como las mujeres embarazadas y las personas que viven con el virus de la inmunodeficiencia humana, deben adoptar medidas preventivas estrictas para minimizar la posibilidad de exposición a este patógeno. Entre las recomendaciones fundamentales se encuentra la evitación del consumo de productos lácteos no pasteurizados, incluyendo quesos elaborados con leche cruda. Estos alimentos representan un riesgo significativo, ya que la pasteurización es un proceso esencial para eliminar bacterias patógenas, y su ausencia permite la supervivencia y proliferación de Listeria.
Además, otros alimentos de origen animal que presentan un riesgo considerable incluyen los mariscos ahumados, los embutidos fríos, las salchichas precocidas y las cremas o patés cárnicos. Estos productos pueden estar contaminados durante su procesamiento o almacenamiento, y la bacteria puede sobrevivir en ellos, especialmente si no se mantienen las condiciones adecuadas de refrigeración o si no se recalientan antes de su consumo.
Para reducir el riesgo de infección, es indispensable cocinar completamente los alimentos de origen animal, asegurando que se alcancen temperaturas internas suficientes para eliminar la bacteria. Esto es particularmente importante en carnes, aves y pescados, que, de no estar bien cocidos, pueden ser fuentes de transmisión.
Por último, es igualmente importante el lavado exhaustivo de las verduras y hortalizas crudas, ya que estas pueden estar contaminadas por Listeria en el ambiente o durante la manipulación y transporte. La eliminación adecuada de suciedad y posibles microorganismos adheridos a la superficie de estos alimentos es una medida preventiva clave para evitar la ingestión de bacterias.

Fuente y lecturas recomendadas:
- Khsim IEF et al. Listeriosis in pregnancy: an umbrella review of maternal exposure, treatment and neonatal complications. BJOG. 2022;129:1427. [PMID: 34954888]
- Koopmans MM et al. Human listeriosis. Clin Microbiol Rev. 2023;36:e0006019. [PMID: 36475874]
- Lepe JA. Current aspects of listeriosis. Med Clin (Barc). 2020;154:453. [PMID: 32147188]